Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Luego de conocer sus críticas al Paro Nacional y sus amenazas de “judicializarlo”, vuelve a primer plano la petición generalizada, hecha desde los inicios de su período presidencial, de que renuncie al cargo que siempre le quedó exageradamente grande. No supo estar a la altura cuando la pandemia golpeó a Guatemala, ni en limitarla, al aceptar que Trump nos inundara con deportados que eran portadores del COVID-19, al no tener tratamientos adecuados y al permitir que las vacunas rusas se convirtieran en un gran fraude y robo. En ningún momento ha pensado el presidente en dar respuesta positiva a las necesidades de las grandes mayorías. Se ha dedicado a favorecer a las minorías ricas o deseosas de serlo de cualquier manera, vía abuso y/o corrupción, y se ha dedicado a cooptar y prostituir las instituciones del Estado, particularmente el Ministerio Público. La letanía de abusos y actos delictivos que ha perpetrado, de principio a fin, es demasiado grande; pero quiero resaltar su fracaso en la contienda electoral. El plan de legitimar a la “dictadura de la corrupción” mediante el proceso electoral de 2023, no solamente colapsó sino que también le cayó encima. Pueblo y comunidad internacional saben de qué se trata el régimen que Giammattei quiso impulsar y, sin vacilación alguna, lo han rechazado. Lo condenan hoy y lo condena la Historia.

Desesperadamente, Giammattei y los cuatrocientos ladrones y mucho peor que le siguen trataron de corregir sus evidentes fallas con los planes electorales, y las cortes y el MP, con total complicidad, recibieron el encargo de invalidar la elección de Bernardo Arévalo y Karin Herrera y buscar la cancelación del Movimiento Semilla. Creyeron, como han creído antes los grandes capitalistas en Guatemala y los militares contrainsurgentes, que reclamando la “soberanía nacional” y repitiendo constantemente la frase “injerencia extranjera” iban a poder “robarse” la voluntad ciudadana con respecto al próximo gobierno. En lugar de resolver su problema, los sucesivos actos ilegales e inmorales del MP los ha sumergido más en la escoria. El robo violento de la documentación del TSE, con agresión física a magistrados y personal, muestran a Giammattei como un tirano que, a falta de argumentos, recurre a la fuerza para imponer su voluntad frente a 2.2 millones de votantes. En su cuenta está ya Lorenzo Tzoc, baleado cuando se dirigía a una toma vial.

A Giammattei le quedan dos opciones. La primera es, con base al artículo 251 de la Constitución de la República, destituir de inmediato a Consuelo Porras, ejerciendo su potestad de removerla por causa justificada, debidamente establecida. El Paro Nacional es una expresión de la causa más justificada que puede existir: el ejercicio de la soberanía del Pueblo, que es superior a cualquier institución del Estado o funcionario alguno, desde el Presidente hacia abajo. La alternativa, si es que Giammattei no puede superar la extorsión a la que es sometido por la Fiscal General, que le sabe sus múltiples delitos, es su renuncia inmediata, para que otro jefe de Estado, con más valor, saque a dicho personaje.

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