Me remonto al pasado para profundizar, como lo hice en mi columna anterior, sobre el debate, en 1977, entre Alejandro Maldonado Aguirre y Manuel Colom Argueta, del Partido Nacional Renovador (PNR) y del Frente Unido de la Revolución (FUR) respectivamente. Mi intención no es marcar sesgo entre la derecha o la izquierda, sino remarcar que, luego de escuchar a estos líderes, lastimosamente veo que el escenario económico y social permanece sin avance. En cuanto a lo político pareciera que actualmente se vive la misma situación al interpretarse caprichosamente la Constitución Política a favor de sectores que ejercen el poder a través del gobierno.
Hace casi medio siglo, tanto Maldonado Aguirre como Colom Argueta abogaron por un procedimiento democrático en la elección de un nuevo gobierno y exigían, como tal, la inscripción no solo de su respectiva agrupación, sino la de todos los partidos que hubiesen solventado los requisitos. “El destino de Guatemala está en la organización popular” acotó Colom Argueta quien invitó a Maldonado Aguirre para participar y exigir las inscripciones y participar en las elecciones de 1978.
¿Es aún posible la inscripción? preguntó el entrevistador. En respuesta Maldonado Aguirre dijo: “Desde el punto de vista legal es posible la inscripción en 24 horas. No puede aceptarse ningún subterfugio de hacer interpretaciones de tipo procesal de la ley ya que prevalece la Constitución de la República…” “Lo que aquí reclamamos es que los guatemaltecos tengan opción clara para proponer esas personas que integrarán el Estado” y que como dice la Constitución “ese proceso debe normarse por procedimientos democráticos, es decir con respeto y acatamiento a la decisión de las mayorías”, remarcó.
Al comentar de quien dependía la decisión de permitir las inscripciones, Colom Argueta no vaciló al indicar “…políticamente depende de una decisión del presidente porque el director del Registro Electoral es un funcionario nombrado por el presidente…definitivamente es el presidente quien tiene la decisión” dijo el líder socialista quien recordó que desde 1966 no se habían dado inscripciones de partidos como una forma de coartar el sistema democrático. Maldonado Aguirre no hubiera gobernado porque él no era parte de los intereses de quienes ostentaban el poder, aunque pregonaran la misma ideología, y Colom Argueta tampoco lo hubiera logrado por ser de pensamiento socialista, progresista dirían hoy.
Da tristeza y decepción ver que medio siglo después, la historia se repite cuando unos pocos -al frente del poder- evitaron la inscripción de partidos políticos, impidieron que algunos políticos participaran; y en el último de los casos intentan evitar que asuman aquellos que democráticamente fueron electos.
NO SE VALE, acudir al pasado para hacer ver que, sin importar los tiempos, campaña tras campaña y gobierno tras gobierno siempre es una élite la que decide, la que gobierna, y que al igual que en el pasado, existen líderes que intentan separarse y crear movimientos legítimos sin lograrlo porque esos “poderes ocultos” son en extremo poderosos y dispuestos a cualquier cosa por retener y fortalecer ese dominio. Y aunque afortunadamente el asesinato físico ha dado paso a la “muerte civil,” la cárcel o el exilio poco han cambiado la historia. Ante esto ¿No es el diálogo la herramienta para alcanzar acuerdos -grandes o pequeños- y cambiar la ruta?
YA ES HORA de respetar la Constitución, la institucionalidad, las leyes y la decisión del pueblo a través del voto. Los avances que se tuvieron en 1985 luego de la promulgación de la nueva Constitución Política se han desestimado obligándonos a retroceder ¿Qué pasó? ¿Cómo hacer para volver a donde estábamos y continuar avanzando?