Maayan, una tortuga marina marrón, se dirige al mar Mediterráneo tras ser liberada por el Centro de Rescate de Tortugas Marinas, dirigido por la Autoridad Nacional de Naturaleza y Parques de Israel, el viernes 19 de agosto de 2022 en Michmoret, Israel. Cinco tortugas fueron devueltas a su hábitat natural tras meses de rehabilitación en el centro de rescate israelí, después de haber sufrido traumas físicos, a causa de las redes de pesca, la contaminación y los explosivos submarinos. (AP Foto/Ariel Schalit)

Diplomáticos de todo el mundo fracasaron en alcanzar un acuerdo para un tratado de Naciones Unidas para proteger la vida marina en alta mar, luego de que la quinta ronda de conversaciones terminó en punto muerto.

Las negociaciones celebradas en la sede de la ONU en Nueva York se suspendieron a primera hora del sábado, luego de dos semanas de conversaciones que los ambientalistas esperaban que cerraran la brecha en las medidas internacionales de protección marina.

El tratado propuesto establecía normas para proteger la biodiversidad en dos tercios de las áreas oceánicas del mundo que están fuera de las jurisdicciones nacionales.

Menos del 1% de las zonas de alta mar están protegidas sin necesidad de un nuevo tratado y “los focos de protección marina no son suficientes” para las especies amenazadas, alertó Maxine Burkett, subsecretaria de Estado de Estados Unidos y que participó en las negociaciones.

El objetivo global es reservar el 30% del área oceánica como algún tipo de santuario marino.

La salud de los océanos también es clave para combatir el cambio climático porque más del 90% del exceso de calor del cambio climático es absorbido por los mares. Las olas de calor marinas son cada vez más largas y frecuentes.

 

“El océano no puede permitirse más retrasos”, afirmó Burkett a principios de semana, cuando las negociaciones parecían prometedoras.

En el Caribe, “nuestros medios de subsistencia dependen directamente de la salud del océano”, advirtió Janine Felson, embajadora de Belice ante las Naciones Unidas.

Las conversaciones se centraron en cómo compartir los beneficios de la vida marina, en establecer zonas protegidas, prevenir los daños causados por la actividad humana en alta mar y ayudar a los países pobres a obtener conocimientos y medios para la exploración oceánica.

Los activistas se mostraron decepcionados ante la imposibilidad de alcanzar un acuerdo, pero apuntaron que el diálogo generó algunos avances.

Laura Meller, que dirige la campaña de protección de los océanos de Greenpeace, fustigó a los países ricos como Estados Unidos por su lentitud para comprometerse.

“Rusia ha sido también un obstáculo clave en las negociaciones, negándose a participar en el propio proceso del tratado o intentando llegar a un compromiso con la Unión Europea y muchos otros estados en una amplia gama de cuestiones”, agregó Meller.

Las conversaciones se reanudarán en 2023, a menos que se convoque una sesión especial de emergencia antes de que termine 2022.

La subsecretaria de Estado de Estados Unidos para los Océanos y Asuntos Ambientales y Científicos Internacionales, Mónica Medina, expresó su decepción, pero confió en que el trabajo que se ha hecho hasta ahora siga adelante. Dijo que Washington sigue comprometido con el objetivo de proteger al menos el 30% de los océanos del mundo para 2030.

“No podemos dejar que las mareas y las corrientes nos hagan retroceder. Debemos seguir adelante”, expresó Medina.

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