Edith González

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Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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“Los micro y nanoplásticos pueden servir como transportadores efectivos de sustancias químicas tóxicas» en la Universidad de Nueva York.

Algunos científicos marcan el origen del plástico en Estados Unidos, hacia 1860  en el año 1860.

Sin embargo se considera que es hasta 1933 cuando por descuido, como muchos otros inventos, un trabajador de laboratorio Ralph Wiley de Dow Chemical. Derramó plástico sobre equipos de protección para equipos militares. Utilizándose luego para envasar alimentos.

Y sería hasta 1973, Nathaniel Wyeth, científico de Du Pont, patentó la primera botella de PET. Era liviana, barata y reciclable. Claro y más segura que cargar con un envase de vidrio.

Entonces la vida como la concebíamos cambió, aparecieron los garrafones de plástico, menos pesados, y peligrosos. Y por supuesto las portaviandas de metal se vieron relegadas por los “toperwer” como le llamamos ahora a todo recipiente plástico para almacenar y/o transportar comida.

Dejamos de lado los botes de metal para basura e incluso las macetas y que decir del cambio de las Plumas Fuentes, por los lapiceros plásticos, y así llegamos incluso a vestir ropa con un compuesto plástico como el poliéster que produjo muchas quemaduras por su flamabilidad.

Durante la época el presidente Portillo, el Ministro de Medio Ambiente, Alfonso Alonzo presentó una idea genial para evitar que la contaminación de plásticos de los ríos siguiera su mismo curso. Algo tan simple como una inmensa malla que serviría de colador. Sin embargo, como todo, si no se limpia se rebalsa y fue lo que ocurrió. Ninguno de los siguientes gobiernos le pusieron atención y ahora tenemos inmensos basureros de plástico en las orillas de ríos y playas, porque además no somos un pueblo consciente del mal que ocasionamos.

Se probó la reciclada de los pet y las bolsas biodegradables, pero aun así diversos estudios han encontrado fragmentos plásticos al analizar muestras de placenta, hígados, pulmones, riñones e, incluso, en los aparatos reproductores, más recientemente en humanos, ya no solo en los animales marinos.

Esta diversidad de hallazgos de micropartículas está provocando que científicos del mundo se pronuncien, en favor de la salud humana y en contra de la contaminación plástica, “misma que ya no solo afecta el medioambiente, sino que también se está convirtiendo en un riesgo para la salud humana, ya que estamos expuestos a estas partículas y a los químicos que utilizan para fabricar plásticos mediante los alimentos que consumimos, el agua, incluso embotellada, el aire y hasta el polvo.

Las micropartículas de residuos plásticos han invadido todo y, aún así, no existen regulaciones sobre microplásticos en alimentos o en el agua, ni los gobiernos han tomado acción para enfrentar este potencial riesgo que ha llegado incluso a nuestros cerebros.

Almroth, de la Universidad de Gotemburgo, expresó: «que los microplásticos ya habían sido vistos en los cerebros de diversas especies animales, según muchos estudios, por lo que su presencia en el cerebro humano no es extraña». Asimismo, agregó que «la barrera hematoencefálica no es tan protectora como nos gustaría pensar», mucho menos cuando se trata de estas partículas plásticas, es decir, que las membranas que se encargan de evitar que agentes externos lleguen al sistema nervioso no es suficiente para resguardar nuestro cerebro de los microplásticos.

Ahora debemos actuar por nuestra salud y la de la humanidad. Evitemos en lo posible el uso de plástico, especialmente en el microondas y en recipientes que guardan agua por mucho tiempo.

Retornemos al uso de pachones de metal y a los trastos de vidrio para microondas.

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