Traslados en avión del norte al sur de México. Movimientos en autobuses entre ciudades en el sur. Migrantes que avanzan, otros que quieren regresar. Albergues abarrotados. Instalaciones migratorias vacías.
Con el fin de las medidas estadounidenses para expulsar a miles de migrantes de forma expedita por cuestiones de salud -el llamado Título 42- hace una semana, los intentos de cruzar sin autorización legal la frontera sur de Estados Unidos se han reducido sustancialmente. Sin embargo, el panorama de la migración en México es incierto, con miles de personas en movimiento por territorios plagados de organizaciones criminales y sin información clara sobre los planes de las autoridades.
Según datos ofrecidos el viernes por el Departamento de Seguridad Nacional estadounidense, en la última semana hubo cerca de 4.000 interceptaciones diarias de migrantes en promedio frente a las 10.000 de los días previos.
En total, durante la semana fueron devueltos a México 1.100 migrantes venezolanos, haitianos, cubanos y nicaragüenses.
Por su parte, el gobierno mexicano ha comenzado a trasladar a los migrantes de las ciudades fronterizas en el norte y el sur del país a otros lugares del interior para aliviar la presión.
The Associated Press pudo confirmar vuelos de las ciudades norteñas de Piedras Negras, Reynosa y Matamoros. También traslados en autobuses desde Tapachula, en la frontera con Guatemala, hacia la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, 400 kilómetros hacia el interior.
La noche del viernes, el Instituto Nacional de Migración (INM) estaba ofreciendo a los migrantes acampados en el centro de la capital, la mayoría de ellos haitianos, traslados vía aérea a Huixtla, una localidad muy cercana a Tapachula, para alojarlos allá y agilizar la entrega de documentos, dijo a la prensa Alma Rubí Pérez, delegada del INM en Ciudad de México.
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Más de 500 personas aceptaron y fueron repartidas también por estados vecinos a la capital, indicó una autoridad federal que pidió el anonimato por no tener autorización de hacer declaraciones.
El jefe de Migración en el estado fronterizo de Tamaulipas, Segismundo Doguín, señaló la semana pasada que se trataba de “movimientos laterales a otras zonas del país” de carácter “humanitario” y “voluntario” para que personas que buscan una cita con las autoridades estadounidenses a través de la aplicación CBP One puedan hacerlo desde ciudades menos concurridas.
En entrevista telefónica con la AP, Doguín dijo que el primer avión desde Matamoros salió el viernes pasado y aseguró que se harán todos los traslados que fueran necesarios tanto desde esa ciudad como desde Reynosa.
En los primeros días de esta semana se estaban trasladando vía aérea desde toda la frontera norte unos 300 migrantes diarios, indicó a la AP la autoridad federal mexicana antes mencionada.
Agregó que la mayoría de los vuelos estaban llegando a Villahermosa, en el sureste, un punto desde donde no se pueden concertar citas con CBP One.
Un venezolano que fue trasladado en avión desde Piedras Negras, en la frontera con Texas, a Villahermosa, Tabasco, contó que lo dejaron en la zona industrial de esa ciudad.
«Ahí nos soltaron y me vine aquí derrotado”, explicó desde el albergue “La 72” en Tenosique, también en el sureste, tras pedir que sólo ser identificado por su primer nombre, Pedro.
El hombre, de 43 años, logró la residencia legal en México pero en mayo decidió cruzar ilegalmente a Estados Unidos justo antes de que cambiaran las normas y fue devuelto. Ahora no sabe si buscar trabajo aquí o regresar a Colombia, donde se encuentra su familia.
Movimientos similares a los actuales se realizaron durante el gobierno de Donald Trump cuando inició el programa para que los solicitantes de asilo en Estados Unidos esperaran su cita en México en 2019 y luego con el inicio de la pandemia y del Título 42 en 2020.
Según explicó a la AP Tonatiuh Guillén, sociólogo y exjefe de la agencia migratoria mexicana, ahora Estados Unidos está penalizando más los cruces ilegales aunque abrió algunas vías de entrada regular -y esa “hostilidad” hacia los migrantes continúa en México.
Por su parte, el gobierno mexicano está dando “dos mensajes distintos: un mensaje de fuerza y un mensaje de relajamiento” ya que por un lado se anunció más contención pero se está deteniendo a menos personas.
A consecuencia del incendio en las instalaciones migratorias de Ciudad Juárez donde en marzo murieron 40 migrantes, el INM cerró los centros de detención pequeños que tenía por todo el país e inició una revisión en los grandes.
Según confirmó a la AP la autoridad federal citada anteriormente, todos están prácticamente sin migrantes. El mayor del país, en Tapachula, estaba vacío el viernes, confirmaron otros dos funcionarios federales en esa ciudad que también pidieron el anonimato por no estar autorizados a hablar públicamente.
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Sin embargo, los albergues gestionados por la sociedad civil en la capital y el sur están abarrotados, una situación que preocupa al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, según dijo el miércoles en su cuenta de Twitter. En Ciudad de México algunos están a un 800% de su capacidad, denunciaron en un comunicado una treintena de organizaciones de defensa de los migrantes.
En el norte están más vacíos debido a los trasladados y a que muchos migrantes se apresuraron a cruzar la frontera en los días previos al cambio de política.
“La parte norte de la ruta migratoria se ha vaciado un poco, pero las partes sur y central siguen llenándose todo el tiempo”, dijo Adam Isacson, observador cercano de la frontera en WOLA, una organización de derechos humanos con sede en Washington. “Obviamente es un equilibrio que no puede mantenerse durante mucho tiempo”.
Además, los documentos que está ofreciendo ahora México con mayor rapidez ya no son los que permitían el tránsito de forma temporal sino órdenes de expulsión.
Un día de esta semana varios cientos de migrantes esperaban en Tapachula los autobuses del gobierno que los trasladarían hasta Tuxtla Gutiérrez. “No nos han especificado nada de qué permiso nos van a dar, sólo que tenemos que seguir con el proceso de los papeles allá», explicó el guatemalteco Edwin Flores.
Al llegar allí muchos recibían “oficios de salida”, documentos que, según Guillén, son «invitaciones a salir del país” que complican la posibilidad de pedir protección internacional.
Otros no reciben ni eso. “Migración en ningún momento nos dio ningún documento… todo fue un engaño”, dijo a AP a través de mensajes el venezolano Juan Camilo Mena, quien se subió a uno de esos autobuses esta semana. Según el migrante, al llegar a Tuxtla les dijeron que siguieran su camino por su cuenta. “La verdad no sabemos qué hacer».
Para el extitular del INM, con tanta gente movilizándose “los grandes ganadores son los traficantes de personas”, que controlan los cruces clandestinos y pueden extorsionar o secuestrar.
En las últimas semanas el propio presidente Andrés Manuel López Obrador ha confirmado secuestros masivos de migrantes en centro-norte del país, grupos de 50 ó 100 migrantes de los que se tuvo noticia porque hubo una denuncia.
Pero la cantidad puede ser mucho mayor.
Una de las responsables del albergue “La 72”, Alejandra Conde, dijo que sólo el miércoles llegaron siete víctimas de secuestro que ni siquiera quisieron hacer la denuncia.
«¿En manos de quién están las personas en movilidad?», se preguntó Conde. Es como “una estrategia maquiavélica entre las autoridades y el crimen organizado”, agregó.
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Clemente reportó desde Tapachula, México. El periodista de la AP Christopher Sherman contribuyó en este despacho.