Carlos R. Paredes - Aire más Limpio

Carlos R. Paredes
Consultor en desarrollo organizacional y ejecución estratégica. Máster en Economía Aplicada y Administración de Negocios, Máster en Ingeniería en Yacimientos de Petróleo, Ingeniero Mecánico Industrial, ex Director Ejecutivo de Campus Sur UVG, ex Decano de la Facultad de Ingeniería UVG, catedrático universitario.

 

 

La mezcla de etanol con gasolina se denomina gasohol y es el combustible que normalmente se despacha en las gasolineras de EE. UU.  Contiene un 10% de alcohol que proviene del maíz o la caña de azúcar y su uso se ha generalizado sin que sea evidente alguna diferencia respecto a un 100% de gasolina.  En las gasolineras no se observa ninguna infraestructura adicional ya que el combustible se distribuye utilizando las mismas bombas expendedoras.

En Guatemala, el Reglamento General de la Ley de Alcohol Carburante (decreto gubernativo 150-2023) fijaba la fecha de implementación de la mezcla con un mínimo de 5% de alcohol para el 1 de enero de 2025.  Recientemente, se publicó el acuerdo gubernativo 101-2024 en donde se pospone hasta el 1 de enero de 2026.  También se emitió la resolución DGE 1120-2024 en donde se establece que el porcentaje de mezcla será del 10% para las gasolinas.

Las ventajas del gasohol son la reducción marginal de las emisiones de los gases de efecto de invernadero, el uso de una fuente de energía renovable y el lograr una mejor combustión por la mayor oxigenación del alcohol, obteniéndose un leve incremento en la potencia.  Sin embargo, un porcentaje elevado de alcohol en la mezcla puede presentar un problema de compatibilidad con motores demasiado antiguos, problema que se resuelve manteniendo la mezcla en 10% o menos.  Por ello, sus mayores ventajas son el incentivo a la agricultura local y la reducción parcial de la dependencia de combustibles importados.  Por supuesto, con mesura para no provocar una escasez de alimentos al desviar demasiada tierra de cultivo de alimentos a alcohol.

Claro, la polémica del tema muestra diferentes posturas.  Algunos mencionan que serán necesarias inversiones significativas para lograr la mezcla propuesta y su distribución a las gasolineras.  Otros alegan que no debe obligarse a la población a utilizar un tipo de combustible determinado.  Lamentablemente, el pensamiento egoísta de “no quiero que el gobierno me obligue a…” es el que prevalece.  A ese respecto, recordemos que nos desplazamos por el lado derecho de las carreteras precisamente porque existe una ley que nos obliga a ello.  Si fuese libre la decisión, tendríamos el derecho de utilizar el lado izquierdo.  Afortunadamente, no lo hacemos porque se ocasionarían muchos accidentes.  El utilizar el carril derecho nos ordena.

El gasohol no es nuevo, se conoce desde hace más de 50 años e incluso hubo un intento de introducirlo en Guatemala al inicio de los 80’s.  En esa ocasión se le dio la opción al consumidor de utilizarlo o no.  El experimento fracasó porque nuestra renuencia al cambio nos hizo preferir la gasolina y hoy, 40 años después, tenemos la misma actitud.  Algunos insisten en convencernos que el uso del gasohol de alguna manera atenta contra nuestra libertad individual, cuando no es así.  Ellos buscan darle al asunto una tonalidad política y hasta moral cuando es solo una cuestión técnica y financiera.  Cualquier vehículo modelo 1980 en adelante, utilizando una mezcla de 10% de alcohol con gasolina, no presentará ninguna diferencia.  El rendimiento es el mismo, el incremento de potencia es casi imperceptible y el desgaste del motor es exactamente igual.  Incluso la ventaja del menor precio del alcohol puede lograr una reducción del precio por galón en las gasolineras.

Por todo lo anterior, el fomento a la agroindustria local, la baja del precio por galón y la reducción del 10% en la factura de gasolinas importadas son ventajas importantes para el país.  El uso del gasohol resulta ventajoso para Guatemala, pero su uso debe ser generalizado.