Marco Tulio Trejo

mttrejopaiz@gmail.com

Soy periodista, comunicador social y un soñador creador de opinión pública, para hacer conciencia que permita mejorar los problemas sociales, económicos y políticos que nos aquejan y nos mantienen inmersos en una sociedad con pocas oportunidades de vida para las nuevas generaciones. Estoy convencido de la importancia que tiene la prensa, en el fortalecimiento de la democracia, para coadyuvar a la consolidación de un Estado de Derecho con una certeza jurídica y el lema de mi señor padre siempre fue: “la pluma no se vende, ni se alquila”.

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3Las fuerzas de seguridad civil perdieron el respeto de la población por la forma como han sido dirigidas por los mandos, aunque hay muchas razones y circunstancias, pero al final de cuentas cada día muchas personas han dejado de creer en el trabajo que realizan, vemos que los elementos están involucrados en hechos delictivos y lo que menos les preocupa es velar por la función que les otorga la Constitución Política de la República.

Los índices de criminalidad se mantienen en niveles altos, unos suben y otros bajan, pero las autoridades policiales no encuentran la fórmula para reducirlos, si bien es cierto la pandemia vino a “recrudecer” la economía de los guatemaltecos, los planes de seguridad ciudadana no han sido efectivos, por la falta de un buen trabajo de las oficinas de inteligencia del Estado.

Más pareciera que la fuerza pública no tiene el profesionalismo necesario para realizar su trabajo, cada día es más notorio que los altos mandos no saben lo que representan en la sociedad y con la falta de autoridad se ha perdido también la gobernabilidad. Algo que nos debería de preocupar a todos los ciudadanos, porque nos afecta a todos.

Los altos mandos han perdido el rumbo que debe tener la fuerza pública para combatir la delincuencia común, mucho menos lo hará contra la delincuencia organizada. Hay muchas poblaciones donde no puede ingresar, un ciudadano común y corriente, sin que sea abordado por “hombres armados”, quienes se dedican a ver quién llega y sale de las poblaciones, lo cual demuestra la falta de autoridad.

La Policía Nacional Civil (PNC), según la Carta Magna, es la institución encargada de proteger la vida, la integridad física, la seguridad de las personas y sus bienes, el libre ejercicio de los derechos y libertades, así como prevenir, investigar y combatir el delito preservando el orden y la seguridad pública.

Situación que no se cumple en su totalidad, por muchos motivos e intereses de los que dirigen la fuerza pública, quienes están más interesados en temas políticos y descuidan los que les conciernen para mejorar la seguridad de la población. La PNC se ha vuelto una institución de reacción y no de prevención, como debería de ser, un ente que vela por el cumplimiento de las leyes vigentes.

Mientras los altos mandos no se preocupen por hacer y mejorar su trabajo, los ciudadanos van a seguir irrespetando las leyes, lo cual afecta la gobernabilidad del país, diariamente escuchamos en los medios de comunicación sobre los policías que piden “mordida”, un accionar anómalo que es originado por la cúpula de mando, quienes exigen una “cuota diaria” a los elementos y estos tienen que obtenerla de cualquier manera, sino son enviados a cubrir embajadas y protección de personalidades. La pregunta del millón es: ¿Quiénes salen untados de este dinero?

Se han conocido casos en que los patrulleros mandan a reparar, las unidades que tienen asignadas en sus estaciones, cuando el presupuesto del Ministerio de Gobernación es uno de los más grandes, porque si los llevan a Talleres Generales de la PNC les cobran la reparación, también deben comprar los repuestos, sus uniformes, insignias, su calzado y la munición.

Para lograr un traslado los agentes deben pagar Q15 mil y por eso es que los ponen en lugares lejanos a sus hogares, lo cual los obliga a pagar las dádivas y Q7 mil para tener derecho hacerse los exámenes en la Academia de la Policía, les dan gasolina limitada para los turnos de 24 horas, incluso deben comprar las llantas porque en muchos casos deben echarles “insecticida” porque hasta los “zancudos” las pinchan.

Entonces, al seguir la lógica mental, esas “mordidas” salen de los cobros ilegales que los patrulleros realizan a la población, quienes también tienen su parte de culpa en todo este “embrollo”, porque muchas personas apartan en la billetera un su billete, sin en dado caso tiene que “dar para las aguas” a los policías, que cometen un delito de dos vías con este cobro ilegal.

Ministros y directores vienen y van, pero los actos de corrupción continúan, los cuales se han convertido en una cultura institucional y que no se podrá cambiar, si siguen llegando “politiqueros”, que solamente ocupan los cargos para llenar sus bolsillos y salir de los puestos gubernamentales con las billeteras llenas, pero a un costo muy alto, para todos los guatemaltecos, honestos que se ganan su dinero con el esfuerzo del trabajo diario.

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