Fadi Sckak ya perdió a su padre por la violencia en la Franja de Gaza. Quiere ayudar a su madre a escapar de ese destino.
“Sólo quiero volver a ver a mi madre, ése es el objetivo”, dijo Sckak, estudiante universitario en Sunnyvale, California. El joven de 25 años es uno de los tres hijos estadounidenses de la pareja palestina, incluido un soldado de Estados Unidos que está apostado en Corea del Sur. “Poder volver a abrazarla. No soporto perderla”.
Su madre, Zahra Sckak, de 44 años, estaba refugiada el sábado con un pariente estadounidense de mayor edad y enfermo en un edificio de la Ciudad de Gaza, junto con otras 100 personas. Se encuentra entre 300 ciudadanos estadounidenses, residentes legales permanentes o sus padres e hijos pequeños que, según el Departamento de Estado, siguen atrapados en medio de los combates entre Israel y los militantes de Hamás en Gaza.
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Familiares en Estados Unidos y otros activistas están suplicando al gobierno del presidente Joe Biden y al Congreso que les ayuden a huir.
El Ministerio de Salud de Gaza ha reportado más de 20.000 muertes en los enfrentamientos y más de 53.600 heridos. Según las Naciones Unidas, más de medio millón de personas corren riesgo de morir de hambre en Gaza a causa de la guerra.
La madre de Fadi Sckak se encontraba en su sexto día con sólo agua del drenaje para beber y con poca o ninguna comida, y cada vez con menos esperanzas de ser rescatada, dijo él. Su padre, Abedalla, resultó herido el mes pasado tras ser baleado, luego de que un bombardeo obligara a la familia a huir del edificio donde se habían refugiado, y días después murió sin recibir tratamiento, agregó Fadi.
Su hijo había escuchado por teléfono cómo su madre suplicaba por ayuda tras el tiroteo. Podía oír de fondo a su padre, de 56 años, que padecía diabetes y otros problemas de salud relacionados, gritando de dolor.
“Él no se merecía una experiencia dolorosa como esa. Morir sin ayuda, sin que nadie intentara siquiera ayudarlo”, dijo Sckak.
Algunos ciudadanos estadounidenses y residentes legales y sus familiares directos están varados cerca del paso de Rafah, en la frontera entre Gaza y Egipto, esperando desesperadamente que se les incluya en una lista de nombres facilitada por el gobierno estadounidense que les autorizaría a salir de Gaza.
Otros, como Zahra Schkak, están atrapados por los combates, y algunos se encuentran demasiado enfermos o heridos para llegar al cruce. En mensajes de voz y esporádicas llamadas telefónicas y mensajes de texto les dicen a sus familias sobre el peligro, el hambre y el miedo.
“Esta es la parte del misil que cayó ayer sobre nuestras cabezas”, escribió Borak Alagha, ciudadano estadounidense de 18 años, a su prima Yasmeen Elagha, estudiante de derecho en Chicago, enviándole una foto en la que él sostiene un trozo de metal.
“Este es el agujero que hay junto al lugar donde vivimos ahora”, decía Alagha en otro mensaje. Mostraba un profundo cráter de bomba junto a su edificio cerca de Jan Yunis, a donde la familia de 10 miembros huyó después de que las autoridades israelíes indicaron que la zona era un lugar seguro para los civiles.
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