Flaminio Bonilla

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Flaminio Bonilla Valdizón
flamabonilla@gmail.com

Resulta ya obsoleto hablar de izquierdas radicales o derechas deshumanizadas. Pero una izquierda social y humana debe realmente nacer con la idea de aglutinar a los diversos sectores progresistas, a fin que cada uno por su parte, formulen propuestas y realicen esfuerzos por participar en la implementación de una forma política verdaderamente democrática en nuestro País y presentar a los guatemaltecos un proyecto viable de Nación, que se tornen en verdaderas instancias que practiquen una democracia real y logren arribar a consensos y al planteamiento de alternativas y soluciones a diversos temas de la problemática nacional.

Debiera porque es imperioso, con valores democráticos, con los principios fundamentales del sistema de justicia, para unificarse a los ciudadanos representativos de organizaciones populares, sectores académicos, sindicales, pueblo maya, sectores culturales, grupos humanitarios, grupos desarraigados y desplazados, organizaciones campesinas, de entes políticos no comprometidos, organizaciones cívicas, etc. Debe renacer la verdadera organización popular en el país y el inicio del rescate de la Dignidad, la Solidaridad y la Justicia para nuestro Pueblo, con una estructura real de gobernabilidad. Y no permitir que se enquisten grupos tradicionales y sujetos poco recomendables que tienen un pasado muy comprometido con esta historia tan negra. Jamás aquellos que siguen con la tradicional forma de hacer política, violando compromisos y acuerdos tomados previamente y en consenso.

Debe ser un movimiento multisectorial, pluricultural, eminentemente pluralista, no solamente ideológico, en el cual se arribe a consensos conciliando intereses políticos y doctrinarios para estructurar un proyecto de Nación, con un ideario colectivo. Un movimiento amplio con asistencia cívica de actores sociales no comprometidos con el pasado, que formule planteamientos para buscar y lograr acuerdos sobre la base de la participación y el consentimiento, en la búsqueda de encontrar la gobernanza y con la concertación de todos esos sectores sociales. Debe articularse un proyecto de Nación concreto, participativo, orgánico, definido, serio. Una alternativa real y creíble para arribar a estadios sociales, para cambiar el rumbo del Estado de Derecho, con la bandera de los sectores progresistas y nunca con la fuerza y la represión. Y porque en décadas, están separados, con sectarismos, desarticulados y confrontados y por ello sufridos gobiernos corruptos, deshonestos, impunes y represivos; estamos con la violencia, con un país convulsionado y con “sus crisis sociales maniatadas por las oligarquías”.

Se trata de alcanzar un proyecto de Nación, en lo político necesitamos unas coaliciones de partidos con sensibilidad social, con un programa común de medidas ampliamente calculadas y consensuadas con los poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo; porque en nuestra historia republicana todos los actores sociales han sido relegados en el pasado, una estructura para articular a nuestra inorgánica y dividida sociedad. Quitarse de este oscurantismo y en el negro pasado, eso que lo busquen siempre los grupos tradicionales y los conservadores, aquellos que seguirán con el conservadurismo de aceptar el Poder Real, el poder oculto, al inquilino de piedra del Palacio Nacional: el poder militar y el poder del gran capital.

Debemos desterrar de las estructuras de poder y decisión a todos aquellos que han saqueado, desangrado y degradado a la nación guatemalteca. Debemos crear una forma política que organice las fuerzas dispersas de la comunidad, para llegar a vertebrar el cuerpo informe de la sociedad guatemalteca. Para tener una real democracia yo creo en estas realidades: La severidad y la idea de la JUSTICIA de dar a cada uno lo que le pertenece; en la Justicia como esa sensación y sentimiento de satisfacción que se produce cuando lo justo se realiza y vive con sabiduría, decencia y equidad; la DIGNIDAD que es un valor supremo del hombre honesto, vertical y recto con un comportamiento decoroso; en la Dignidad como una actitud del hombre que no cambia jamás su línea de conducta ante ofrecimientos materiales de poder, dinero, vanidad y lujo; la SOLIDARIDAD como un valor permanente que debe privar dentro del género humano en la tarea de crear una sociedad civil más justa, más fraterna, más libre y más humana; la Solidaridad como una comunidad de intereses y responsabilidades que hacen del hombre la persona humana que debe ser el centro de toda la actividad social y política de nuestro mundo. Estamos buscando realidades con esos valores.

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