Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Tras la conformación de las cortes (magistrados para la CSJ y las salas de Apelaciones), sigue quedando evidenciada la escasa, por no decir nula, capacidad de maniobra que tiene el Ejecutivo en el Congreso, por medio de sus operadores y diputados electos, principalmente el líder de la bancada.  Aparte de arrogantes, bisoños. Una muy mala combinación.

Quedó evidenciado que hubo negociaciones a escondidas, que se dieron en oficinas pagadas con nuestros impuestos, en las que los magistrados quedaron electos y fueron asignados de acuerdo a los designios de los operadores y diputados más hábiles, quienes están al servicio de unos cuantos corruptos y no de los guatemaltecos.

No sólo es la incapacidad manifiesta de los diputados y los operadores del Ejecutivo, es también evidente la falta de acción y ejecución que tienen. Es obvio que su “plan”, presentado de forma muy bonita y estética, fue igual al que presentó Alejandro Giammattei para su desgobierno, falaz e irrealizable.  En este medio leía un reportaje en el que el Ministerio de Comunicaciones llevaba una ejecución presupuestaria de tan sólo 42%, lo cual, con los problemas de movilidad en el país, únicamente puede calificarse como un auténtico fracaso.  La pachorra del ministro del ramo para atender emergencias da cuenta de ello.

Es obvio que los niveles de popularidad de este gobierno se desploman en estos primeros meses, y será peor conforme transcurra este período presidencial.  No es exagerado afirmar que ya se desperdició el primer año del gobierno, y tan sólo le quedan dos más, porque en el último año, las prioridades pasan a ser otras.  Repetir.  Algo que ningún gobierno, ni siquiera el de Vamos, con todo el aparato estatal puesto al servicio del candidato oficial y de sus operadores en los tres organismos del estado, el MP y un abultado número de alcaldes, en las pasadas elecciones, lo logró.

La bandera de la lucha contra la corrupción que este gobierno había enarbolado en la campaña presidencial empieza a sonar a letanía y a ficción.  Nos estamos dando cuenta de que la corrupción puede más.  Que son iguales que quienes han literalmente destruido nuestro país por ver únicamente por sus intereses personales.  El presidente, la vicepresidenta y los ministros participan en actos públicos, foros y un largo, larguísimo etcétera.  Pareciera que aún están en campaña.

Desde antes de asumir el poder, Arévalo y su equipo tuvo claro que iban a tener que batallar con un congreso lleno de gente deshonesta que les iba a minar el camino.  También tenían claro que la elección de cortes era un paso clave si se quería recuperar el sistema de justicia, tomado por los corruptos desde hace años.  Es obvio que no estaban preparados.  Quejarse de que no los dejan trabajar no es excusa.  

Si quieren rescatar algo en los poco más de 800 días que les quedan de gobierno efectivo (me refiero a lo que queda de este año y los siguientes dos), no les queda más remedio que sentarse con todos los sectores para buscar los acuerdos (y ejecutarlos) que les permitan tener alguna esperanza de entregar un mejor país que el que ellos encontraron.  Ni un solo gobierno de la era democrática lo ha logrado.

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