La Guerra Fría terminó hace tiempo y la Unión Soviética dejó de existir como uno de sus polos pero en Guatemala no hemos tomado nota de ese cambio histórico y seguimos empeñados en la vieja polarización entre comunistas y anticomunistas, utilizada hábilmente para concretar aquello de “Divide y Vencerás” porque mientras se mantenga ese pleito artificial entre gente que ni siquiera entiende de ideologías ni las conoce, los corruptos pueden dedicarse a sus cosas sin contratiempo.
Y ayer, en el aniversario de la Batalla de La Arada, Giammattei que desconoce la historia y no podía hacer alusión profunda del tema que se celebraba, aprovechó la presencia de los mandos militares y de alguna tropa para dirigir un claro mensaje a los primeros, diciéndoles que distintas naciones están actualmente en un enfrentamiento geopolítico y aseguró que Guatemala está inmersa en esa batalla ideológica, sin entender que los intereses geopolíticos no necesariamente van alineados ya con ideologías radicalmente opuestas como eran el capitalismo y el comunismo.
Intereses geopolíticos siempre hay, aún entre aliados y no digamos cuando se disputan otros factores. Pero hablar de una batalla ideológica es querer espantar con el petate del muerto y al decir que “hoy hago el llamado a que mantengamos la paz, la gobernabilidad, pero sobre todo la democracia en nuestro país. Que no vengan a imponernos ideologías que son extrañas. Que no vengan a decirnos lo que tenemos que hacer”.
En lo único que nos han venido a decir lo que tenemos que hacer es en el tema de la corrupción porque la misma genera migración al empobrecer más a la gente. Nuestra democracia no existe y es un sainete que sirve para que unos pocos que le venden el alma al diablo hagan su agosto dejándose sobornar desde antes de llegar al poder para garantizar que en el país florezca la corrupción y la impunidad y eso no se puede confundir con democracia.
Lo que estamos viviendo es un Estado fallido a causa de la corrupción y lo que Giammattei quiere es que el Ejército reprima a los que se oponen al saqueo que se está cometiendo en forma brutal.
Polarizar al ejército en la burda pero eficiente maniobra que nos mantiene divididos es recurrir a las armas para silenciar a la oposición y a cualquiera que no se someta dócilmente a la dictadura de la corrupción.
No hubo tapujos en el discurso y más claro no canta un gallo. La idea es enfrentarnos a toda cosa, a como dé lugar, y que el Ejército se encargue de la represión.