Por: Ángel Elías
Nada mejor para esta fecha de los enamorados que una historia de enamorados. Y si nos escapamos, de Mónica Lavín e ilustrado por Alejandra Lara publicado por la colección Vientos del pueblo, del Fondo de Cultura Económica es un buen motivo para recordar al amor.
El cuento relata cómo dos adolescentes viven aquella experiencia relacionada con el primer amor y claro, el primer amor no se olvida, a lo mejor a la persona sí, pero la sensación no. Ellos viven en la Ciudad de México y planean cómo escaparse de las clases para pasear por viveros, calles y cafés de aquel lugar el cual se volvería testigo de ese primer gran romance.
Esto lo hacen en la clandestinidad y al margen de sus padres quienes suponen que aquellos personajes asisten a sus clases, cuando en realidad tejen una relación llevada por el pasear de manos entrelazadas, sonrisas cómplices y alguna merienda. ¿Cómo no recordar la sensación del primer amor, del acercamiento adolescente, el titubeo en el habla o el sudor de manos?
También nos da la cotidianidad de Cecilia, la adolescente que vive con su familia en la década de 1980 en México. Nos cuenta la relación con su familia, pero en especial con su padre del que dice: “A Cecilia le gustaba que la llevara su padre, que veía muy bien recién rasurado y que olía a loción. Ya por la noche cuando llegaba a casa de la oficina no era el mismo: se le notaba el sudor en el pelo, los dientes oscuros de café, la voz desganada. Ella estaba segura de que le tocaba lo mejor de su padre. En primeras no estaba mamá intentando resolver algo práctico, recalcando algún evento o en el mejor de los casos recordando cosas que Cecilia desconocía. Su padre era para ella sola”.
En este libro con su título revela la trama, el escape adolescente por las calles de México. Lo que no revela es el contexto, algo que le agrega misterio y peligro a la historia. Es una tradicional historia de amor, en una burbuja de caos, desorden e incertidumbre. El amor es así, descontextualiza a las parejas y los sumerge en la cotidianidad del romance. Desde estas líneas no pretendemos juzgar al amor de pareja que comienza en la adolescencia. Es más, lo celebramos y que a pesar del caos del mundo aún queda la esperanza de volver a andar con el ser amado tomados de la mano, así se esté destruyendo el universo.
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