Migrantes procedentes de la frontera sur de Estados Unidos fueron dejados el jueves por la mañana por dos autobuses cerca de la residencia de la vicepresidenta Kamala Harris, en Washington D.C., como parte de una disputa en torno a las políticas de inmigración del gobierno del presidente Joe Biden.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, ha estado trasladando migrantes fuera de Texas hacia ciudades con alcaldes demócratas este año porque, afirma, están llegando demasiados migrantes a través de la frontera de su estado. El gobernador de Arizona, Doug Ducey, y el gobernador de Florida, Ron DeSantis, también adoptaron esta política, ideada primero por el expresidente Donald Trump.
Abbott tuiteó que había enviado los autobuses que llegaron el jueves a la capital estadounidense: “Estamos mandando migrantes a su patio trasero para pedirle al gobierno de Biden que haga su trabajo y refuerce la frontera”.
Alrededor de una veintena de hombres y mujeres estaban de pie al amanecer frente a la sede del Observatorio Naval de Estados Unidos, algunos con bolsas de plástico transparente en las que llevaban las pertenencias que traían al cruzar la frontera. Fueron trasladados a una iglesia cercana. La oficina de Harris no hizo comentarios por el momento.
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El flujo constante de migrantes ha provocado un revuelo en Washington, donde la alcaldesa Muriel Bowser ha pedido la intervención federal y se ha formado una coalición de organizaciones no gubernamentales para atender a los recién llegados, respaldada por una subvención de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias.
Tatiana Laborde, directora gerente de la agencia de ayuda internacional SAMU First Response, dijo que los autobuses de Arizona vienen con manifiestos detallados de los pasajeros y sus nacionalidades, coordinación en los tiempos de llegada y personal médico a bordo de cada autobús
“No quieren dejar a la gente aquí sin más”, comentó Laborde a The Associated Press el mes pasado.
Por el contrario, dijo, los autobuses de Texas llegan de forma caótica. Sólo se enteran por los grupos caritativos de Texas de que un autobús que lleva un determinado número de personas ha partido. Unas 48 horas después, ese autobús deja a los pasajeros en la estación Union de Washington.
La llegada por sorpresa del jueves por la mañana frente a la residencia de Harris indica que los gobernadores como Abbott estaban buscando nuevas formas creativas de exponer su argumento, utilizando el Distrito de Columbia como campo de juego.
Domingo García, presidente de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos, calificó la medida de “inhumana”, y acusó a Abbott de “utilizar a seres humanos, bebés, familias, como piñatas políticas”
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En declaraciones a los periodistas frente a la residencia de Harris, García dijo que los migrantes procedentes de Texas fueron “arrojados como basura humana” en Washington el jueves. También dijo que muchos de los migrantes estaban siendo “engañados para firmar estas liberaciones”, algo que tanto el gobierno de Texas como el de Arizona han negado.
El activista pidió a los políticos republicanos y demócratas que busquen “una solución bipartidista para arreglar nuestro averiado sistema de inmigración. Estoy de acuerdo en que está averiado”.
Después de que los migrantes que buscan asilo logran cruzar la frontera hacia Estados Unidos, pasan un tiempo en una instalación de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus iniciales en inglés) cerca de los límites internacionales, hasta que generalmente son puestos en libertad en suelo norteamericano, a la espera de que se resuelvan sus casos.
Los republicanos alegan que las políticas de Biden alientan a los migrantes a internarse en Estados Unidos y desaparecer de la vista de las autoridades. Los demócratas argumentan que la política de la era de Trump de obligar a los migrantes a esperar en México a que se resuelvan sus casos de asilo era inhumana.
DeSantis envió el miércoles dos aviones con migrantes a la isla atlántica de Martha’s Vineyard. La semana pasada, Abbott envió a unos 75 inmigrantes a Chicago.
La alcaldesa Bowser ha solicitado un despliegue de la Guardia Nacional, pero la petición fue rechazada por el Pentágono; el despliegue contó con la oposición de las ONG, que señalaron que era una militarización innecesaria de una cuestión humanitaria.
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La semana pasada, Bowser declaró estado de emergencia pública limitada por el tema de los migrantes y propuso formar una nueva Oficina de Servicios para Migrantes con 10 millones de dólares de financiamiento. La propuesta se presentará ante el consejo municipal de Washington la próxima semana.