Quincy Jones, el titán musical polifacético cuyo vasto legado abarcó desde producir el histórico álbum “Thriller” de Michael Jackson hasta escribir bandas sonoras premiadas para cine y televisión y colaborar con Frank Sinatra, Ray Charles y cientos de otros artistas, ha fallecido a los 91 años.
Jones falleció el domingo 3 de noviembre por la noche en su casa en la zona de Bel Air de Los Ángeles, rodeado por su familia, indicó el publicista de Jones, Arnold Robinson.
“Esta noche, con el corazón lleno, pero roto, debemos compartir la noticia del fallecimiento de nuestro padre y hermano Quincy Jones”, dijo la familia en un comunicado.
“Y aunque esto representa una pérdida increíble para nuestra familia, celebramos la gran vida que vivió y sabemos que nunca habrá otro como él”.
Jones pasó de andar con pandillas en el lado sur de Chicago a las cumbres más altas del espectáculo. Se convirtió en uno de los primeros ejecutivos negros en prosperar en Hollywood y acumuló un catálogo musical extraordinario que incluye algunos de los momentos más ricos del ritmo y la canción estadounidenses.
Durante años, era improbable encontrar a un amante de la música que no poseyera al menos un disco con su nombre, o a un líder en la industria del entretenimiento y más allá que no tuviera alguna conexión con él.
Jones trató con presidentes y líderes extranjeros, estrellas de cine y músicos, filántropos y líderes empresariales. Fue de gira con Count Basie y Lionel Hampton, arregló discos para Sinatra y Ella Fitzgerald, compuso las bandas sonoras de “Raíces” e “In the Heat of the Night”, organizó la celebración inaugural del presidente Bill Clinton y supervisó la grabación de “We Are the World”, el disco benéfico de 1985 para la ayuda contra la hambruna en África.
Lionel Richie, quien coescribió “We Are the World” y fue uno de los cantantes destacados, llamaría a Jones “el maestro de orquesta”.
MICHAEL JACKSON
En una carrera que comenzó cuando los discos todavía se reproducían en vinilo a 78 revoluciones por minuto, los máximos honores probablemente sean para sus producciones con Jackson: “Off the Wall”, “Thriller” y “Bad” fueron álbumes de un estilo y atractivo casi universales.
La versatilidad e imaginación de Jones ayudaron a desencadenar los explosivos talentos de Jackson mientras pasaba de estrella infantil a convertirse en el “rey del pop”. En pistas clásicas como “Billie Jean” y “Don’t Stop ‘Til You Get Enough”, Jones y Jackson crearon un paisaje sonoro global a partir de disco, funk, rock, pop, R&B, jazz y cantos africanos. Para “Thriller”, algunos de los toques más memorables provinieron de Jones, quien reclutó a Eddie Van Halen para un solo de guitarra en “Beat It”, un tema que cruzaba las líneas entre géneros, y recurrió a Vincent Price para una narración espeluznante en la pista que daba título al álbum.
“Thriller” vendió más de 20 millones de copias solo en 1983 y ha competido con “Greatest Hits 1971-1975” de Eagles, entre otros, como el álbum más vendido de todos los tiempos.
“Si un álbum no tiene éxito, todos dicen ‘fue culpa del productor’; así que si tiene éxito, también debería ser tu ‘culpa’”, dijo Jones en una entrevista con la Biblioteca del Congreso en 2016. “Las canciones no aparecen sin más de repente. El productor debe tener la habilidad, experiencia y capacidad para guiar la visión hasta su finalización.”
CONDECORACIONES
La lista de sus honores y premios ocupa 18 páginas en su autobiografía de 2001 “Q”, incluyendo 27 Grammy en ese momento (ahora 28), un Óscar honorífico de la Academia (ahora dos) y un Emmy por “Raíces”. También recibió la Legión de Honor de Francia, el Premio Rudolph Valentino de la República de Italia y un homenaje del Centro Kennedy por sus contribuciones a la cultura estadounidense. Fue objeto de un documental de 1990, “Listen Up: The Lives of Quincy Jones” y una película de 2018 de su hija Rashida Jones. Su autobiografía le convirtió en un autor superventas.
Nacido en Chicago en 1933, Jones citaba los himnos que su madre cantaba en casa como la primera música que recordaba. Pero veía con tristeza su infancia, y una vez le dijo a Oprah Winfrey que “hay dos tipos de personas: las que tienen padres o cuidadores que les hacen crecer, y las que no. No hay nada intermedio.” La madre de Jones sufría de problemas emocionales y terminó ingresada en un centro, una pérdida que hizo que el mundo pareciera “sin sentido” para Quincy.
Pasaba gran parte de su tiempo en Chicago, en las calles, con pandillas, robando y peleando. “Me clavaron la mano en una cerca con una navaja, hombre”, le dijo a la AP en 2018, mientras mostraba una cicatriz de su juventud. La música lo salvó.
De niño, se enteró de que un vecino en Chicago tenía un piano y pronto él mismo lo tocaba constantemente. Su padre se mudó a Washington cuando Quincy tenía 10 años y su mundo cambió en un centro recreativo del vecindario. Jones y algunos amigos habían irrumpido en la cocina y se habían servido un pastel de limón y merengue cuando Jones vio una pequeña sala cercana con un escenario. En el escenario había un piano.
“Subí allí, me detuve, miré y luego toqué un poco”, escribió en su autobiografía. “Ahí es donde comencé a encontrar paz. Tenía 11 años. Sabía que esto era para mí. Para siempre.”
En pocos años estaba tocando la trompeta y haciendo amistad con un joven músico ciego llamado Ray Charles, quien se convirtió en un amigo para toda la vida. Era lo suficientemente talentoso como para ganar una beca en el Berklee College of Music en Boston, pero abandonó cuando Hampton lo invitó a hacer una gira con su banda.
Jones pasó a trabajar como compositor, director, arreglista y productor independiente. De adolescente, acompañó a Billie Holiday. A mediados de la veintena estaba de gira con su propia banda.
«Teníamos la mejor banda de jazz del planeta, y sin embargo, literalmente estábamos muriendo de hambre”, dijo más tarde a la revista Musician. “Fue entonces cuando descubrí que estaba la música, y estaba el negocio de la música. Si iba a sobrevivir, tendría que aprender la diferencia entre los dos».
Como ejecutivo musical, superó las barreras raciales al convertirse en vicepresidente de Mercury Records a principios de los años 60. En 1971 se convirtió en el primer director musical negro para la ceremonia de los Oscar. La primera película que produjo, “El color púrpura”, recibió 11 nominaciones al Oscar en 1986 (aunque, para su gran decepción, ninguna victoria).
En asociación con Time Warner, creó Quincy Jones Entertainment, que incluía la revista de cultura pop Vibe y Qwest Broadcasting. La compañía se vendió por 270 millones de dólares en 1999.
“Mi filosofía como empresario siempre ha provenido de las mismas raíces que mi credo personal: tomar a las personas talentosas en sus propios términos y tratarlas de manera justa y con respeto, sin importar quiénes sean o de dónde vengan”, escribió Jones en su autobiografía.
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Se sentía cómodo con prácticamente todas las formas de música estadounidense, ya sea acompañando el “Fly Me to the Moon” de Sinatra o con el ritmo pegadizo y cambiante de una flauta melancólica o abriendo su producción del entregado “In the Heat of the Night” de Charles con un solo de saxofón tenor lleno de lujuria.
Trabajó con gigantes del jazz (Dizzy Gillespie, Count Basie, Duke Ellington), raperos (Snoop Dogg, LL Cool J), estrellas de la balada (Sinatra, Tony Bennett), cantantes pop (Lesley Gore) y estrellas de rhythm and blues (Chaka Khan, la rapera y cantante Queen Latifah).
Solo en “We are the World”, los intérpretes incluyeron a Michael Jackson, Bob Dylan, Billy Joel, Stevie Wonder y Bruce Springsteen. Coescribió éxitos para Jackson – “P.Y.T (Pretty Young Thing” – y Donna Summer – “Love Is in Control (Finger on the Trigger) – y sus canciones fueron utilizadas como base por Tupac Shakur, Kanye West y otros raperos. Incluso compuso la canción tema para la comedia “Sanford and Son”.