José Roberto Alejos Cámbara

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José Roberto Alejos Cámbara

“… Para informarle que hoy se llevó a cabo un movimiento armado que tuvo por objeto desconocer al gobierno -del general Romeo Lucas García- lo hemos hecho y la situación está controlada. En este momento integramos la Junta de Gobierno tres personas: el general Horacio Maldonado Schaad, el coronel Francisco Gordillo Martínez y yo”.

“Los propósitos que animan a la Junta son los siguientes: en primer lugar, decirle a Guatemala que tiene una institución que respaldará su calidad de ciudadanos. En segundo lugar, manifestar al pueblo que el movimiento es exclusivamente institucional para revitalizar la institucionalidad, para redimir los valores que se han quebrantado y rescatar las instituciones que los hombres han ensuciado”. Así se refería el General Efraín Ríos Montt, aquel 23 de marzo de 1982, tras constituirse un triunvirato militar en Guatemala.

Ríos Montt había sido puesto a la cabeza del movimiento y lideraba este triunvirato por la misma decisión de sus integrantes con el aval de los militares jóvenes que realmente dieron el golpe de Estado, debido al robo de las elecciones presidenciales, cuando Ríos Montt fuera candidato por la Democracia Cristiana. Traía con él la reputación de haber sido un excelente director de la Escuela Politécnica y una temida y cautivadora figura carismática.

Pero su proclama de defensa de institucionalidad quedó ensombrecida cuando el 9 de junio de 1982 los triunviros Maldonado Schaad y Gordillo Martínez “renunciaban” a la Junta, quedando solo Ríos Montt, quien fue declarado Jefe de Estado en medio de un protocolo improvisado dentro del Palacio Nacional.

Fue Lionel Sisniega Otero, candidato de ultraderecha, quien leyó el primer comunicado anunciando la conformación (¿Por qué el?) «durante las próximas horas de una Junta de Gobierno que tomaría el control político del país». Dentro del laberinto de la deposición y en el origen de ésta, las agrupaciones militares hicieron gala de su fuerza militar en apoyo a los sublevados.

La corrupción, la supuesta ineficacia de la estrategia contrainsurgente, así como el avance de la guerrilla, y finalmente el recurso del fraude electoral, fueron los argumentos endebles de quienes la tarde del 23 de marzo se alzaron con el poder cuando su conspiración tuvo éxito. Esto se dio “desalojando al gobierno de turno de forma violenta por medio de una rebelión militar” citan los anales históricos en voz del propio Gramajo, dentro del llamado “Plan Nacional de Seguridad y Desarrollo”.

Mientras permaneció, la Junta, anunció un plan de trabajo que sería presentado al pueblo, el cual contemplaba las estrategias de los coroneles:
– Rodolfo Lobos Zamora, Director del Centro de Estudios Militares (CEM) durante el Gobierno de Lucas García, llegó a ser Jefe del EMG después del golpe.
– César Augusto Cáceres Rojas, Director de Operaciones del EMG y Director Interino del CEM, durante el gobierno de Lucas García. Dicho cargo lo siguió ocupando tras el golpe de Estado; y
– Héctor Alejandro Gramajo Morales, Director de Operaciones del EMG, entre 1976 y 1978; Subdirector de la Escuela Politécnica durante el gobierno de Lucas García; Subjefe del EMG, tras el golpe de Estado y Jefe del Teatro de Operaciones Sur Occidental (TOSO).
El “nuevo liderazgo” de las fuerzas armadas encomienda al Jefe y al Subjefe de la Sección de Operaciones del EMG del anterior gobierno, y al antiguo Director del CEM la elaboración de una estrategia. ¿Qué más se sabe de esos militares jóvenes que he mencionado una y otra vez? ¿Hasta dónde tienen responsabilidad por la situación actual? (Continuará)

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