Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Mucho se habla sobre los problemas que hay en el área metropolitana por el cada vez más constante congestionamiento vial, pero poco se dice sobre la necesidad de una visión de futuro que vaya más allá del límite jurisdiccional de las Municipalidades que conforman toda la región que congrega a varios millones de personas que se tienen que desplazar, todos los días, utilizando una red vial que no está diseñada ni tiene capacidad para que por ella puedan circular con fluidez cientos de miles de vehículos.

Los desarrolladores de proyectos inmobiliarios se están dando cuenta, al fin, del daño que para sus proyectos y el valor de la tierra tiene el caos vial que prevalece, al punto de que muchos lugares que fueron considerados como de los más caros y tentadores en el pasado, se han convertido en sitios donde cuesta un bigote vender una casa o un terreno porque la gente no quiere irse a vivir a donde hay tan serios problemas de tráfico. Los constructores también han visto una veta interesante de negocio en la construcción de carreteras privadas que se financien con el pago de peaje y de esa cuenta ya hay en construcción una ruta que de Villa Nueva conducirá al sur de la Ciudad de Guatemala con fluidez.

Pero mientras todo mundo entiende que hay problema, las autoridades siguen sin percatarse de la gravedad del caso y creen que con la construcción de pasos a desnivel arreglarán las cosas.

Lo primero que hay que señalar es que hace falta que se conforme realmente la autoridad de la región Metropolitana porque los grandes problemas de tránsito, de abastecimiento de agua, de saneamiento y tratamiento de los deshechos, no se pueden seguir enfocando con la limitación que impone el límite jurisdiccional. Todos esos temas, pero especialmente los de transporte, agua potable y saneamiento, demandan una visión de conjunto y apuestas agresivas para evitar un colapso que se ve venir.

Mientras no tengamos un sistema masivo de transporte capaz de movilizar a cientos de miles de personas con seguridad, comodidad y eficiencia, no esperemos que la gente desista de comprar cada vez más vehículos que no pueden circular con fluidez por las arterias de la región metropolitana. Y menos cuando el único sistema eficiente que hay le quita espacio a las calles por la necesidad de crear carriles exclusivos para que por allí pase el Transmetro.

Ya la mayoría de ciudades de América Latina están invirtiendo en sistemas más modernos que obviamente son muy caros, pero que serán más caros en el futuro si no tomamos las decisiones correctas ahora. No podemos seguir dependiendo de un modelo en el que empresarios particulares tienen sus buses sin coordinación ni verdadero plan integral para que operen con eficiencia, no obstante que reciben un millonario subsidio que bien pudo utilizarse desde hace años para financiar un tren subterráneo que a estas alturas ya sería un gran alivio para la gente.

Excusas siempre se pueden encontrar para no hacer nada. Pero la realidad es que el país necesita de una visión urbanística distinta, privilegiando la planificación para ejecutar, cuanto antes, proyectos de largo plazo.

Artículo anteriorVivencias de ventanilla (Primer episodio)
Artículo siguienteAño del chispazo