Luis Fernandez Molina

luisfer@ufm.edu

Estudios Arquitectura, Universidad de San Carlos. 1971 a 1973. Egresado Universidad Francisco Marroquín, como Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales (1979). Estudios de Maestría de Derecho Constitucional, Universidad Francisco Marroquín. Bufete Profesional Particular 1980 a la fecha. Magistrado Corte Suprema de Justicia 2004 a 2009, presidente de la Cámara de Amparos. Autor de Manual del Pequeño Contribuyente (1994), y Guía Legal del Empresario (2012) y, entre otros. Columnista del Diario La Hora, de 2001 a la fecha.

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Luis Fernández Molina

El “descubrimiento” de América se asocia con la figura de Cristóbal Colón quien, indudablemente, tuvo un protagonismo necesario. Pero detrás de él estaba la reina Isabel quien apostó mucho por el proyecto de Colón. Un plan algo incongruente que muchos reyes europeos a los que había acudido don Cristóbal consideraron una utopía, una quimera: “Llegar a Catay tomando el camino del oeste”. ¡Increíble! ¡Qué loco este supuesto marinero! Por lo mismo, los resultados de dicho hito histórico también deben cargarse sobre los hombros de doña Isabel.

La reina consideró a los habitantes de las nuevas tierras como súbditos de la corona española y por lo mismo deberían gozar de los mismos derechos y consideraciones que los vasallos de Europa. Desde el principio se entabló una tenaz confrontación con los primeros “conquistadores”, los que quisieron sacar pronto provecho de la inversión que hicieron de tiempo, esfuerzo y dineros. Es claro que se aprovecharon de la abundante mano de obra indígena. Los esclavizaron. Por eso las primeras disposiciones emanadas por los reyes católicos procuraban limitar los abusos y la explotación. Isabel insistió mucho en la educación y buen trato de los indígenas y ello le causó muchas fricciones con sectores poderosos.

Es poco conocida la iniciativa por la beatificación de la reina Isabel. La causa se solicitó, en 1957 al Papa Pío XII. El proceso se abrió formalmente en Valladolid, ciudad en la que murió, y se han acumulado más de 20 tomos de documentación histórica y de registros de supuestos favores obtenidos por su intercesión. (Viene al caso recordar que al mismo Papa, el Pastor Angélico, se solicitó abrir causa de beatificación de Cristóbal Colón, la que no prosperó). Desde entonces, hace más de medio siglo es poco el avance que ha tenido la postulación de la Reina, todo indica que así se va a quedar, como una piadosa iniciativa. Con todo respeto a los méritos de doña Isabel y su buena disposición y devoción reconocida no creo que avance el expediente. Acaso me equivoco y se reporten algunas intercesiones milagrosas. No resto méritos a la buena disposición de la Reina, pero alcanzar un sitio en los altares requiere de otros factores adicionales. Muy difícil gobernar y ser santo a la vez, aunque hay varios santos que fueron reyes como Luis IX de Francia, Fernando IV de Castilla, antecesor de Isabel. De igual forma la iglesia Ortodoxa Rusa ha canonizado a Constantino, a Nicolás Romanov y su familia. Pero en general es muy difícil sobrellevar el gobierno, con todas las miserias humanas que atrae el poder, con una vida ejemplarmente piadosa. En general, hay cosas desagradables que un gobernante debe emprender o al menos aprobar. Francamente no me pronuncio en el expediente de la reina Isabel por no ser yo docto en teología ni en detalles históricos de la reina.

En todo caso los monumentos expresan la cultura e inclinaciones de un pueblo. Sobra decir que las ciudades europeas se adornan con explanadas y avenidas con muchos monumentos y estatuas. Sin ir lejos, la ciudad de México se engalana con preciosas esculturas y construcciones arquitectónicas. Aquí, en Guatemala tenemos muy pocos monumentos y los pocos que resaltan han sido objeto de vandalismo como el de Miguel Ángel Asturias en la Avenida La Reforma. Y aún así, siendo tan pocos, los bárbaros los han querido destruir, tal el caso de José María Orellana que desde entonces quedó sin cabeza. Si el sentir popular, en ese vaivén de la Historia, reclama el retiro de ciertos personajes o símbolos pues que se recojan de forma civilizada; pero eso es mucho pedir.

Termino encomendando a mis amigos chivos que cuiden la cabeza de Isabel la Católica que está en un precioso parque de Xelajú.

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