Lilian Violeta Vásquez Sarat es una mujer joven. Para ella estos días han sido difíciles y complicados, tiene el tono de voz de alguien con mucha angustia y preocupación. La razón de esa intranquilidad es que su hijo Luis Alberto de 17 años, no aparece.
El joven salió con un grupo de 12 comerciantes de Cuyotenango, Suchitepéquez a vender pollo a la zona fronteriza entre Chiapas y Guatemala, pero no ha regresado, hasta ahora autoridades no dan cuenta de su paradero.
De los 12 comerciantes, 10 ya no volvieron. Los dos que regresaron contaron lo que sucedió.
Luis Alberto es el hijo mayor de Lilian, cursó segundo básico en el Instituto Básico por Cooperativa San Francisco, Zapotitlán. En sus vacaciones logró convencer a su madre de emprender un viaje del cual todavía no ha vuelto.
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EL CAMIÓN, LA RUTINA Y LA VENTA DE POLLO
«Ellos salieron temprano de aquí el lunes 13 de noviembre, por momentos le escribía a mi hijo algún mensaje al WhatsApp para saber de él. Hasta el momento todo marchaba bien», narra la madre de Luis Alberto.
Para Luis este era el primer viaje que realizaba con el grupo de comerciantes, él aprovechó las vacaciones y le dijo a la madre que quería ir, ella no se negó al deseo del hijo.
Otra de las razones por las cuales la madre de Luis no se opuso al viaje, fue que en ese grupo iba un familiar, Julio Cesar Vásquez Pérez de 27 años, quien ya había hecho esa ruta durante varios años para vender pollo.
Para el viaje que habían emprendido los comerciantes el 13 de noviembre, tenían planificado vender más de 5 mil pollos para crianza. Meta que tampoco se logró.
«Yo perdí comunicación con mi hijo, el martes 14 de noviembre le escribí, pero ya no me respondió. Imagine que no tenía internet. Quien sí se logró comunicar fue mi sobrino (Julio Cesar Vásquez Pérez), con la esposa vía Facebook, comunicación que fue casi de todos los días durante esa semana», cuenta la madre de Luis.
«El último día que mi sobrino le escribió a la esposa fue el jueves 16 de noviembre, el mensaje decía; estamos bien, vamos a salir a vender», narra la entrevistada.
Lilian tiene el recuerdo de los hechos y cuenta que luego de ese último mensaje, la esposa de Cesar Vásquez le volvió a escribir, pero ya no se obtuvo alguna respuesta. El viernes fue lo mismo, el sábado también. Pero el domingo de repente llegaron dos de los 12 comerciantes a decir que los demás estaban desaparecidos.
Lilian se acerco a uno de los que volvió y le pregunto que había pasado…
¿Yo pregunté qué paso, qué sucedió?
Con la llegada de los dos a Cuyotenango, llegaban noticias. «Yo hablé con uno de ellos», dice Lilian.
Él me empezó a contar con detalles; el día lunes que nos fuimos de aquí, ese día llegamos tarde, ya entrada la noche. Llegamos a la Mesilla (Huehuetenango), y seguimos por la Frontera Comalapa (Chiapas), ese día logramos descansar, le explicó.
El día martes salimos a vender los 12, a cada quien se le dio una parte de los pollos para ir a vender, en cada aldea (lugar), el camioncito los iba dejando de dos en dos en cada lugar y, así sucesivamente. Ya por la tarde el chofer del camioncito los pasaba a traer al mismo lugar donde en la mañana los habían dejado. Así paso durante los demás días (miércoles y jueves), le mencionó.
El jueves la rutina fue la misma, dejar a dos en cada punto con una parte de pollos para seguir vendiendo. Pero en la tarde, en la hora del regreso, el camioncito ya no apareció. Ya no volvió.
Al entrar la noche (el jueves), mejor se fueron al cuarto que alquilaban, esperando que volvieran, el viernes igual siguieron esperando que volvieran, pero ya no lo hicieron.
El comerciante que logró volver le dijo a Lilian que el sábado decidieron mejor llamar a sus familiares para que los fueran a traer, porque los demás muchachos ya no habían aparecido.
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UN GRAN VACÍO
En un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex), con fecha 27 de noviembre, señalan que siguen dándole seguimiento al caso de los comerciantes presuntamente desaparecidos, por medio del Consulado de Guatemala en Comitán de Domínguez, Chiapas, México.
«La ausencia de mi hijo se nota mucho, hay un gran vacío entre nosotros», dice la madre de Luis quien suspira y guarda silencio.
La madre de Luis Alberto tiene a la mano el celular, pendiente de alguna llamada o algún mensaje o de alguna noticia sobre su hijo. Hasta el día de hoy no se sabe nada de los desaparecidos. Pero en Cuyotenango las plegarias son para que regresen todos con vida.