Crédito de fotografía (¿Unión marital de hecho o matrimonio? He ahí el dilema)
Enseñanza Ética religiosa de un escritor
A mitad del siglo XX, el teólogo moralista norteamericano Paul Ramsey, lanzó un argumento para justificar el aborto que despertó grandes discusiones: «Todo es lícito, absolutamente todo lo que el amor permite es lícito, todo sin excepción. Y absolutamente todo lo que el amor requiere debe hacerse, absolutamente todo sin la menor excepción».
Entonces el amor es la clave dice en su libro Basic Christian Ethics publicado en 1950, y da una explicación sistemática de cómo el cristianismo contribuye a la discusión sobre la ética de una manera distintiva. La publicación de ese libro, fue motivo de muchas reflexiones a favor y en contra, por un amplio número de lectores e instituciones académicas y seminarios. Ramsey consideraba que su pensamiento estaba moldeado por preocupaciones y argumentos teológicos y su idea ética se inspiraba en la libertad del ágape (un tipo de amor incondicional y reflexivo) y como él dice, el amor mismo de Dios, es lo que da forma a su visión de la ética.
Para Ramsey, cualquier ética que estuviera meramente fundada en la ley natural, la razón o en su búsqueda de la palabra bíblica, o en confiar exclusivamente en la revelación o recurrir a un análisis meramente filosófico, era incompleta.
Y entonces, ¿en qué fundaba sus argumentos Ramsey? Busca autoridad en lo que él considera el mensaje central de la Biblia: Ágape, entendiéndolo como un tipo de amor incondicional y reflexivo y sostiene que una ética cristiana contemporánea, debería ir más allá de las concepciones legales por completo. Y en su reflexión, como otros autores religiosos, parte de un hecho: Dios no puede estar sujeto a ninguna ley y, en cambio, reacciona fielmente a la creación, con un amor completamente centrado en el otro. Así es que, a través de esta reflexión, Paul defiende la forma en que debe florecer la ética cristiana y no es de extrañar que exprese una máxima “amar y hacer lo que quiera”. Esto lleva a un principio fundamental, que radica en la preocupación sobre todo por el prójimo, lo que conduce a una inversión del cálculo utilitarista defendido en la ética individualista consecuencialista contra la cual Ramsey argumenta. De hecho -dice, una ética cristiana inspirada en la máxima del ágape, significa que no hay una lista de reglas ni principios determinados de antemano. Más bien, “El amor cristiano la deriva de lo que considera que son las necesidades de los demás”. Por otro lado, incluso sin reglas o un código de conducta, esta ética no puede permitir simplemente cualquier comportamiento o acción. En principio, las preferencias egoístas quedan descartadas porque violan la preferencia por el prójimo.
Sobre ese piso se conforman dos ideas específicas: amor al prójimo y fidelidad al pacto. Los pactos funcionan mediante juramentos, y los juramentos requieren fidelidad, y la fidelidad requiere ciertos comportamientos como garante.
No cabe duda que han de existir otros argumentos filosóficos sobre trabajo con el prójimo y ética, pero uso este para pasar a desarrollar el tema de este ensayo.
Que ven los hombres en las mujeres y viceversa
Los diferentes estudios en el mundo realizados en diversas culturas, se han encontrado que, en su mayoría, las mujeres valoran las perspectivas económicas del hombre, aunque en diferente proporción entre culturas modernas. Pero hay otras razones que se presentan en todas las culturas, las mujeres prefieren y quieren hombres mayores que ellas y las razones para ello son múltiples: eso les presta categoría social, satisface su ambición, diligencia y los hombres dan más importancia a la juventud y a la apariencia física y en la castidad y la fidelidad, aunque y ¡oh paradoja! es increíble la cantidad de hombres que aspiran a tener relaciones extramatrimoniales. Es de considerar que, en los últimos años, en varios grupos de población y culturas, la brecha salarial ha disminuido. No cabe duda que los motivos de esta relación generan tensiones al igual que problemas de pareja, en gran parte y ello bajo el paraguas de que la mujer nos plantea uno de los problemas más difíciles de abordar: el estatus secundario de la mujer en la sociedad, un hecho pan cultural.
Es dentro de ese hecho universal de intereses dispares, en que se dan concepciones y simbolizaciones culturales diversas de la vida de pareja e incluso mutuamente contradictorias en un estilo de vida en que el tratamiento real de las mujeres y los hombres, y el poder relativo y la contribución de cada uno de ellos, varían enormemente de una cultura a otra y a lo largo de diferentes períodos en la historia de tradiciones culturales particulares. Ambos puntos –el hecho universal y la variación cultural– constituyen problemas de explicación.
Entonces, podríamos decir que a las mujeres del siglo XXI le gustan los hombres exitosos, ambiciosos y mayores y a los hombres las mujeres bonitas jóvenes y fieles y muchas mujeres objetaran con un cómo no va a ser así, si los hombres poseen la mayoría del poder y la riqueza. Sin embargo, también se puede reflexionar dándole vuelta a la tortilla: los hombres buscan la riqueza, porque les interesa atraer a las mujeres; lo mismo que las mujeres se afanan por parecer jóvenes para atraer a los hombres y surge entonces la gran pregunta y el instinto y la biología, ¿dónde quedan?
Algunos han argumentado al respecto de la situación actual, que el instinto del hombre tiene de intención procurarse las fruslerías que les lleva a tener éxito con mujeres y sociedad y aprenden de su medio que el dinero es una de ellas y al revés las mujeres a ser coquetas y procurarse ser conquistadas. Y así podremos decir que, el entorno, refuerza la naturaleza y no se impone a ella. Sin embargo, ese mundo que se crea alrededor del instinto y su medio, resulta difícil de atribuirlo más al instinto, pues ese resultado biológico de recepción-respuesta, se mezcla de: argumentos razonados, ritual, costumbres copiadas y entonces es lección aprendida, ya sea que hablemos de un hombre persiguiendo a una mujer y a está dejándolo hacer o de una niña jugando con una muñeca, en ambos casos, no se puede decir que estemos viendo algo puramente cultural o instintivo. Todo ello es producto de ambos. Ni uno ni otro ganan, ambos aportan y se enmarcan dentro de un marco ético.
Naturaleza y entorno
El amor libre ¿dónde fija este sus reales en lo natural o en lo biológico? Bien, unos dicen que los roles son el resultado de experiencias tempranas y no del instinto, muchos psicólogos creen en ello y muchos de ellos lo afirman por estudios en hermafroditas humanos, personas que nacen con genitales ambiguos y entonces afirman que el nacer somos psicosexualmente neutros. Solo después de la experiencia, más o menos a los dos años, desarrollamos una identidad de género. De tal forma que los seguidores de este pensamiento afirman que la conducta y orientación sexual, no tienen una orientación innata instintiva, sino que se producen en el curso de las diversas experiencias del desarrollo y crecimiento del hombre y la mujer. No obstante, este pensamiento doctrinal, rápidamente provocó otro, que parte de un postulado fundamental: el órgano sexual más grande y rector, no está entre las piernas sino entre las orejas. Esto empezó a partir de investigarse cómo funciona el cerebro, lo que llevó a poner en tela de juicio lo dicho por los defensores del medio sobre la neutralidad psicosexual y de que el comportamiento de los normales fuera igual o pudiera derivarse de los hermafroditas, ya que estos al tener órganos sexuales ambiguos, sus cerebros podrían desarrollar su sexualidad también de otra forma y que, por lo tanto, lo más probable era una fijación prenatal de identidad sexual.
Se pasó entonces a estudios en torno a la homosexualidad. La primera prueba psicológica realizada para determinar si existía una explicación biológica para la homosexualidad fue en 1957. Karen Hooker estudió la relación entre la homosexualidad y el desarrollo psicológico y la enfermedad. Comparó tanto homosexuales como a heterosexuales, emparejados por edad, inteligencia y nivel educativo. A los sujetos se les aplicaron pruebas psicológicas y no se encontró diferencias importantes en las respuestas dadas por los dos grupos. Debido a puntuaciones similares, concluyó que la sexualidad no se basa en factores ambientales. Otros estudios confirmaron lo dicho y en 1973, La Asociación Estadounidense de Psiquiatría eliminó la homosexualidad de su Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Psicológicos y en 1975 publicó una declaración pública de que la homosexualidad no era un trastorno mental.
Se han realizado numerosos estudios diseñados para determinar si la homosexualidad tiene o no una causa genética. Lo que se ha encontrado a partir de la década de los noventa del siglo pasado, es que la homosexualidad está en gran medida determinada biológicamente, no influenciada por el medio ambiente. Incluso dicen los de este otro argumento, la investigación psiquiátrica sobre causas sociales y culturales muestra «un tamaño de efecto pequeño y son causalmente ambiguos».
Que sacamos de conclusión: Es difícil llegar a una conclusión definitiva sobre la situación». Creo que hay aspectos de que exista una influencia genética, pero más allá de eso, lo que podemos decir es muy poco.
Lo cierto es que Andrea Rinaldi (https://www.embopress.org/doi/full/10.15252/embr.202255290) un investigador reciente del tema y otros, creen que entre los muchos mecanismos que se han propuesto para explicar la atracción hacia el mismo sexo, la exposición a “condiciones endocrinas atípicas” durante el desarrollo prenatal, es probablemente el que cuenta con el consenso más amplio.