Editorial
Guatemala vive ahora momentos realmente históricos que han de quedar marcados por los efectos que puedan darse en los días que vienen relacionados con el respeto a la voluntad popular. Foto: AFP.

Antiguamente, lo esencial para el desempeño de funciones públicas y participaciones políticas era el honor y la honra, porque sin buena reputación nadie podía ganarse, por mucha autoridad que tuviera, el respeto de las personas. Con el tiempo es indudable que esa situación ha ido cambiando y a lo largo y ancho del mundo vemos cómo florece la corrupción y se vuelve en el principal motor de lo que antes fue el servicio público, convertido en una mezquina forma de hacer dinero.

Guatemala vive ahora momentos realmente históricos que han de quedar marcados por los efectos que puedan darse en los días que vienen relacionados con el respeto a la voluntad popular que se manifestó abierta y frontalmente en contra de las formas corruptas del ejercicio político. Tirios y troyanos pasarán a la historia por lo que ahora han hecho y por lo que puedan hacer en las próximas tres semanas, hasta llegar al relevo en el poder que abrumadoramente ordenó la población ejerciendo el sufragio.

Una de las brasas más calientes está en la Corte de Constitucionalidad, creada en la última Constituyente como el instrumento supremo para defender y garantizar el orden constitucional. Ha sido de las pocas instituciones que en momentos decisivos ha cumplido a cabalidad, como pasó con el tristemente célebre Serranazo que fracasó, precisamente, por el fallo unánime de una Corte de Constitucionalidad que asumió el papel que le correspondía en defensa del orden legal.

Aquel manotazo contra la constitución fue resultado de las diferencias en el reparto del pastel de la corrupción y no hubo ganador porque los magistrados de aquel momento resolvieron como correspondía para defender la institucionalidad y el Estado de Derecho. Hoy vivimos momentos parecidos porque, aunque se le jure y perjure a los observadores de la OEA que aquí no hay intento de golpe, todos sabemos que el plan sigue su rumbo y que estos días serán críticos.

Mientras el pueblo se apresta para celebrar la Navidad, como es la costumbre arraigada en nuestro pueblo, hay mentes que están trabajando intensamente para no perder ni la oportunidad de hacer negocios ni, mucho menos, la impunidad de la que ahora gozan con un Ministerio Público que pide a los ciudadanos que ellos prueben su inocencia, que debe presumirse legalmente, pero que a sus protegidos en el tema de la corrupción les aguanta y tolera todo, enterrando casos emblemáticos por todos conocidos.

Es el momento en que quien tiene sentido del honor y la honra, actúe en consecuencia, anteponiendo el ordenamiento legal y el respeto a la voluntad popular. Seguro que la sociedad se los sabrá reconocer.

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