A lo largo de nuestros 102 años de existencia como medio de comunicación hemos recibido muchos galardones, pero hay algunos que significan mucho más que otros, dependiendo quién los otorga. El que el Congreso se haya propuesto quebrarnos aprobando una ley de avisos electrónicos, que ni siquiera ha podido implementar el diario oficial, es uno de la larga lista porque implica el reconocimiento de la roncha que hace nuestro papel de informar seria y objetivamente, sin someterse ni venderse.
Pues ahora nos ha tocado otro, pues la Cámara de Industria de Guatemala, empeñada en utilizar la polarización como elemento distractor para impedir el debate a fondo de los problemas del país, entre ellos especialmente el de la corrupción, coloca a La Hora a la cabeza de los medios de comunicación (locales e internacionales) que, según ellos, tienen una narrativa en los temas de “élite depredadora, pacto de corruptos, CICIG y Naciones Unidas”.
Nosotros no hablamos de la élite depredadora. Nos preocupan quienes se sienten y actúan como dueños del país y que estaban acostumbrados a que hasta los gobernantes se les sometieran, pero mucho más cuando les apareció un tal Jefe de Jefes que los tiene de rodillas manteniendo viva la “justicia transicional en el tema del financiamiento”. Hemos dicho que de dueños pasaron a ser sirvientes de esos políticos que gobiernan.
No hablamos de pacto de corruptos sino de la Dictadura de la Corrupción, que es mucho más grave porque significa el sometimiento de todos a los deseos de quienes implementaron el modelo de impunidad que todo lo permite y que busca hasta devolverle el poder al financiamiento que se da para comprar a cualquiera desde las campañas electorales.
Nuestra narrativa de la CICIG se centra en que abrió una caja de pandora que nadie se había atrevido a tocar. Hasta los jefes de los dirigentes de la Cámara fueron a la Plaza Central cuando se destapó el caso La Línea y aplaudieron lo que se había hecho, como lo hizo prácticamente toda Guatemala. Y entendemos que cuando salió el caso del financiamiento electoral, esa institución que buscó Guatemala ante Naciones Unidas, dejó de ser lo que era y allí empezó la satanización de la lucha contra la corrupción. Nunca hemos considerado infalible el trabajo hecho por la Comisión, pero sí reconocemos la importancia de destapar esa apestosa olla.
Cuando se habla de los que luchan contra la corrupción y nos colocan a la cabeza, no podemos sino sentir la satisfacción por el trabajo realizado y eso nos obliga a renovar nuestro compromiso para seguir adelante.
Creemos en la necesidad de reformas que cambien el sistema político para arrebatarle el poder a quienes, para protegerse mutuamente, han hecho una alianza que permitió el control de todas las instituciones del Estado. Y lo que proponemos es un amplio debate entre la gente que no acepta la absurda polarización que se ha generado para dividir a la sociedad de manera que no exista la posibilidad de acuerdos.
Por todo ello, el que como empresa en la industria de la comunicación nos critiquen los que dirigen la CIG y se han venido pintando de cuerpo entero, es realmente un muy preciado galardón.