En la fotografía integrantes de La Textilería que surgió en la comunidad debido a la situación de migración. Foto La Hora/Per Andersen/Cortesía

En la aldea Yalambojoch, municipio de Nentón, Huehuetenango, la maestra Juana Jorge Domingo enseña a las niñas tejido bordado a mano. Lleva 17 años de impartir clases sobre textil en el centro “Niwan Nha”, que significa “Casa Grande” en idioma chuj.

Es un espacio en donde niñas y niños de 7 a 14 años llegan a distraerse y a aprender actividades extraescolares como jugar ajedrez, practicar deportes y hacer paseos al aire libre.

La docente sabe que en su grupo de alumnas es difícil encontrar mayores de esa edad, ya que por lo regular, a partir de los 14 años la mayoría suele dejar su casa, con el sueño de migrar hacia Estados Unidos.

 

La mayoría de ellos logra su objetivo, en parte porque debido a la cercanía con la frontera mexicana muchos tienen la particularidad de tener doble nacionalidad: guatemalteca y mexicana, situación que les facilita avanzar en territorio vecino.

GUATEMALTECOS Y MEXICANOS

También son mexicanos porque la mayoría de sus pobladores huyeron hacia Chiapas, México, durante el pasado Conflicto Armado Interno. Algunos narran que fueron testigos y sobrevivientes de la masacre en la finca San Francisco, ocurrida el 17 de julio de 1982, en la que 376 mujeres, niños y hombres fueron ejecutados, de acuerdo con el informe de la Comisión de Esclarecimiento Histórico, por el Ejército de Guatemala. En julio de este año se celebró una ceremonia religiosa, al cumplirse 40 años de esta tragedia.

Sin embargo, la memoria de este doloroso episodio palidece cada vez más entre los jóvenes de esta comunidad chuj de alrededor de 1,500 habitantes, al punto que la escuela secundaria cerró hace cuatro años por falta de estudiantes, de acuerdo con Per Andersen, residente de la aldea y coordinador del centro Niwan Nha, del que la comunidad es propietaria.

Aldea Yalambojoch guarda un espacio para las familias de migrantes y su desarrollo. Foto La Hora/ Ulrich Wölfel

Ahora ellos buscan objetivos diferentes a los de sus ancestros, dejaron atrás la pala y la piocha para sembrar en el campo, mientras que las mujeres se cambiaron la indumentaria tradicional maya por los jeans y tenis, cuenta Jorge Domingo.

Las remesas cambiaron su estilo de vida, en algunos casos para mejorar, pues admiten que su gente ha salido de la extrema pobreza. Reconocen que ha sido un esfuerzo comunitario, puesto que la presencia del Estado en este lugar, ubicado a más de 400 kilómetros de distancia de la capital, es prácticamente inexistente.

ESCUELAS CERRADAS

Andersen, de origen danés, vino a Guatemala a finales de 1995 para hacer trabajo comunitario con los retornados del conflicto armado, gracias al apoyo de iglesias y asociaciones no gubernamentales de Suecia en esta aldea.

La primera demanda fue la reconstrucción de casi el 90% de las viviendas e infraestructura que fueron destruidas durante el Conflicto Armado Interno.

Con el tiempo, Andersen narra que incursionó en labores educativas y proyectos forestales con el apoyo de pobladores y voluntarios extranjeros. Así fundó el centro Niwan Nha que cuenta con un enfoque de pedagogía alternativa, explica.

Niñas de La Textilería tienen curso de lectura cada viernes por la tarde. Foto La Hora/Per Andersen/Cortesía

Continuó con una biblioteca y le siguió un Instituto de Educación Básica el cual funcionó durante 13 años. “Tristemente debimos cerrar hace cuatro años por la falta de estudiantes, muchos de los jóvenes de 14 a 15 años se fueron a los Estados Unidos”, afirma.

En general, el nivel medio se queda sin estudiantes. Una situación similar afrontan otras academias que ofrecen estudios extracurriculares como el Instituto Guatemalteco de Educación Radiofónica (IGER) en donde los alumnos en Huehuetenango se han reducido hasta en un 75%, al igual que en estudios por cooperativa. Se le consultó a IGER sobre esta versión, pero luego de dos días no dieron respuesta.

 

MUJERES SE UNEN A LA MIGRACIÓN

Aunque al principio los hombres eran los principales migrantes, ahora las mujeres se han unido a este éxodo, sean solteras, divorciadas o grupos familiares.

“No hay mucho qué hacer. Existen varios programas de USAID para detener la migración con oportunidades para tener trabajo en el futuro, pero esos programas no tienen efecto porque simplemente aquí no hay trabajo, tampoco para los profesionales”, asegura Andersen.

En la fotografía algunas de las integrantes del curso de Nip (Huipil). Foto La Hora/Per Andersen/Cortesía

DESINTERÉS POR LOS ESTUDIOS

A sus 37 años, Juana Jorge Domingo, maestra de bordado y dedicada por años a la educación de niñas, le cuesta darse cuenta cómo después de sobrevivir a la pobreza extrema, vivir como refugiada en México, estudiar hasta cuarto primaria, terminar el bachillerato por madurez, a muchos jóvenes de su aldea ya no les interesa el estudio pues dicen que “no sirve para nada”.

Se siente su frustración. Observa este cambio con cierto asombro y preocupación porque se da cuenta cómo han perdido su cultura, el respeto por las tradiciones. “Solo andan con vicios en los celulares, ya no van a la iglesia. Las jóvenes dejaron hace como una década el traje tradicional para sustituirlo por jeans, tenis y comer chucherías”, comenta.

 

Es una situación que contrasta con las dificultades que atravesó en su niñez cuando le tocó ayudar en el corte de café, con paga escaza y una niñez que asegura no pudo disfrutar, ni jugar con muñecas. “Ahora es más fácil la vida”, reconoce.

Actualmente, Jorge Domingo enseña labores de bordado y crochet a 32 niñas de 7 a 14 años. Esto lo hace por las tardes, después de que asisten a la escuela, con la idea de lograr una sana convivencia entre niñas. “Hubo un tiempo que trabajamos con señoritas de 14 años para arriba, pero ahora llegan a esa edad y se van”, comenta.

Reconoce que la mayoría vive mejor que antes, y pide que no todo sea competencia: quieren tener pickup, casa y los jóvenes en general no saben cómo manejar su dinero.

Juana Jorge Domingo en la biblioteca de la localidad. Ella es una de las claves para el desarrollo de las mujeres de la comunidad. Foto La Hora/Per Andersen/Cortesía

MIGRAR ES LA ÚNICA SALIDA

Pascual Gómez Pérez tiene 48 años y es alcalde auxiliar de Yalambojoch. Se dedica a la agricultura y albañilería, oficio que aprendió en Estados Unidos. Tenía 6 años cuando huyó con su familia a Chiapas, México, luego de la masacre del 1982.

Sus dos hijos, al igual que otros vecinos, emigraron hacia el norte, aunque todavía no le mandan dinero. “Antes éramos muchos habitantes, pero ahora la situación es muy diferente. Ya no hay jóvenes, tenemos una crisis humanitaria pues hace falta quien se responsabilice de los padres mayores”, expresa.

A pesar de la aparente crisis, Gómez Pérez observa ventajas y desventajas de esta problemática pues comprende que para la juventud es la única salida para tener una vida más digna.

“Aquí no hay empleo estable, ni nada que los entusiasme. Nosotros solo trabajamos en el cultivo de maíz y frijol, pero eso no les da garantía”

Pascual Gómez Pérez

Además, asegura que en Yalambojoch no hay proyectos del gobierno municipal ni central. Esto se confirma con una revisión a los proyectos de inversión municipales en Nentón, publicados en el sistema Snip de la Secretaría General de Planificación.

De 36 obras del gobierno local y de los Consejos Departamentales de Desarrollo no hay uno solo destinado a esta aldea. Además, los proyectos asignados a otras aldeas tienen un 0% de ejecución.

En la imágene se puede observar el Teatro con Actoras de Cambio. Foto La Hora/Per Andersen/Cortesía

MEJOR DEL LADO MEXICANO

Los recuerdos de la masacre invaden a Pedro Lucas Jorge, quien a los 76 años narra los hechos sucedidos a los jóvenes. Cuenta que solo se miran entre sí y no le dan crédito a su historia.

Ahora se dedica a la siembra de maíz y frijol. También es rezador nombrado por la comunidad desde la religiosidad maya y la católica.

Comparte la visión del escaso apoyo de las autoridades guatemaltecas para sacar adelante a las comunidades, por eso trae a su memoria la figura del presidente Juan José Arévalo como el mejor gobernante de la era democrática y revolucionaria y quien sí trabajó por los campesinos, afirma.

Lucas Jorge, como otros comunitarios, confiesa que cuando ha estado enfermo y necesita de chequeos médicos, acude a los servicios de salud ubicados en Comitán, México, pues la medicina es más barata.

Lidia, Per y Magdalena en frente de La Textilería. Foto La Hora/Per Andersen/Cortesía

SEGUNDO RETORNO

Los habitantes de Yalambojoch experimentaron el primer retorno a sus comunidades después de la firma de la paz a finales de los años noventa.

“Con todos los traumas y pérdidas, la vida en Chiapas también tuvo aportes positivos. Tuvieron mejores sistemas de educación e intercambio cultural que implicó aprender oficios, tuvo consecuencias como un mejor desarrollo que sus vecinos”, afirma Andersen.

En este segundo retorno, la historia se repetirá con los migrantes que se fueron a Estados Unidos, pero cuestiona si este retorno cambiará patrones culturales, desde el consumismo o abrazarán nuevamente la tradición y los valores comunitarios.

El rezador Pedro Lucas Jorge en la conmemoración de los 40 años de la masacre en San Francisco. Foto La Hora/Per Andersen/Cortesía

Jorge Domingo considera que el retorno es inminente para algunos de quienes han migrado a Estados Unidos y deben prever su sostén en la aldea en el largo plazo para que no terminen en vicios o “robando gallinas”.

En tanto, Pascual Gómez es más optimista. Asegura que hay diferencia, pues la extrema pobreza se redujo y ahora se observa más desarrollo. “Yo también estuve en los Estados Unidos, cuando me sentí cansado me regresé”, afirma.

Al consultar al rezador Lucas Jorge si ahora están mejor que hace 40 años, lo resume así: “Pues está medio bueno”, dice con voz pausada.

ORIGEN ANCESTRAL DE LA COMUNIDAD

– Yalambojoch significa en chuj “Debajo de la casa del señor B’ojoch”, que es el nombre del antiguo fundador de este pueblo.
– Estudios arqueológicos han documentado vestigios del período posclásico temprano maya en la región de Chaculá, Yalambojoch y alrededores. Específicamente en la finca San Francisco, ubicada a unos 8 kilómetros de la aldea. (Posclásico temprano se sitúa de los años 950 a 1,200 d.C).
– La investigación arqueológica dio inicio en el siglo XIX con el alemán Eduard Seler.
– Continuaron en 2014 con el equipo de arqueólogos Ulrich Wölfel y Paola Torres.
– Algunos de estos fueron destruidos al construirse un destacamento militar en 1984.
– El territorio tiene alrededor de 30 kilómetros cuadrados (70 caballerías). Es una propiedad colectiva con cultivos familiares.
– Cuenta con 219 hectáreas de área protegida registrada en el Conap con la Asociación Forestal de Yalambojoch «Awum Te».
– La población se ubica a una altura de 1,600 m. s. n. m. Los lugares más altos están en 2,100 m. s. n. m. y el punto más bajo es la laguna Yolnhajab con 1,142 m. s. n. m. (laguna Brava).

 

 

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