El Centro Internacional para la Justicia Transicional -ICTJ- dice que la Justicia Transicional se refiere a cómo las sociedades responden a legados de violaciones masivas y graves de los derechos humanos. Dice a su vez que, plantea algunas de las preguntas más difíciles del derecho, la política y las ciencias sociales y representa innumerables dilemas. Sobre todo, la justicia transicional tiene que ver con las víctimas.
Se centra en sus derechos y dignidad como ciudadanos y seres humanos y busca rendición de cuentas, el reconocimiento y la reparación de los daños sufridos. Al poner a las víctimas y su dignidad en primer lugar, la justicia transicional señala el camino a seguir para un contrato social renovado en el que se incluye a todas y todos los ciudadanos y se protegen los derechos de todas y todos.
La justicia transicional involucra a personas que se unen para enfrentar los legados de graves atrocidades, o para poner fin a ciclos recurrentes de conflictos violentos, mediante el desarrollo de una variedad de respuestas. Estas respuestas pueden incluir reformas a los sistemas e instituciones legales y políticos que rigen una sociedad, así como mecanismos para descubrir la verdad sobre lo que sucedió y por qué y para determinar el destino de las personas detenidas o desaparecidas forzosamente. Pueden incluir procesos judiciales y extrajudiciales, como enjuiciamientos penales, nacionales o internacionales para responsabilizar a los perpetradores.
Una de esas personas que comprendió la necesidad de que la sociedad conociera la verdad y pudiera darle voz a quienes habían sufrido las graves violaciones a los derechos humanos, fue sin duda Monseñor Gerardi, que impulsó y dirigió el Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica -REMHI-. El Informe “Guatemala Nunca Más” documentó 6 mil 494 testimonios de personas que durante los 36 años de Conflicto Armado Interno sufrieron el terror de Estado y la política contrainsurgente.
El REMHI fue presentado por el propio Monseñor Gerardi, el 24 de abril de 1998 y posibilitó que una enorme mayoría de guatemaltecos y guatemaltecas, pusieran rostro al enorme dolor vivido y pudieran acercarse a la verdad de los hechos acaecidos. Dos días después de dicha presentación, los mismos actores, que formaron parte del terror de Estado, le asesinaban a sangre fría, pero al igual que con muchos hombres y mujeres más, no pudieron matar su palabra y su legado.
El REMHI y la encomiable labor de quienes recopilaron los testimonios, de las y los investigadores, fue sin lugar a dudas base no sólo para que la verdad sea conocida, sino formó parte de la recuperación de nuestra memoria histórica como país, coadyuvó a las víctimas a transitar hacia la búsqueda de justicia y alcanzarla en algunos casos. Hoy Guatemala transita rápidamente hacia la consolidación de la dictadura y de no hacer esfuerzos más decisivos, sin lugar a dudas la repetición de muchos de los hechos documentados por Monseñor Gerardi y su equipo de valientes.