Factor Méndez Doninelli

“Si no hay comida, solo comemos sal y nos dormimos -dice Catarina Pú Castro, quien tiene a su cargo cinco bocas que alimentar. Todo está en silencio, solo se logra escuchar el aleteo de las moscas. Todo es improvisado, hasta la vida. Los tres tiempos frecuentes de alimentación son inciertos. Lo único seguro que han tenido es la sal para sosegar el hambre.”

Una investigación realizada por Gilberto Noj, del medio independiente noficciongt, indica que el departamento de Totonicapán en el occidente del país, está en la cúspide de la desnutrición crónica en Guatemala. Los programas para combatir este flagelo no llegan a las comunidades lejanas, donde las familias calman el hambre con sal.

En Guatemala uno de cada dos niños sufre desnutrición crónica y en términos de inseguridad alimentaria, esta nación está entre los ocho países con las mayores poblaciones que padecen inseguridad alimentaria acentuada. En la lista, Guatemala está junto a Afganistán y a países africanos. Significa que, un 63% de la población guatemalteca no logra consumir un plato de comida tres veces al día; según hallazgos de un estudio incluido en el Sexto Informe Mundial sobre Crisis Alimentaria de la Red de Información sobre Seguridad Alimentaria (FSIN, por sus siglas en inglés), Guatemala es el segundo país de Latinoamérica y el Caribe con la mayor crisis alimentaria en términos del número de personas en crisis o en condiciones de pobreza y pobreza extrema.

En este país centroamericano, el salario mínimo no alcanza a cubrir las necesidades básicas, ni siquiera los valores de la Canasta Básica Alimentaria CBA establecido en Q.3,218.03 y menos de la Canasta Ampliada CA que se eleva a Q.7,430.22.

Según Acuerdo Gubernativo 278-2021, el salario mínimo mensual en la ciudad y el campo se fijó con las siguientes cantidades: Agrícola Q2,872.55 más Q250.00 de bono hacen un total de Q3,122.55. No agrícola Q2,959.24 más Q250.00 de bono, total Q3,209.24. Para Exportación y Maquila Q2,704.35 más bono de Q250.00, totaliza Q2,954.35. Además, la explotación y sobreexplotación de la fuerza de trabajo, hay empresarios y patronos que incumplen con el pago del salario mínimo.

Todo esto, aumenta las condiciones de pobreza y pobreza extrema que envuelve a millones de familias guatemaltecas, en particular de poblaciones indígenas del área rural, a quienes sus escasos ingresos no les cubre los costos de la CBA ni de la CA. Estas condiciones de violencia estructural, son caldo de cultivo para aumentar la emigración irregular, la deserción escolar de niñas, niños y adolescentes, la violencia social y la criminalidad creciente que provoca altos índices de inseguridad pública, manifestada en extorsiones, secuestros, asesinatos, robos, asaltos en la vía pública, violaciones sexuales de mujeres y niñas, acciones criminales que rebasan la capacidad operativa de las fuerzas de seguridad del Estado, responsables de garantizar la vida, integridad y seguridad de las personas.

Son también un daño colateral de las políticas neoliberales, de las élites depredadoras y explotadoras, de gobernantes corruptos, de la clase política lacayuna, de la cooptación del sistema de justicia y de los tres Poderes del Estado al servicio de intereses personales, de grupos privilegiados y del crimen organizado nacional e internacional.

Después de 68 años, desde que en 1954 el Gobierno estadounidense derrocó al régimen constitucional y democrático de Jacobo Árbenz Guzmán, este país no supera el subdesarrollo, aumenta la hambruna de la gente y en América Latina, es el más desigual e inequitativo que existe.

Factor Méndez

fmendez21@gmail.com

Defensor Derechos Humanos. Catedrático. Periodista/Escritor. Estudió Derecho, Derechos Humanos y Trabajo Social en Guatemala, Honduras y Costa Rica. Catedrático San Carlos y Rafael Landívar. Fundador Centro de Investigación, Estudios y Promoción de Derechos Humanos CIEPRODH. Autor de ensayos y artículos sobre temas sociales, políticos, memoria histórica y Derechos Humanos.

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