Jóvenes por la Transparencia

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Raúl del Valle
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“Debemos aceptar la decepción finita, pero nunca debemos perder la esperanza infinita.”
-Rev. Martin Luther King Jr.

La fuerza militar y bélica que desplegó Hitler en Europa con la que inició la Segunda Guerra Mundial en 1939 no tenía precedentes e hizo temblar al mundo entero. La organización que el III Reich tenía, los recursos y la capacidad humana por poco cambian el rumbo de la historia, pero, en medio del terror y la desesperanza eventos concretos hicieron que un régimen de semejante magnitud no lograra su objetivo de la conquista mundial.

Casi cuatro años después del ataque a Pearl Harbor la mitad de Europa se encontraba destruida por los bombardeos, la comida escaseaba, muchas personas habían sido desplazadas por la guerra o habían huido para mantenerse a salvo, otras se encontraban prisioneras del conflicto o en campos de concentración y rápidamente perdían la esperanza, pero un evento, un pequeño evento fue el inicio del fin para las oscuras intenciones de Hitler, un evento abrió una luz, una oportunidad, el desembarco de Normandía donde las tropas aliadas lograron entrar a Francia, recuperarla, debilitar a los nazis y abrir la puerta para llegar hasta Berlín donde finalmente el Tercer Reich fue derrotado.

Pero probablemente se pregunten ¿a qué se debe tanto contexto histórico que quizás ya han escuchado o visto en películas?, y más aún, ¿qué tiene que ver ese contexto histórico con la frase de Martin Luther King Jr. al inicio del artículo?, pues bien, esta época tan obscura hizo a muchos desesperar, pensar que todo se había acabado y que terminaríamos viviendo bajo un régimen absolutista como el que los nazis tanto ansiaban, pero de nuevo, un solo evento pudo ser determinante para que eso no sucediera y que la esperanza pudiera resurgir del fondo del abismo colectivo donde se encontraba.

Casi al mismo tiempo que sucedía esto en Europa, en Guatemala se libraba una batalla propia, tratar de librarse del régimen dictatorial de Jorge Ubico. Estoy seguro de que el sentimiento era muy similar al de la mayoría de los europeos de la época, desesperación y temor, pero que los estudiantes de la USAC, de la Escuna Normal para Varones, y los maestros de todo el país unidos en hartazgo total a la opresión de Ubico se unieron para manifestarse en contra y que provocó un hecho que desató la Revolución del 44’, el vil asesinato de la Maestra María Chinchilla.

Tanto abuso, tanta violencia, tanta maldad y tanta opresión finalmente cayeron ante la organización de pueblos, en los cuales seguro había quienes habían perdido la esperanza, pero que la solidaridad y esperanza los rescató de su propia oscuridad. La decepción que menciona Luther King Jr. la ejemplifican bien las acciones del nazismo, así como también las de Ubico, pero la lluvia que cayó, aunque fue una tormenta, fue agua limpia y fecundante que hizo fortalecer las raíces de las sociedades oprimidas para unidos librarse del yugo de la tiranía.

Estamos próximos a un proceso electoral decepcionante, donde se siente que la decisión de quien nos va a gobernar ya se tomó en las altas y reducidas esferas del país. Venimos de ocho gobiernos “democráticos” que lo único que han demostrado es como progresivamente la corrupción se ha institucionalizado en Guatemala y que lo único que le interesa al político es matar, robar y destruir. Pero en el medio de esta tormenta, ¿realmente queremos legitimar esa decisión ya tomaron?

Personalmente he sido fatalista y negativo en mis últimos artículos, normal para alguien frustrado y decepcionado, pero en semanas pasadas he podido escuchar dos cosas que, como lluvia en medio de la sequía, siento que me están devolviendo la esperanza. Primero, parafraseando a un brillante profesor universitario, “ningún régimen demuestra debilidad hasta 5 minutos antes de caer”. En verdad, a pesar de las adversidades, tenemos de la esperanza por más pequeña que sea, que el sistema corrupto totalitario que actualmente nos gobierna caiga, y no solo los actores principales, la estructura completa.

Lo veo con los estudiantes en contra del fraude de la elección a rector en la USAC, con las comunidades indígenas, con las mujeres que salen a manifestar por sus derechos, con los jóvenes que todos los días salen desde muy temprano a estudiar y trabajar, todos en digna resistencia ante las deplorables condiciones del país. Y eso me lleva al pensamiento final de una sobresaliente abogada y amiga, “el voto nulo no es una opción, es un deber ante la mediocre oferta política”. Creo, sin ser el más estudioso en leyes, que sí, el voto nulo es una opción para considerar, aunque nos impongan a un rector, fiscales, jueces, diputados, alcaldes, magistrados, presidente o presidenta, es un claro mensaje hacia todos ellos de que no son legítimos, que son usurpadores, y que más allá de un simple mensaje es una forma de materializar la esperanza en una acción fulminante de la cual el régimen no se pueda recuperar. Demos juntos ese paso.

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