Dr. Rafael Mejicano Díaz

Cirujano Dentista. Ms. Dr.h.c., Universitario Distinguido por la Universidad de San Carlos, Decano de Ciencias de la Salud Universidad San Pablo de Guatemala, Profesor Universitario, Consultor en temas de mejoramiento de la atención odontológica y tecnología dental, Investigador CONCYT y CONAHCYT, fundador y desarrollador de Multimédica Vista Hermosa, Empresario comprometido con el desarrollo de las personas, de la familia y la patria. Ha participado como consultor en diferentes países para el mejoramiento de la tecnología dental avanzada.

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La ética es la ciencia de los buenos principios, de la responsabilidad, de las buenas conductas, de los buenos actos, para con los demás, ser ético implica saber sobreponer los intereses de los demás, a los de uno mismo, es pensar y actuar de forma balanceada de tal forma de que en la balanza de las decisiones diarias, interesen tanto los intereses propios como los ajenos. Y cuando hablamos de una prestación de un servicio esencial, como es la salud bucal, el comportamiento ético debe ser más profundo y palpable, porque se trata de hacer las cosas de la mejor forma, para no defraudar la confianza, que el paciente ha depositado, aún que ello implique  sopesar todas las dificultades que al respecto se den. En Odontología la ética va implícita desde el inicio, saber escuchar al paciente, hablarle con la verdad, transmitirle seguridad y confianza, y esto es parte importante de la ética, que debe de estar presente, en todos los momentos y pasos del proceso de atención.

Ser ético implica hacer siempre lo correcto, no importando los retos y sacrificios que ello implique, la gran pregunta es ¿es la ética innata o adquirida?, aunque los planteamientos bibliográficos difieren al respecto, en lo particular creo que el ser ético, es un proceso aprendido, que tiene sus raíces en la forma de cómo nos han educado nuestros padres, porque son ellos y han sido ellos, el modelo que casi siempre se sigue para poderse desempeñar, en los diversos escenarios de la vida diaria. Esta forma de ética aprendida, nos permite mantener un marco general, de buen comportamiento y respeto a los demás, pero también es evidente que hay momentos que el comportamiento ético es espontáneo y se genera dentro sobre la marcha, buscando encontrar qué papel asumir en un momento dado, cuando las circunstancias cambian invitándote a asumir retos, en el mismo momento de desarrollo del tratamiento.

Pero volviendo a la ética en los servicios dentales que las clínicas brindan a diario, el ser ético le imprime una calidad diferente al servicio, fortaleciendo el prestigio de la clínica y dando un papel distintivo, frente a las demás ofertas que al respecto existan. La ética debe ser un comportamiento firme, que no se erosione en ninguna circunstancia, aunque el paciente por razones colaterales haya perdido la confianza y haya decidido migrar a otra clínica buscando  un servicio.

Dentro de esta afirmación, lo único consistente es que es posible que le ofrezcan una mejor atención, aunque en mi experiencia el paciente queda expuesto a que le critiquen el tratamiento anterior, suponiendo malas prácticas dentales y ofreciendo cura a problemas que no existen,  ofreciendo nuevos tratamientos, que tarde o temprano le decepcionarán y teniendo en el futuro que retornar a la clínica, en busca de la atención ética y de calidad que siempre se brinda en busca del bienestar integral del paciente, esta es mi experiencia después de 50 años de atender pacientes, en la mayoría de los casos buenas personas, agradecidas, en busca de atención.

En más de 50 años de ejercicio profesional, he tenido pacientes que han estado en esas circunstancias y lo que he hecho es, platicar con el profesional que el paciente ha escogido y explicarle mi punto de vista, en beneficio de lo que él pueda realizar.

Este cambio de proveedor hecho por el paciente, buscando servicio dental, es aprovechado por los odontólogos que se creen competencia, para descalificar al odontólogo que realizó el primer tratamiento, inventándole cualquier tipo de defectos, todo ello para hacer pensar al paciente que ha tomado la decisión correcta y para hacerlo sentir más seguro y protegido por un servicio de mejor calidad, dentro de un ambiente de falsedad, pero este falso escenario se desborona cuando el nuevo tratamiento se deteriora. Todo ello se da dentro de una conducta antiética que trata de generar prestigio a costillas de los demás.

Y para terminar, es preferible no atender a los pacientes, que duden de nuestra capacidad profesional, ya que es imposible atenderlos en esas circunstancias.

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