Danilo Santos
En Guatemala nos han acostumbrado tanto a callar durante siglos, a no decir lo atroz de la realidad que tenemos enfrente (para no meternos a problemas), a agachar la cabeza y aguantar estoicamente los abusos de quienes están “por arriba de nosotros”, a aceptar como buena la corrupción y el abuso con tal de sobrevivir. Sin embargo, ha surgido un personaje que levanta la voz, una, y otra y otra vez, en contra del mal gobierno y a favor de la población, y se ha convertido en una figura digna de reconocimiento popular; es el caso de Aldo Dávila. En un país homofóbico, violento, donde al funcionariado público se le venera con exagerada pleitesía, que exista alguien que irrumpa en la cultura del sometimiento y del miedo, que diga lo que las mayorías quieren decir pero que no se atreven, y que además, tenga poder para corregir los desmanes de la clase política corrupta, es no solo un personaje disruptivo, sino además, un tipo valiente que da el ejemplo de cómo debemos relacionarnos con ministros, congresistas, magistrados, y hasta con el propio Presidente de la República.
Por supuesto hay muchos que no comparten su forma de fiscalizar y de enfrentarse en el hemiciclo con los demás diputados y diputadas. Pero es el único que lo hace sin pensar en las consecuencias o en cómo afectará su proceder en sus negocios políticos, porque no los tiene, el interés genuino de Aldo Dávila es representar y eso ya dista mucho de a quiénes o que representan los demás legisladores.
El diputado Dávila simboliza el advenimiento indeseado de las clases populares a un espacio que históricamente ha sido dominado por gente acartonada que solo sirve a los convencionalismos sociales, que tienen doble moral y que lo último que les interesa son precisamente esos a los que Aldo Dávila representa. Cuántas veces no ha querido usted decirle tres cosas bien dichas a un diputado o diputada, a un ministro, a Miguel Martínez, que, dicho sea de paso, hasta ahora no se sabe qué papel juega en el gobierno si no es funcionario, ni diputado, ni nada más que alguien cercano al presidente Giammattei, a quien muchos de nosotros también quisiéramos poner en su lugar de cuando en cuando.
Se equivoca algunas veces Aldo Dávila, tanto como usted o como yo, pero tiene más aciertos a favor de la población que errores. Se necesita en el hemiciclo parlamentario, más gente valiente como él, que venciendo sus miedos sean capaces de ir a representar a sus departamentos y al país, que incomoden todo lo que sea necesario al sistema, él es incómodo y que bueno que así lo sea.
Se acerca el momento en que podemos hacer que el Congreso de la República sea un espacio donde se hable de nuestros problemas y se legisle para resolverlos, donde haya personas que fiscalicen al Ejecutivo y combatan la corrupción, donde haya verdadera representación. Con la gran mayoría de quienes están y han estado, no ha habido respuestas ni soluciones a la problemática de nuestras familias, municipios y departamentos. Así que, si no tiene miedo, fiscaliza, tiene propuesta, es incómodo al sistema y está dispuesto a enfrentarlo con honradez, ese es el correcto.