Sandra Xinico Batz
La educación es una herramienta poderosa cuyo valor no puede subestimarse ya que cumple un papel importante en la capacidad crítica y de cuestionamiento frente al entorno y la cotidianidad, por esto es un derecho, porque la generación de conocimiento al mismo tiempo que puede ser liberador, también puede someternos a un control ideológico permanente que nos hace incapaces de reaccionar frente a la realidad inmediata.
Defender el derecho a la educación y buscar su transformación es una lucha legítima y necesaria, porque no es un mito ni un misterio que en el modelo de Estado colonial la educación ha sido utilizada como un instrumento colonizador, cuya administración está en manos de una mafia que tiene todo que ver en su estado reprobable y de deterioro, tanto de la institucionalidad como de la calidad educativa y las capacidades del gremio docente. En Guatemala la educación es un negocio en todos los ámbitos.
Estas estructuras criminales actúan de forma ilegal e impune, pero son legitimadas por el Estado, que además de aprobarlas es su cómplice, es por ello que los cambios verdaderamente necesarios para acabar con estas no provendrán de las autoridades corruptas, que han llegado a ocupar puestos de dirección precisamente por el hecho de no romper con el pacto criminal, sino que, al contrario, han sabido utilizarlo a su favor. Hay más de un Joviel Acevedo suelto; personaje espurio que se ha servido del sindicalismo para obtener privilegios; mientras las escuelas se desmoronan él pacta con los gobiernos sus intereses.
Si no contrarrestamos la imposición de estas estructuras, estas se enraízan más profundo; el Estado no es una cosa abstracta, se trata de relaciones de poder, de vínculos, que de no ser destruidos se hacen más fuertes. La lucha que las y los estudiantes en resistencia mantienen, para defender la Universidad y la educación pública, se enfrentan a una estructura criminal que no quiere ceder y que tiene a su disposición el aparato coercitivo llamado “institucionalidad” con lo cual pueden criminalizar y violentar.
Las y los estudiantes están luchando contra una red criminal protegida por distintas instituciones del Estado, que son las que han aprobado el fraude electoral y montado una toma de posesión ilegítima para que Walter Mazariegos sea rector a la fuerza, aun siendo rechazado por la mayoría de la comunidad universitaria tras un proceso electoral violento e ilegal.
El jueves un grupo de personas afines a Walter Mazariegos intentaron desalojar a las y los estudiantes que resisten en el Campus Central de la Usac; se podía observar entre este grupo de personas a trabajadores de la Universidad que como buenos serviles estaban prestos a agredir a las y los estudiantes, que en distintas ocasiones han denunciado la vigilancia y el hostigamiento que mantienen en su contra, además de la criminalización.
Denunciar y acuerpar son formas de contrarrestar la impunidad. No podemos confiar en autoridades y/o gobiernos que buscan hacer legal el uso de la fuerza, de la violencia en contra de la población que exige sus derechos.