Jóvenes por la Transparencia

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Por: Gabriela Solórzano
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Politóloga en formación y activista social.

Hoy comenzamos el noveno mes del año 2022, y si nos tomamos un instante para reflexionar sobre lo que ha acontecido en el país en materia política, es bastante desalentador y alarmante lo que se vive. En ese sentido, quiero iniciar con un elemento que ha perdurado a lo largo del tiempo: la violencia.

Guatemala supera los índices de violencia que hubo durante algunos momentos del tiempo de guerra, además, el entorno actual nos orilla a nuevas formas de violencia. Diariamente, es preocupante la inseguridad que se vive en zonas urbanas o rurales.

En estos últimos años, día tras día, han aparecido nuevos actores que se relacionan con la violencia: el surgimiento y crecimiento de las pandillas juveniles –las «maras»–, la tasa alta de homicidios, el feminicidio, el crimen organizado que maneja progresivamente cuotas de poder político y, por tanto, económico. El auge de los carteles de narcotráfico. Complementando esto, es necesario indicar que también la tasa de mortalidad por déficit alimentario supera a la de fallecidos por hechos violentos. Según datos de UNICEF, Guatemala ocupa el primer lugar en América Latina y el sexto en el mundo en cuanto a desnutrición.

Ahora bien, es necesario abordar otro factor que mata tanto como el hambre: la corrupción.

Y es que en estos tiempos se vive una coyuntura crítica en la que surgen actos estremecedores, variados, múltiples: plagios de tesis, funcionarios que venden servicios o pagan sobrevalores para dejarse la diferencia y las Cortes que sentencian a jueces implicados en la lucha contra la corrupción. Así también, se evidencia la falta de transparencia y la escasa información sobre las compras estatales en el manejo de la pandemia de COVID-19.

Como pudo describirse anteriormente, la corrupción no solo la practican los altos mandos, puede ser cualquier persona que piense que cometer estos actos son igual a una fuente de ingresos o beneficios. Y es que la lucha actual es contra los que corrompen la sociedad.

Por último, y no por eso menos importante, otro de los protagonistas de este artículo: la represión.

Actualmente, este elemento ha tomado un papel clave en lo que acontece en el país, ya que ha existido un incremento, junto a la persecución política en contra de quienes se dedican a defender los derechos humanos, periodistas y jueces. Como si fuera poco, aunado a esto, los espacios de protesta se intentan silenciar, ya que desde el Ejecutivo existe una cruzada contra cualquier voz de critica a la que se la amenaza con cárcel.

Aunque parece que todo lo que se está viviendo es nuevo, no lo es. He allí la importancia de conocer y aprender de nuestra historia, para que ella puede ser la que nos guíe hacia donde debemos ir.

A 121 días de terminar el año, quisiera hacer un llamado a la reflexión, para dejar la apatía con la que se vive en el país. No nos quedemos callados, no tengamos miedo. Creemos conciencia, ya que es tarea de todas y todos el mejorar como nación. Dejemos de normalizar el “respirar violencia, corrupción y represión” como si fuera oxígeno, porque en cada uno de nosotros existe un factor de cambio.

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