Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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Al estallido del Big Bang, hace 14 mil millones de años, empezó el tiempo y el espacio, no había agua entonces, solamente Hidrógeno. Debieron pasar otros miles de millones de años para que apareciera primero el Oxígeno y no por eso habría agua porque la emergencia del agua no solamente requiere que exista Hidrógeno y Oxígeno, sino requiere condiciones de temperatura, presión y catalizadores capaces de proporcionar la relación exacta para la emergencia del agua. Por muchos años, quizá miles, los seres humanos pensábamos que solamente había agua en la Tierra.

Aún los textos de ciencias naturales de las escuelas del siglo pasado eso decían, como por muchos años pensamos que la Tierra era el centro del Universo, decían que solamente había agua en la Tierra, pero no. El agua es un compuesto relativamente abundante en el Universo, aunque su detección sea reciente, unos 60 años cuando un grupo de astrónomos de la NASA detectó abundante agua en un cuásar, 2 mil millones de años después del origen del Universo.

Aunque la Tierra no es el único planeta con agua, si es único en la alta proporción de agua que existe, un 70% de agua. El agua que hay en la Tierra parece tener una edad de unos 4,500 millones de años y es el resultado de agua que provino de asteroides y cometas que chocaban con la joven Tierra dice la misma fuente supra citada, NASA. Aquí un primer elemento clave de la crisis del agua en la Tierra, una crisis reciente proveniente de la urbanización desordenada y de la Revolución Industrial es: que la cantidad de agua que tenemos desde hace 4,500 millones de años en la Tierra es más o menos la misma, por el principio de conservación de la materia y porque esta agua no es sometida a cambios nucleares y las pérdidas son mínimas debido a la gravitación. El agua disponible es y será la misma en cantidad, masa. El problema de la urbanización y la Revolución Industrial ha sido la contaminación del agua, esto es, una crisis de calidad de agua.

La crisis del agua es un fenómeno mundial. Si bien en los países desarrollados aún se tienen problemas con la gestión de agua, los países en desarrollo tienen problemas particulares debido al mal uso de sus recursos, lo que se produce por falta de infraestructura y tecnologías adecuadas. Ambos, países desarrollados y países en desarrollo, tienen enormes problemas con la gestión del agua. En el Oeste de Estados Unidos, por ejemplo, recientemente se reporta la mayor crisis de agua, particularmente en California y seis Estados más, tienen sequías que ponen en peligro la producción alimentaria de ese país. En Guatemala, por otro lado, no se cuenta con infraestructura de tratamiento de agua. Se reporta que de 1,660 millones de metros cúbicos de aguas residuales anuales (2020), apenas el 5% son tratados antes de regresar a los ecosistemas. Es más, de las aguas residuales del país que se recolectan en alcantarillas, solo el 10% se tratan en plantas, según la misma fuente. Esto porque la mayoría de los municipios de Guatemala no cuenta con plantas de tratamiento.

Aunque los países desarrollados han avanzado en infraestructura y tecnología, siguen teniendo enormes problemas de agua. El Cambio Climático está produciendo efectos mayores en la disponibilidad del recurso, como lo describen los informes mundiales del Estado de los Recursos Hídricos de UNESCO.

A nivel mundial, la contaminación del agua es uno de los mayores problemas. Aunque los Objetivos del Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas ha incluido un objetivo específico para garantizar acceso a agua potable y saneamiento, el reto es enorme, ya que un tercio de las personas en el mundo no tienen acceso a agua potable. Más grave aún, la mitad de la población mundial no tiene saneamiento.

La solución del problema del agua pasa por el entendimiento del ciclo del agua, pero no solamente el ciclo natural del agua que aprendemos en la escuela primaria, sino el ciclo social del agua, esto es, el ciclo económico del agua (usos económicos y productivos del agua), el ciclo político del agua (leyes y normativos del agua) y el ciclo cultural del agua, el más complejo, esto es, concepciones culturales del agua, sistemas de aprendizaje del agua, usos artísticos del agua y construcciones espirituales y religiosas del agua en una comunidad específicas. En otras palabras, si bien el ciclo natural del agua es universal, el ciclo social no lo es. Esto significa que cualquier solución, uso económico, legislación, transformación y gestión debe ser anclada en un entendimiento local del agua.

Si bien el problema de la crisis del agua, en el mundo y en Guatemala, tiene que ver con problemas tecnológicos, tal el caso de sistemas de tratamiento que sean pertinentes técnica, económica y culturalmente, esto puede solventarse. Esto es, hay que diseñar sistemas de tratamiento para los lugares específicos, para las culturas específicas, para las capacidades económicas y culturales específicas de determinadas comunidades. Pero el problema de la gestión del agua no es solamente la construcción de plantas de tratamiento porque se requiere entender el ciclo social del agua en una determinada comunidad. Si una comunidad, municipalidad, logra construir una o varias plantas de tratamiento de agua, la pregunta es, qué hará con el agua limpia producida por esas plantas si no se tiene una visión integral del ciclo del agua en dicha comunidad.

El presidente Arévalo ha dicho que viene la Ley de Aguas y esto es alentador. Es alentador escuchar a Patricia Orantes, ministra de Medio Ambiente, en su discurso sobre el inicio de la construcción consensuada de una propuesta de ley de aguas o la Ley del Agua. Este enorme reto deberá considerar lo que hemos aprendido durante las últimas décadas sobre el manejo integral del agua, debe explorar lo que la investigación científica dice no solamente en materia de tratamiento tecnológico del agua sino en entendimiento cultural de la misma y principalmente en materia de aprendizaje del agua, esto es, cómo aprendemos el ciclo del agua, cómo entendemos los procesos de tratamiento de agua, cómo concebimos la descontaminación del agua y una serie de importantes hallazgos sobre nuestro entendimiento del agua.

Como ha habido varias propuestas de ley, la nueva ley debe nacer de lo mejor de las propuestas anteriores y ser enriquecida, como dice la ministra Orantes, por todos los usuarios del agua para crear una autoridad del agua a nivel nacional que nos permita cuidar, usar, reusar, limpiar el agua nuestra de cada día.  La Ley del Agua debe respetar la naturaleza del agua como bien público y será un producto nuevo de la nueva democracia, débil, pero nuevo. Ojalá se logre pronto. Así que como dice la ministra, lancémonos al agua. ¡Mojémonos!  Si no es ahora, no será nunca.

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