Un residente en Tokio recibe una dosis de refuerzo de la vacuna de Moderna contra el COVID-19, en un centro de vacunación masiva gestionado por la Fuerza Japonesa de Autodefensa, el lunes 31 de enero de 2022 en Tokio. Foto: La Hora/AP

La ciudad de Tokio lanzó una campaña masiva de vacunación para distribuir dosis de recuerdo contra el COVID-19 en un centro temporal gestionado por el Ejército, mientras Japón trataba de acelerar las demoradas terceras dosis para combatir el pico de contagios de coronavirus.

Japón empezó a administrar las dosis de refuerzo a personal médico en diciembre, pero sólo las ha ofrecido al 2,7% de la población tras demorar una decisión sobre si se reducía a seis meses, desde los ocho iniciales, el intervalo entre las dos primeras dosis y el recuerdo.

Había una fuerte demanda de las inyecciones. Las reservas a través de internet que se abrieron el viernes llenaron en nueve minutos todos los huecos para unas 4.300 dosis en el centro militar. El centro utilizará la vacuna fabricada por Moderna, Inc.

En una operación de menor escala, las personas de 65 años o más podrán vacunarse en otros lugares.

 

El centro gestionado por la Fuerza de Autodefensa en el centro de Tokio reabrió el lunes, tras cerrar a finales de noviembre. Vacunará a unas 720 personas de 18 años o más cada día de esta semana, para luego llegar a más de 2.000 diarias el mes que viene. La semana que viene empezará a funcionar otro centro militar de vacunación en Osaka.

La variante ómicron se ha expandido con rapidez y provocado una ola de contagios mucho mayor en Japón que variantes previas del virus. Tokio reportó 15.895 casos nuevos el domingo, un nuevo récord para un domingo. Casi la mitad de su capacidad hospitalaria está completa. En todo el país, Japón registró unos 78.000 casos para un total acumulado de 2,68 millones, con unas 18.700 muertes.

En una entrevista con medios japoneses, un hombre en la cincuentena dijo que la distribución de vacunas en su zona era lenta y que había sido un alivio recibir su dosis. Otro en la cuarentena dijo estar deseando vacunarse porque los contagios de ómicron se estaban propagando en la escuela primaria de su hijo.

El primer ministro, Fumio Kishida, visitó el lunes el centro de vacunas de Tokio y dijo que se esperaba que la mayoría de las ciudades completaran las dosis de refuerzo a japoneses de 65 años o más para finales de febrero. Los siguientes de la fila eran japoneses más jóvenes, aunque muchos aún no habían recibido los cupones requeridos para pedir cita y era improbable que recibieran sus dosis de refuerzo hasta marzo o más tarde.

 

Kishida dijo que la decisión de cerrar las fronteras japonesas a la mayoría de nuevos viajeros extranjeros a finales de noviembre había ayudado a frenar el nuevo repunte de contagios.

El gobierno se ha resistido a imponer cuarentenas estrictas para frenar la pandemia y ha basado su estrategia en pedir a los restaurantes que reduzcan sus horarios de apertura e insten a la gente a llevar mascarillas y cumplir el distanciamiento social.

Aunque esas prácticas mantuvieron el número de casos relativamente bajo en la mayor parte del país, y contribuyeron a reducir mucho los contagios en otoño, la pandemia se está cobrando un prolongado precio económico.

“El (despliegue) mayoritariamente lento de las dosis de recuerdo en Japón muy probablemente retrasará su recuperación económica en comparación con muchos otros países”, dijo said Toshihiro Nagahama, economista jefe del instituto de investigación Dai-Ichi Life.

Buena parte de Japón, incluidas Tokio y otras grandes ciudades como Osaka y Kioto, está sujeta ahora a restricciones contra el coronavirus por primera vez desde septiembre.

El gobierno ha enfrentado duras críticas por demoras en su respuesta a la pandemia, especialmente el lento inicio de las dos primeras rondas de vacunas contra el COVID-19 el año pasado, debido a una escasez de vacunas importadas. La tasa de vacunación alcanzó casi el 80% después de que el predecesor de Kishida, Yoshihide Suga, fijara un objetivo de un millón de vacunas diarias para terminar de inmunizar a la mayoría de la población anciana antes de los Juegos Olímpicos de Tokio el año pasado.

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