Marco Tulio Trejo

mttrejopaiz@gmail.com

Soy periodista, comunicador social y un soñador creador de opinión pública, para hacer conciencia que permita mejorar los problemas sociales, económicos y políticos que nos aquejan y nos mantienen inmersos en una sociedad con pocas oportunidades de vida para las nuevas generaciones. Estoy convencido de la importancia que tiene la prensa, en el fortalecimiento de la democracia, para coadyuvar a la consolidación de un Estado de Derecho con una certeza jurídica y el lema de mi señor padre siempre fue: “la pluma no se vende, ni se alquila”.

post author

Marco Trejo

Los especuladores son personas que pueden ser comparados con un ladrón, es un comerciante, que trata de obtener dinero fácil, al mejor estilo de un delincuente que se acostumbra a obtener beneficios sin mayor esfuerzo y trabajo.

Para ese tipo de personas existe la Dirección de Atención y Asistencia al Consumidor (Diaco), la cual en los últimos meses ha pasado de ser una entidad que velaba por el bienestar de la mayoría, ahora se convertido en una oficina común y corriente que ni “huele ni hiede”.

Si tuviéramos una Diaco fortalecida y sobre todo compenetrada con el rol que le corresponde en nuestra sociedad, los especuladores se comportarían como verdaderos empresarios, no como se comportan ahora, unos verdaderos ladrones que se aprovechan de la penumbra para hacer de las suyas.

Los empresarios son los que generan trabajo, los se preocupan por el bienestar de sus entornos y de las mismas cosas que el resto de ciudadanos, el que hace el bien y valora a su empleado. Hablan sobre las secuelas que deja la corrupción y sobre la precaria situación de la infraestructura vial. Es un líder de su comunidad y de los ciudadanos que viven en los alrededores.

Estos personajes se preocupan de la situación económica que se vive, trata de salir adelante con la búsqueda de créditos para hacer crecer su negocio y que esto le permita dar más empleo y ser generador de riqueza.

Mientras que los especuladores son totalmente todo lo contrario: pagan bajos salarios, evitan pagar impuestos y todo lo que realizan tiene que llevar lo que llamamos “marufias”. Prefiere pagar una coima, que dar un buen ejemplo: el típico delincuente.

Los especuladores son esos que hablan que son republicanos, que aman la democracia y están en favor del respeto y el cumplimiento de leyes, pero que en el momento de “rajar ocote”, ni señas de lo que dicen como el típico político populista guatemalteco.

Es aquí donde me surge la pregunta: ¿Será que eso es lo que queremos dejarle al país? ¿Queremos que nos recuerden de una manera honorable o como simples ladrones? Yo prefiero lo primero.

En las últimas semanas, hemos visto como el Gremio de los Combustibles, se ha preparado para llenarse los bolsillos, a costa de una crisis mundial, que han dejado al descubierto ataques armados y conflictos sociales entre Ucrania y Rusia.

La Gremial de Expendedores de Combustibles y derivados se ha puesto de acuerdo para aumentar el valor de los combustibles a nivel nacional y ha decidido poner en Q45 el galón de combustible, tal como lo predijo el flamante ministro de Energía y Minas, Alberto Pimentel, quien también va a ser recordado como otro político más que llegó a un cargo a beneficiarse del puesto que ocupa.

Los distribuidores y los expendedores se olvidaron que viven en una economía de mercado y no en una economía monopolista, hacen lo que les viene en gana porque no tenemos gobernantes que los pongan en el sitio que les corresponde: tras las rejas.

No les importa el impacto que han provocado con sus actuaciones especulativas, cuando hay una baja de precios en el mercado internacional salen a llorar públicamente de que ellos compraron a un precio más alto, pero cuando sube les aumentan a los carburantes cuando en realidad compraron a un precio más bajo.

En conclusión, los distribuidores y expendedores de combustibles no pueden ser vistos como empresarios honorables, sino que, como unos simples ladrones que son protegidos, por un gobierno complaciente, que deja que hagan lo que les venga en gana, porque han llegado ocupar esos puestos por deudas políticas y no por capacidades para ocupar un cargo que debería ser honorable.

Artículo anteriorPandemia ¿a las puertas del final?
Artículo siguienteDecisión de participar como precandidato a Rector de la Usac