1842- 2022
Raúl Hernández Chacón

Introducción

Entre los libros viejos, que por ser viejos son más valiosos, sin demeritar los nuevos, se encuentra la edición: “Obras Escogidas: Las noches y otros poemas”, de este gran escritor y poeta, con una vigencia permanente. Editada en 1959 por la editorial Aguilar, Madrid, es decir hace 63 años, cobra espectacular frescura como en los tiempos que fue escrita por su autor.

La obra de 663 páginas de un cuarto de página, con prólogo, selección, traducción en verso y prosa, de Luis Guarner y Concha Gil Clemente, resulta su lectura emocional y espiritualmente gratificante para el espíritu que busca sin límites la belleza y el transporte al mundo maravilloso de la fantasía, de la ilusión, de la nostalgia y de melancolía, para alimentar los instantes maravillosos de un placer estético, amoroso, sublime y arrebatador, como la satisfacción  y deleite que produce María Callas con su voz celestial cuando interpreta “Mi corazón se abre al oír tu dulce voz” de la Opera Sansón y Dalila de Camilo Saint-Saens, o  Luciano Pavarotti cuando interpreta Nessun Dorma, el gran tenor del siglo XX, o la lectura de los escritos emocionados y profundos y su literariamente excelsa poesía y prosa, de nuestra admirable escritora guatemalteca Delia Quiñonez en Urdimbre de voces, (2018) por ejemplo. La juventud hoy se le invita a leerlo.

El poeta Alfred de Musset (*11/12/1810 – + 2/5/1857), con sólo 47 años, que al decir de Luis Guarner, parafrasea a Don Manuel Aguilar en su dedicatoria: “Usted me descubrió la vida atormentada y la poesía sincera del cantor de la juventud”. Sin duda una expresión que refleja cierta personalidad, al aludir a Alfred de Musset. En el prólogo de la obra que inspira estas líneas se encuentra lo siguiente: “Si bien es cierto que el Romanticismo fue un fenómeno literario universal, puede afirmarse que fue en Francia donde definitivamente arraigó, logrando su completa estructura estética, filosófica y política.  El Romanticismo francés tuvo allí cuatro evangelistas: Lamartine, Vigny, Victor Hugo y finalmente en el tiempo, a Alfredo de Musset.”

Al entresacar una mejor descripción del gran poeta que nos ocupa, se encuentra esta cita imposible de marginar: “los sentimientos más íntimos, menos espectaculares, sin duda, pero más intensos y perdurables, por consiguiente, estaban reservados a un nuevo poeta que había de llegar, -casi un niño-, a los cenáculos románticos, ya excesivamente declamatorios, para extraer lo más esencial de la escuela, despreciando lo que tenía de retórico y amanerado”.

En aquellos tiempos, como ahora, existían excelentes escritores, críticos literarios y personalidades de mucho prestigio, por ello cito: “Si el valor y la importancia de un poeta hubiese de estimarse por la materia de sus cantos, -dice Menéndez Pelayo-, Alfredo de Musset sería delicado, gracioso, encantador, cualquier cosa menos grande. Esto estaba precisamente la personalidad inconfundible de Musset”.

Al seguir hurgando la obra de consulta de esta reflexión, en el prólogo aparece otra idea que ilustra al poeta: “Musset no dijo más que lo que sentía, y lo dijo como lo sentía. Ello explica que más que admirarlo como poeta, se le amará como hombre, como hombre que acertó a sentir como todos los demás han sentido y cantó su sentimiento como sólo él supo hacerlo”. Sigue en el prólogo otra ilustración elocuente: “Como un latido de corazón, pues, fue su vida: tan agitada como corta. Su poesía fue así, la confirmación plena de aquella definición de la poesía que lanzó Lord Byron, como pensando en Musset: “La poesía es el corazón”. Al seguir este pensamiento, más adelante dice: “Y esta poesía había de ser más perdurable que la de los sentidos, porque el amor, como el dolor, son eternos.”

Obra

Algunos extractos de sus poemas, que es tan difícil seleccionar, porque prevalece el gusto personal, la descripción del sentir del momento que se lee y se relee, las circunstancias en las cuales el lector vive y experimenta, su identificación y comunión con el autor.  Hay una serie de causas y efectos que no tienen ni reglas, ni parámetros para seleccionar. Ello implica que al compartir esa selección, el único criterio es el gusto, el sentir, el vivir, la emoción, el sentimiento y la sublimidad que despierta la lectura de sus incomparables poemas al amor, a la tristeza, al dolor y a la esperanza, a 180 años después de haberse publicado.

Por ejemplo al aludir a la tristeza:

“Yo vi a mi sola amiga, para mí más amada,
amortajada y fría, en un sepulcro blanco,
una tumba viviente, donde flotaba el polvo
de nuestro amor sagrado.”
O cuando, al describir un diálogo interior consigo mismo, con una madurez sorprendente a sus 25 años y un conocimiento de las corrientes culturales de su tiempo dice:

 La Musa
 
Toma el laúd poeta: el vino juvenil
Esta noche fermenta en las venas de Dios.
Mi pecho inquieto está; las voluptuosidades
Que flotan en los vientos me encienden de pasión.
¡Oh perezoso niño! Mírame yo soy bella
Dime ¿ya no de acuerdas de nuestro primer beso,
Cuando empalideciste al tocarme mis alas
Y te vi sollozar entre mis brazos tiernos?
¡A yo te consolé de tu amarga tristeza
Cuando joven aún morías de añoranza
¡Consuélame esta noche que de esperanza muero
Y necesito aún vivir hasta mañana!


El Poeta

¿Es voz, pues, la que me llama
Mi pobre Musa? ¿tu voz es?
¡O la inmortal flor de mi vida!
Único ser piadoso y fiel
Que vives aún del amor mío.
¡Oh, sí, eres tú, mi rubia amada:
Tú eres, tú, amiga y hermana!
En esta noche siento yo
Que el refulgir de tu vestido
Llega a rozarme el corazón.

Se incluyen 6 ejemplos de su pluma que le canta al amor, a la naturaleza, a la mujer, al mundo en sus versos que son muy tiernos y ejemplo de su estilo y característica de la corriente del romanticismo de su época, con sentimientos íntimos, tristezas, alegrías, cantos a la vida, a la ilusión, a la esperanza, a la vida.

El sauce

Con gran majestad sobre profundas rocas,
Que el inquietante mar combate eternamente,
Del seno de las olas surge el astro del día.
Joven y victorioso, dueño del continente.
Fatigado el océano de seguir, en el cielo,
A su casta deidad, en marcha silenciosa,
Bajo divinos rayos retumba y se columpia.

Descripción poética de la naturaleza, del astro rey, el sol. Resalta la belleza del entorno natural, sorprendente, maravilloso e imponente, pero a la vez, sencillo, silencioso, en versos que al leerlo llevan a la reflexión y a la admiración de la naturaleza y del escritor a edad aún juvenil. Denota su inspiración romántica y emotiva.

Rola

“Ella duerme mirad: su frente es noble y cándida
Como la lecha pura sobre una onda lírica.
El cielo la cubrió de pudor con el velo.
Ella duerme desnuda, en el pecho las manos,
¿no es cierto que en la noche más bella parece?
Las blancas claridades vibran en torno de ella
Como su a su despecho, la sombra de la tarde
Sentada junto a ella, agitase su manto.”

Un ejemplo del romanticismo de la época, que puede muy bien imaginarse, en su estructura, en su lenguaje y en su descripción una pintura de una virgen, en su inocencia y su naturaleza humana y divina. El cuadro se antoja una pintura de los grandes maestros.

“¡Quince años, oh Romeo, la edad de tu Julieta!
¡La edad en que os amasteis, cuando el viento del día
En la escala de seda, al canto de la alondra
Mecía vuestros besos de adioses infinitos!
¡Quince años! La edad que el árbol de la vida
Como oasis, arraiga en medio del desierto
Y sus frutos aroma de mirra y ambrosía
Y, fecundando el aire, cual oriental palmera,
Lanza al viento su dulce semilla perfumada!
¡Quince años! ¡La edad en que la mujer nace
Saliendo de las manos de Dios, en su inocencia
Tan rica de belleza, que un poder inmortal
A cuantos le rodean a tornar eternos!

Una muestra de su estilo, de su romanticismo, del siglo XIX, en el que Musset hace gala de su enorme conocimiento literario e histórico, de su admiración hacia la mujer, con descripciones de tal fantasía que llevan a pensar en Scherezade, de las mil y una noches con la maravilla de la música de Rimsky Korsakov. Una alusión directa a la edad más esperanzadora de la vida. La admiración y la exaltación de la niña-mujer, que ve el poeta con ojos enamorados el sueño de su ensueño hecha realidad en la belleza cándida y casi religiosa de su amada.

La esperanza en Dios

“Mientras mi corazón lleno aún de juventud,
No haya a sus ilusiones su último adiós,
Yo quisiera tener la sensatez antigua
Que del sabio Epicuro ha hecho un semidios.
Yo quisiera vivir y tratar con los hombres,
Buscar algo de dicha, con ella no contar,
Hacer lo que otros hacen, ser igual a los otros,
Y poder, con sosiego, el cielo contemplar.”

Filosofía, vida, inquietud, deseos estéticos, saber más, conocer, esperar, la dicha, la alegría, ser feliz. Reflexiones escritas de manera poética, en verso, que inspiran pensamientos profundos de los cuestionamientos del hombre y de la mujer situado en su entorno material y espiritual. Preguntas y respuestas que invitan a pensar, vivir, crear.

Acuérdate de mí. (1842)

Acuérdate de mí cuando la aurora
Abra al sol sus palacios encantados.
Acuérdate de mí cuando la noche
Pase soñando en su cendal plateado,
Y cuando la pasión en tu seno palpite,
Cuando el atardecer al ensueño te invite,
Escucha de los bosques
Su voz en el confín:
¡acuérdate de mí!
Acuérdate de mí cuando el destino
Para siempre de mí te haya alejado;
Cuando el dolor, los años y el destierro
Hieran mi corazón desesperado,
Sueña en nuestro amor triste y en el supremo adiós,
Que la ausencia y el tiempo, amada, nada son,
Mientras mi corazón
Te diga en su latir;
¡acuérdate de mí!
Acuérdate de mí cuando en la tierra
Mi corazón descanse eternamente,
Recuérdame cuando una solitaria
Flor en mi tumba se abra dulcemente,
Ya no me verás más; pero mi alma inmortal,
Como una hermana fiel, junto a ti volverá,
Y en la noche profunda,
Oirás su gemir:
¡acuérdate de mí!

Poema que encierra en sus versos poesía, dolor, tragedia, melancolía. Una actitud de convencimiento de su inmortalidad. Una filosofía profunda, digna de hacer análisis personales, íntimos, cuestionadores. Hay en ellos la tristeza y a la vez la ilusión esperanzadora del recuerdo imborrable, el recuerdo que muchos esperan perdurar en la mente, en el corazón, pero que sólo es posible en el arte, en la creación maravillosa, en la expresión artística de los únicos seres a quienes se les da ese don y lo desarrollan a plenitud: los creadores del arte.  Tal el caso del poeta romántico Alfred de Musset a 180 años de sus escritos que cautivan hoy y siempre. Leer a Musset es revivir un romanticismo vigente hoy.

 

 

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