En la fotografía varios derrumbes y carreteras dañadas. Foto: La Hora

Ayer publicamos una entrevista con dos ingenieros especializados, miembros de la Asociación Guatemalteca de Ingeniería Estructural y Sísmica (AGIES), Omar Flores y Héctor Monzón, quienes hicieron un análisis de lo que está ocurriendo con nuestra infraestructura vial y entre otras cosas señalan un abandono de los criterios técnicos porque los funcionarios de las dependencias a cargo no pueden hacer carrera y son relevados cada cuatro años.

Ello es porque cada gobierno lleva a su propio equipo de corruptos para asegurar el control de todos los contratos, abandonando aquella vieja práctica de que un buen empleado y más un buen técnico, hacía carrera en las instituciones.

Y es que una normativa de uso obligatorio para la planificación y ejecución de las obras no juega en medio de la corrupción puesto que los proyectos no se hacen para que duren, sino para que rindan el máximo provecho económico a quienes los ejecutan, de manera que puedan bañar en pisto a quienes los aprueban. Por ello un estudio que hizo la AGIES ha sido simplemente ignorado por las diferentes dependencias y realmente nadie se ha interesado por usar la propuesta de normativa elaborada por expertos.

 

Cierto es que tenemos una posición geográfica de riesgo por la confluencia de fenómenos del Pacífico y el Atlántico y ello debiera hacernos más cuidadosos en el diseño de las obras. Las áreas urbanas han crecido y se convierten en gigantescas tortas de cemento que no permiten la filtración natural del agua que se acumula en grandes caudales que buscan vías naturales de desagüe, lo que genera problemas porque no se ha hecho ningún esfuerzo por canalizar adecuadamente esa gran cantidad de aguas de lluvia.

Pero el problema grave es que para operar de manera eficiente también hay que detener la corrupción y eso no está ni en el plan de nadie ni en el horizonte de alguno.
Al contrario, se trabaja con esfuerzo y denuedo para garantizar la más absoluta impunidad a los corruptos, empezando por aquellos que reciben sobornos en alfombras y los que guardan millones en maletas.

Mientras ese siga siendo el patrón estamos condenados a sufrir más por las inclemencias del tiempo porque no estamos, ni por asomo, preparados para soportarlas, aun sabiendo que año con año serán más serias debido al calentamiento global, ese al que contribuimos tanto con situaciones como la que se da en el río Motagua con sus correntadas de plástico.

No nos quejemos de lo que hacen otros con el medio ambiente si aquí todo, incluyendo el ministerio a cargo, son sólo piezas del saqueo.

Redacción La Hora

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