Las elecciones generales del 2023 se celebran este domingo. Todo está establecido, la alineación de los poderes e instituciones de control del Estado hicieron su trabajo, dejaron en el camino a partidos de izquierda con opciones de puntear –MLP-, sacaron a candidatos que consideraban molestos incluso de derecha –Roberto Arzú-, también evitaron candidaturas socialdemócratas para la alcaldía –Julio Solórzano Foppa- e incluso vetaron la participación de un diputado que cuestiona al sistema como Aldo Dávila.
Según el Pacto de Corruptos, estas bajas decididas desde el centro de este grupo amorfo y disímil como funcionarios, diputados, empresarios, grupos vinculados al crimen organizado y, por supuesto, magistrados (TSE y CC), habrían despejado la ruta para que los candidatos de esta cuasi dictadura corporativa pudieran ganar fácilmente. Pero los problemas empezaron con establecer su candidato, pues el oficial no despegó nunca y los otros tres no son sus favoritos, al contrario, resultan molestos (Torres) o generan desconfianza (Zury) o bien pudieran desalinearse (Mulet).
Ahora la situación no termina ahí. Un par de socialdemócratas empezaron poco a poco a repuntar. Uno con mayor fuerza y consistencia (Villacorta) que el otro (Arévalo), por lo que se sitúan detrás de los tres supuestos candidatos de vanguardia, pero su tendencia alcista los tiene tan preocupados (Pacto de Corruptos más financistas de UNE, Valor-Unionista) pero aún más en el caso de Mulet (Dionisio Gutiérrez).
Por ello, se han unido –en intereses-, pero con objetivos distintos para desbancar, deslucir o deslegitimar a Manuel Villacorta, quien se ha caracterizado por su aceptación notable a nivel urbano con grupos jóvenes y adultos progresistas y aún algunos conservadores que ven que la situación del país demanda cambios de fondo y estiman, como lo considero igualmente, que él es el único que puede acometer esa gigantesca tarea.
A este proceso tardío de pretender sacar a Manuel Villacorta o de minimizarlo se han unido medios de comunicación que con encuestas poco o nada confiables, lo buscan eclipsar para no mostrar que efectivamente está muy cerca del segundo o incluso ya lo pasó, pero cabe la casualidad que ese segundo es Mulet, por ello la encuesta de mañana para ellos es importante, así como la columna de opinión que también denuesta a Manuel Villacorta, porque fue crítico de estos resultados que a todas luces resultan arreglados o amañados para favorecer a Mulet.
Así que este fin de semana guatemaltecos –mujeres, hombres, ancianos y jóvenes-, debemos pensar con claridad nuestro voto. El voto nulo no es una opción –aunque la iniciativa inicial de esta ley tenía sentido, en el congreso la fracturaron para evitar que el voto nulo se convirtiera en una verdadera opción-. Es imprescindible votar y acá la dicotomía, la disyuntiva, la decisión: votar para aceptar la continuidad de estos grupos abusivos que únicamente saben destruir instituciones y generar corrupción sumado a la impunidad o bien plantearnos la ruptura; es decir, el cambio, la transformación, romper con una inercia maniquea y terrible que, de continuar, terminarán sepultando el futuro de nuestra sociedad y nuestros hijos y nietos.
El cambio se impone, no podemos votar por seguir igual, hoy más que nunca debemos poner nuestra conciencia en que el voto que ejerzamos se convierta en una oportunidad para abrir las potencialidades de un futuro mejor para nuestro país, para nuestra sociedad, para nuestra heredad.
No ponga atención de encuestas tardías y amañadas que aparecerán en estos días que anteceden a las elecciones. Nuestro voto, nuestra revolución silenciosa pero contundente es lo único que tenemos de frente, ya no hay más tiempo, ni oportunidad, es ahora o nunca.