Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina

A veces no se entienden ciertas decisiones, como la mía de aceptar la invitación del movimiento universitario “S.O.S. Usac” de ser una de sus tres opciones para Rector de la Usac -que podría significar dejar mi residencia en Chile y vivir durante cuatro años en mi país, hoy cooptado y abusado por mafias corruptas. La explicación es simple: la posibilidad de participar en el rescate de la universidad pública hoy en declinación, para devolverle su visión y misión y dar inicio a la Usac del siglo XXI. Es evidente también que, al hacerlo, tengo en mente que con autoridad moral  nos corresponde cumplir el mandato de ayudar a resolver los problemas del país, siendo uno de los peores de su historia política la corrupción e impunidad actuales. Sobre mis propuestas personales he venido escribiendo “Mis reflexiones sobre la Usac”, hasta ahora en doce entregas, para clarificar el tipo de universidad que proponemos: la universidad pública, científica y humanista.

En el Foro de candidaturas a Rector(a) que organizó el Colegio de Farmacéuticos y Químicos, en el que expusimos las visiones respectivas de la Usac, se nos hizo una pregunta final, basada en el hecho de que un ex rector y el pasado rector están detenidos bajo acusaciones de corrupción: ¿Cómo recuperar la credibilidad del rector? Mi respuesta señaló que dicha credibilidad arranca con las y los candidatos mismos. Cuando “S.O.S. Usac” buscó tres precandidaturas, se aproximó a personas que, por ellas mismas, gozaran de credibilidad por su trabajo capaz y honesto –los méritos de la Dra. Gladys Bailey son reconocidos, al igual que la trayectoria del Lic. Jordán Rodas, y mi condición de ex Decano de la Facultad de Ingeniería, ex Rector en funciones y defensor de derechos humanos sirvió de credencial. Pero el paso siguiente es trasladar la credibilidad de la persona a la credibilidad del cargo. Debe verse bajo nueva conducción que la universidad nacional y autónoma profundiza su práctica democrática, cumple fielmente el artículo 82 de la Constitución, incluido su mandato de contribuir a la solución de los problemas del país, y ejecuta con probidad el presupuesto asignado, no menos del cinco por ciento del presupuesto nacional.

La Usac, desde la obtención de su autonomía, fruto revolucionario en 1944, es la universidad del Pueblo de Guatemala, financiada con sus impuestos, y con la obligación de atender a sus necesidades. Haber sido consecuente con su misión le ganó la autoridad moral que le permitió enfrentar momentos difíciles de la historia nacional colocándose al lado de las grandes mayorías. Fue la voz de los sectores callados por la fuerza y, a partir de 1980, también ella perdió la voz frente a los problemas nacionales, al reprimirse con violencia a gran parte de la comunidad universitaria. Pudo tomar un rumbo distinto, al firmarse el Acuerdo de Paz Firme y Duradera –una universidad nacional comprometida con la paz-  pero la corrupción del siglo XXI ahogó su voz y detuvo su acción. Los dos grandes retos que la amordazaron siguen vigentes: la violencia represiva y la corrupción, enlazadas ambas por la impunidad. La nueva Usac deberá superarlos.

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