Por: Adrián Zapata
Juan Francisco Sandoval, personaje conocido ampliamente en el país, en un reciente twitter utilizó la expresión con la cual titulo la presente columna para referirse al comunicado en el cual el gobierno de Guatemala reaccionó ante la invitación que el G-13 le hiciera a la Comisión de Postulación en el proceso de elección del nuevo (a) Fiscal General. Me parece una frase con un agudo ingenio.
No puedo dejar de expresar mi reconocimiento a este joven profesional del derecho, quien, hasta ahora, no ha sido seducido por la pretensión de utilizar su valiente y loable desempeño como trampolín para la política. Y no es, en lo absoluto, que deslegitime dicha actividad, ni el derecho que todos tienen de participar en ella. Es sólo una cuestión de autenticidad en la inspiración de una conducta profesional meritoria.
Utilizo esta ingeniosa frase para abordar un tema que se expresa de manera reiterada en la actual situación nacional, al cual también me he referido en otras ocasiones. Es el asunto de la lucha por la soberanía.
Para muchos este es un asunto “caduco”, ya que, según ellos, la globalización en su etapa neoliberal barrió con esta categoría. Sin embargo, me parece que, contrario a esas visiones simplistas expresadas desde una posición acomodaticia y servil a los intereses de los poderes hegemónicos “del mundo mundial”, hoy más que nunca los principios de soberanía y autodeterminación de los pueblos son más pertinentes que siempre. Afortunadamente, de nuevo está presente en la agenda política y económica mundial, arrancarles a los poderes transnacionales la apropiación que han hecho de los recursos naturales estratégicos de los Estados que los poseen, energía, por ejemplo, para devolverle a los mismos la soberanía sobre ellos. Otro tema de igual relevancia en esta dirección de recuperación de la noción de soberanía es detener la actividad extractiva que realizan las empresas, también transnacionales, mediante las cuales se apropian de los recursos naturales que deben pertenecer a los pueblos que habitan esos territorios y cuya explotación no puede agredir la sostenibilidad ambiental que la especie humana requiere para continuar existiendo.
Por eso, y muchas razones más, contemporáneas e históricas, es loable reivindicar la soberanía nacional frente a las pretensiones injerencistas de las potencias hegemónicas. No me imagino un “G-13” haciendo una acción similar a la que acá comentada en un país que se respete a sí mismo. ¿Cómo reaccionarían México, o Francia u otros?
Sin embargo, la conducta del gobierno guatemalteco no cuadra en ese marco de legitimidad política. La soberanía radica en el pueblo, no en las redes político criminales que han cooptado al Estado. Ese comunicado realmente está firmado por dichas redes, con el desafortunado beneplácito, implícito o explícito, de una buena parte de las élites empresariales guatemaltecas.
En Guatemala, una prioridad política es recuperar al Estado de la cooptación que ha sufrido por esas redes político criminales. Y en esta prioridad, el apoyo de actores externos sin duda es virtuoso y valioso. Tal es el caso de la disposición de apoyar en la selección del nuevo Fiscal General por parte del G-13. Pero, lamentablemente, está ausente el actor nacional que articule y lidere ese proceso. Ese rol no puede ser asumido por la “comunidad internacional”. Si dicho actor no se construye, la cooptación no se podrá revertir sustancial y sosteniblemente. Eso es lo que se requiere.