Walter Juárez Estrada
Guatemala, está en una crisis institucional postelectoral. El presidente Giammattei, no debe desoír el clamor popular, que se ha unido y exigido que la fiscal general María Consuelo Porras, el fiscal de la FECI. Rafael Curruchiche, su auxiliar Cintia Monterroso y el juez Fredy Orellana, depongan sus cargos, a quienes les imputa la responsabilidad de haber judicializado el proceso electoral, violentado la documentación de las elecciones de junio y de agosto, allanando las oficinas del Tribunal Supremo Electoral, con clara violación a las leyes que regulan los procesos electorales y la Constitución Política, que tiene 38 años de promulgada.
Esos y otros incidentes obligaron a los 48 cantones de Totonicapán y de Sololá unirse como algo nunca visto en la historia jurídica-política de Guatemala, en la era democrática y se han unido todos los guatemaltecos para que el futuro gobierno del Movimiento Semilla, se le resigne el cargo el 14 de enero y se desechen las acciones espurias que no tienen sustentación, se evite que la crisis que creo el mismo gobierno con los funcionarios del Ministerio Público y el Organismo Judicial, se escuchen las observaciones puntuales de la comunidad internacional, que ha sido testigo idóneo que el ganador de la presidencia fue Cesar Bernardo Arévalo de León, que dio la sorpresa y no es aceptada por el crimen organizado y los corruptos que son los que sostienen al gobierno de Giammattei.
La población se ha volcado en todo el país para exigir la renuncia de Porras y sus cómplices. Los bloqueos han causado un grave perjuicio económico en todos los sectores y pérdidas millonarias nunca vistas. Es aquí, donde el mandatario, debe poner atención y decidir el futuro de Porras. Se conoce que el gobernante le pidió su renuncia y la respuesta de la Fiscal General, fue que lo haría y que había instruido al Curruchiche, para que preparara toda la documentación de la corrupción que ahora tiene en la soga al cuello al mandatario, que debe tomar una decisión: la salida de Porras y abrir la brecha para que la dignidad nacional, no sea víctima de su corrupción y así se liberarían las carreteras y el pueblo volvería ser el que todos esperamos con paz y progreso.
Giammattei, ha perdido la confianza de millones de guatemaltecos que sin bandera política y con el interés que el país recobre su credibilidad a nivel nacional e internacional, sea la Guatemala, que todos esperamos y es una verdadera bajeza y desvergüenza del gobernante, a incriminar al futuro presidente, ser el que organizó las manifestaciones y que tiene paralizada la economía nacional. Un hecho que no es verdad porque fueron los dirigentes indígenas de Totonicapán y de todo el país, que se volcaron a protestar por el atropello que hizo el MP por la “orden” que dio el juez Orellana, para confiscar la documentación que deba fe de la voluntad de los electores.
Giammattei, debe decir si está con el pueblo o con la corrupción. Si Porras no renuncia y la sigue en el cargo, las manifestaciones y protestas seguirán con mayor fuerza y se espera que los organismos internacionales y el futuro mandatario, medien en el conflicto, para que la paz y la armonía vuelvan. De no hacerlo, el país será marginado por los organismos internacionales y será un duro golpe para todos. Lo que por ninguna razón debemos aceptar.