Fernando Mollinedo C.
Los guatemaltecos no tenemos otro planeta a donde irnos a vivir tranquilamente; los migrantes retan a la muerte en busca de un trabajo digno para obtener libertad económica y vivir sin miedo a la muerte por inanición, tal y como sucede en el mal famoso “Corredor Seco” en el centro-oriente de Guatemala.
Uno de los aspectos esenciales para el desarrollo normal en la salud de la población, es la higiene social; es decir, los hábitos de producción y consumo de deshechos materiales producidos o realizados por el sector productivo del país (fábricas y empresas) y de la población en general, pues se ignoran o desatienden las normas sanitarias elementales que se deben observar o cumplir de forma permanente para evitar los focos de todo tipo de enfermedades infectocontagiosas.
La incultura higiénica de la población se debe a la falta de educación popular para manejar los conceptos de salubridad; lo cual fue y es obligación de las autoridades del país inculcarlas, instruirlas, regularlas y velar por su cumplimiento por medio de las dependencias específicas de los ministerios de educación, salud, trabajo, ambiente y otras afines como el IGSS.
En Guatemala aún quedan bosques, lagos y lagunas; muchas tierras pródigas para la variedad de cultivos, dos océanos que nos rodean, una bocacosta sur con variedad de climas y la cadena montañosa que atraviesa el país que nos sitúa entre los países con mayor biodiversidad, mal administrada o solo explotada hasta que se agota. De ella dependemos para la producción de los bienes y servicios que hacen posible nuestra subsistencia, pero después de haberlos utilizado ¿qué hacemos con los despojos o residuos de ellos?
La incultura, falta de educación, malos hábitos, desidia, haraganería, estupidez y otras formas de desprecio social, hacen que las personas de todos los estratos sociales y económicos, así como la mayoría de empresas productivas de desechos orgánicos e inorgánicos, los esparzan, dejen, depositen, pongan, tiren, o abandonen en lugares no autorizados y de ello se derive la consecuencia de la proliferación de los basureros clandestinos que producen la contaminación de terrenos, ríos, lagos, cuencas, arroyos, nacimientos y ojos de agua.
La irresponsabilidad del sector productivo en las ciudades y áreas rurales respecto a la emisión de gases, humo, ruido, hedores, contaminación de ríos y fuentes de agua se hace visible en sus actividades diarias; también la ausencia de las autoridades sanitarias para obligar al cumplimiento de la ley o sancionar en caso de su inobservancia, más la circunstancia de colusión para “dejar pasar o dejar hacer” han sido y son los factores que permiten las acciones insalubres en detrimento de la salud social.
Banquetas, predios urbanos, casas o edificios abandonados, callejones, barrancos, cunetas, orillas de caminos vecinales y carreteras, alrededores de mercados, ríos, lagos y cualquier lugar es utilizado para convertirlos en basureros contaminantes. La educación popular es urgente para evitar esos focos de contaminación que dejan ver la educación, costumbres y malos hábitos de la población y empresarios.