Por Jorge Santos
Sin lugar a dudas que uno de los fenómenos más frecuentes en sociedades como la guatemalteca, es el hecho de que la población no perciba en el quehacer político o en la democracia un factor de modificación de su cotidianidad, su existencia o en su calidad de vida. Este fenómeno impuesto por las elites corruptas y mafiosas del país, es una mezcla entre pobreza, pobreza extrema, falta de educación o de pésima calidad, ausencia de medios de producción, entre otros factores que reducen la vida de una gran mayoría de guatemaltecos y guatemaltecas a buscar lo mínimo para resolver al menos un tiempo de comida. De ahí es que, se suele escuchar expresiones tales como, “en qué me afecta a mí si cambia o no el presidente” o bien la ya tradicional “si todos roban, da lo mismo quien quede”. Al final de la historia, esto ha dado paso a que la conducción del país, esté en manos de mediocres, corruptos y abusadores del poder.
Sin quitar la responsabilidad de gobiernos previos, desde el 2020 asistimos a una consolidación dictatorial en el Estado, la cual se ha venido ejerciendo a sangre y fuego. Esta restauración del viejo orden, empobrecedor, violento, corrupto e impune, ha ampliado ya los graves indicadores socioeconómicos de la población. Un pésimo manejo de la pandemia, aunado a una corrupción rampante en los recursos destinados para atender a quienes podrían llegar a sufrir más los impactos del Covid-19, así como de quienes se verían afectados por el cierre y la imposibilidad de ejercer su actividad económica con normalidad. Después con la llegada de las tormentas “Eta” e “Iota” la situación empeoró para quienes vivían en los departamentos más afectados por las intensas lluvias. De ahí para acá hemos podido observar el descalabro cada vez peor de la infraestructura, de las condiciones de salud de la población, de la educación de la niñez, de la alimentación, de la calidad de vida en términos generales.
Pero este año, asistimos a la evidencia más aguda de la corrupción y las decisiones políticas afectan nuestra cotidianidad y están directamente vinculadas a que nuestra calidad de vida sea peor o mejor. En este caso, desde la llegada de Alejandro Giammattei al poder y su banda delincuencial, la situación de deterioro es cada vez mayor. Agujeros de enormes proporciones afectan municipios como Villa Nueva, Mixco, Palencia, Santa Catarina Pinula, entre otros, afectando así a miles de personas. Estos agujeros no son el resultado de la generación espontánea, sino son el resultado lógico de la falta de acción de entidades públicas, de la corrupción para que se hagan mal las obras y junto todo ello está afectando a miles de familias guatemaltecas. Lo mismo sucede con el aumento de la desnutrición crónica en niñez, dada la desidia, la avaricia más cruel de las elites de aumentar su patrimonio aún y a costas del hambre y de la vida de las y los niños. Recuerde usted, que el próximo año son las elecciones generales y que el país requiere de un cambio radical de rumbo o cada vez estaremos peor.