Cuando salió de Puerto Barrios, Izabal hace 38 años, el migrante guatemalteco Aroldo Austreberto Ramírez, solo pensaba en mejorar la vida de su familia, pero luego de permanecer casi cuatro décadas en Estados Unidos y con varias metas alcanzadas, es agradecido por las bendiciones en su vida sin olvidar a Guatemala, ni a su familia que aún vive aquí y en especial a la marimba.
La migración era para el guatemalteco el camino a un cambio de vida, que supo aprovechar con esfuerzo, explicó a La Hora Voz del Migrante.
También recuerda que una persona en especial, que era parte de una empresa de construcción, le ayudó a conseguir un empleo.
Aroldo remarca que el respeto a la ley es la clave para salir adelante en Estados Unidos, “aquí vine a aprender un trabajo que fue el que me dio un sostén y me sigue ayudando hasta el día de hoy”.
Cuando pensó en dejar su lugar de origen en Santo Tomás de Castilla, recuerda que ya había escasez de trabajo, entre otro tipo de dificultades que los jóvenes enfrentaban y él soñaba con salir adelante para darle un mejor futuro a los suyos.
“Dejé a mi mamá, mi padre y mis hermanos. Mi padre me dio la bendición y me dio un poco de dinero para que me viniera y me dijo que hiciera un cambio de vida, y que, si lograba entrar a Estados Unidos que fuera una persona diferente”, recordó.
El guatemalteco habla con nostalgia cuando recuerda a su padre, un suboficial de Marina que falleció hace algunos años. Él siempre lo motivó a seguir adelante, recordó.
SU PRIMER EMPLEO Y EL ACTUAL
Su primer trabajo fue de ayudante en un taller mecánico, un campo en el cual ya tenía conocimiento de desde su juventud en Guatemala.
“Los primeros dólares me sirvieron las dos primeras semanas para buscar dónde vivir y qué comer. Eso fue el dinero que pude ganar en ese lugar y fueron US$125 por semana, luego empecé en la construcción”, mencionó.
En poco tiempo, recuerda que ya había logrado sus permisos de trabajo de manera regular y eso facilitó mucho su vida, “ese fue un cambio fuerte”.
Luego, Aroldo se integró a la Unión de Carpinteros de California, en donde obtuvo conocimientos de maestro en carpintería y eso le abrió puertas en otro campo que implicó un sueldo de hasta US$23 por hora.
En la actualidad, el migrante es Ingeniero de Mantenimiento y a eso se dedica a tiempo completo.
DECIDIÓ APOYAR A LA COMUNIDAD MIGRANTE
Para el guatemalteco, uno de los retos más difíciles de su vida fue vivir lejos de su familia, porque los extrañaba.
Dado que Aroldo sintió que debía hacer más, se empezó a involucrar ayudar a la comunidad migrante en Los Ángeles, California, “vi que había mucha migración”.
Así que cuando le era posible, trataba de apoyar a los guatemaltecos con traducciones, porque muchos no podían hablar ni siquiera español.
Claro la cultura y tradiciones, como un abrazo durante las fiestas de Año Nuevo, reconoce que era lo que más extrañaba, aspectos por los que cada año siente mucha melancolía, porque, aunque salió de Guatemala, su corazón siempre lo tiene con su gente y el país, “sigo extrañando tanto, tengo mi corazón y pensamientos en Guatemala”.
LA DISCIPLINA Y LA FE EN DIOS LO ALEJARON DE LOS VICIOS
Aroldo también logró con mucho esfuerzo y disciplina, alejarse del vicio del alcohol y tabaco, eso para él es un triunfo que mantiene en su vida hasta la fecha y por el que se siente muy orgulloso.
“Yo tengo 36 años de vivir en sobriedad, yo tengo 36 años de vivir en sobriedad y de tomar la mejor decisión de encaminar mis pasos a un grupo de alcohólicos anónimos”, refirió.
Todo esto, afirmó que le ayudó a educar a sus dos hijos como papá soltero asumiendo todas las responsabilidades, “yo recordé las palabras de mi padre que me dijo que aprovechara las oportunidades, eso me dio responsabilidad”.
LA MARIMBA LA LLEVA EN SU CORAZÓN
En la vida, Aroldo asegura que siempre lleva impregnado el sabor de los platillos del Caribe y la marimba por supuesto está arraigada a su corazón, por eso dice, emocionado que cuando muera quiere que sea acompañado del son “Rey Quiché, ese es el que quiero el día que me muera”.
Cuando viaja a Guatemala, cuenta que permanece en la ciudad capital y por supuesto la visita a la Basílica del Cristo de Esquipulas en Chiquimula no falta, “soy muy devoto de él”, por eso uno de sus anhelos es llevar una imagen similar a Estados Unidos “voy a buscar los escultores”.
Además, aprovecha a visitar a su mamá y hermanos que todavía viven en el país. “Deseo que toda la gente pueda tener un próspero año 2022, de muchas bendiciones, prosperidad y paz”, afirmó.