Imagen: Cortesía Suplemento Cultural
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Rafael Zea Ruano

 

 Rafael Zea Ruano. Nació en Chiquimula, el 25 de mayo de 1911. Estudió en el Instituto Nacional para Varones de Oriente y en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, de donde se graduó de abogado y notario. En el acto académico respectivo defendió su trabajo de tesis titulado Garantías sociales: el trabajo (1946).

Desempeñó los cargos siguientes: catedrático y Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, diputado y Magistrado de la Corte Suprema de Justicia. En 1950 obtuvo el segundo puesto en el concurso del himno de Chiquimula. Falleció en la Ciudad de Guatemala. En 1945, la Tipografía Nacional pone en manos de los lectores el poemario: Voces de soledad. Aquí les dejamos esos versos.

 

SUBTERRANEO

I
Por las grises distancias
el tiempo
se detiene en el recuerdo.

Las clepsidras
ahogan los instantes
en gotero de angustia.

Y desde que te has ido
en el adiós de lágrimas,

Y desde que te has ido
por intangibles rutas
a lo eterno,

hay sangre de minutos en la vida,
desolación de horas en el alma.

II

Estoy entre la sombra
buscándote en el alma de la sombra.

Pidiéndole al silencio
la luz de una palabra…

Y mis ojos en llanto
se han quedado sin verte…

La palabra

enmudeció clavada en el silencio…

Y el tiempo

en el gotero de la angustia
se queda en el recuerdo.

Imagen: Cortesía Suplemento Cultural
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AUSENCIA

ANGUSTIA,
soledad.

La vida
—sin rosa de los vientos—
se pierde en caminos de lágrimas.

Olvidada
la canción
hecha en rocíos.

Olvidado
el ritmo de esperanza
que murió
en un capricho de la ausencia
callado para siempre.

ANIVERSARIO

Ya no puedo decirte…

¿lo recuerdas?

bajo la tarde
que tenía
rubores
de inquietud adolescente
nació el poema niño.

Tú lucías
sonrojos en la tarde,
yo
soltaba los pájaros del canto.
Hoy no puedo decirte
¿lo recuerdas?

Calló el poema niño,
la tarde ya no tiene
sonrojos
de inquieta adolescente
ni pájaros de canto…

NADA

Nada…
la angustia
habla
con palabra muda,
en grito
al oído del dolor.

Dolor en filo
angustia

retorcida en soledad.

El alma
quiso oír
la palabra de la angustia,
escuchar
ese grito de la angustia…
y se ahogó en sus lágrimas.

MAÑANA
Ayer…
luces de ensueño
iluminaban el camino.

Inflorescencia
amanecida.

Hoy…
las horas en suspenso
en el reloj sin tiempo
en que el minuto
se llama eternidad.

Las horas
se desgranan
anémicas,
estériles.

Mañana
—el mañana ilusorio
para todos—
mi corazón en vela
ha de soltar sus pájaros
con alas de tristeza.

CANCIÓN A LA QUE
YA NO VUELVE
Para no volver nunca…
silenciosa,

olvidada
de la espera y el llanto

te alejaste.

Y estás
muy distante,
muy lejana.

He buscado
las señas de tu paso
en la huella del viento.

La luz de tu sonrisa
que me encendiera estrellas
en la vida…

Pero tú
ya no vuelves…

mi corazón lo sabe
lo sabía

desde la tarde
en que te fuiste silenciosa,
olvidada
de la espera y el llanto
mi corazón
que es vaso de crepúsculos.

Y estás hoy
tan lejana
tan ausente
para encender estrellas
en mi vida.

Imagen: Cortesía Suplemento Cultural
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VENDRAS HASTA MI SOLEDAD
I

Has de venir
hasta mi soledad

cuando mi corazón
se sienta débil

cuando la cruz de pena
sea más cruz

cuando piense
que ya no has de volver

porque estás tan lejana
y tan ausente

vendrás
a levantar mi corazón
frente al dolor.

II

Te llamaré
en la voz de las amanecidas

en la luz de rosas de las amanecidas

y tu voz
se filtrará en el pulso del instante
para venir
hasta mi soledad
—cuando la cruz
se haga más cruz sobre mis hombros—
a levantar
mi corazón
frente a la pena.

SOLEDAD

Estamos solos
alma
estamos solos

en la hora
de llanto y de ciprés

aquí
donde la sombra
es miedo entre la sombra

donde estoy
sin hallarme
perdido en el dolor.
Y hay fuga
de alas blancas
a lo eterno.

A veces
te me vas en esa fuga de alas
a lo eterno,

y me dejas
más solo
en la noche
de llanto y de ciprés.

NOCTURNO

TIEMBLA
un ala de angustia
en el alma del tiempo.

Estrangula l
a vida
amarga soledad.

Estoy
en el café
muriendo apenas
bajo tristeza y ron.

Cae la noche
en mi corazón.
Brota la noche
desde mi corazón.

Tiembla la angustia,
tiembla
como una lágrima
en la pestaña negra
de esta hora de abismo.

Tu imagen se me va
por ignotos caminos
fugitiva.
Se me va
con la cajita blanca
en que te llevas
un pétalo de rosa
que yo regué con lágrimas y besos.

Estoy solo
muriendo apenas
bajo ron y tristeza.

La noche cae
sobre mi corazón.

Y es en vano
que interrogue al silencio,
que busque en el misterio
lo que no da el misterio…

Es en vano
inquirir
si el alma está en mi alma
o en el alma
de esta hora que se vistió de abismos…

ENTONCES
Estás en mi recuerdo
como entonces

como en la tarde aquella
quinceañera de ensueños.

Entonces
mi corazón
ardía en versos niños.

Era entonces…
el pasado
que destrozó el espejo de venturas
y se volvió
presente de sollozos.

Hoy eres…
flor de ausencia y lejanía.

Pero estás en el alma,
en el recuerdo

como la tarde aquella
quinceañera de ensueños
cuando mi corazón
ardía en versos niños.

Selección de textos Roberto Cifuentes Escobar

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