Mynor Carrera Mejía
Historiador.  Profesor e investigador de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

El 5 de enero de 1822, hace 200 años, algunos de los próceres que firmaron el acta del 15 de septiembre de 1821, separándonos de España, se agregaban al imperio de Agustín de Iturbide.  La historia oficial de Guatemala no hace hincapié en este hecho histórico, lo menciona balbuceando y vuelca sus fuerzas en la mente de los educandos, direccionando su mirada hacia los padres de la patria.  No obstante, ocultar este hecho o simplemente callarlo, es negar que, la que fuera Audiencia de Guatemala, se había anexado a México, siendo parte de este territorio durante 18 meses.

La separación de España tenía que efectuarse.  Desde tiempos coloniales, siendo Guatemala la capital, concentró el poder y a las elites económicas más importantes.  Las comunicaciones entre las provincias centroamericanas eran lentas, los caminos pésimos, los barcos tardíos y en fin, se fueron creando intereses locales.  Cuando los vientos de independencia llegaron, el caos afloró como nunca.  Los que antes vivieron semi aislados y bajo el yugo de impuestos coloniales, de pronto despertaron  con intereses localistas.  La misma Chiapas  se había anexado a México, antes que la Audiencia de Guatemala se separara de España.

La Independencia tuvo lugar en un salón del Real Palacio y, aunque asistieron más de 50 personas, solo 13 la firmaron. Este acontecimiento ha sido el más importante para la historia oficial guatemalteca.  A pesar de ello, no se puede afirmar que esta independencia haya sido la definitiva.  Solo fue un paso para separarse de la corona española pero el caos suscitado, permitió darse cuenta de la gran división que existía entre las elites de las provincias de la Audiencia de Guatemala.  La Independencia de España no fue firmada por todas las provincias y por ello quedaron de ratificarla en un congreso que nunca se llevó a cabo, sino hasta que las provincias deciden separarse de México, pero más que decisión fue su opción, pues el imperio mexicano ya había caído y las provincias se habían quedado en el aire.

Mientras la decisión de anexión se tomaba, volvieron a reunirse las Juntas Patrióticas.  Las juntas eran grupos de republicanos, que por tanto, se oponían a la anexión.  Ellas consideraban que había que aprovechar la independencia para crecer en libertad.  Su principal líder fue el Dr. Pedro Molina.  El 30 de noviembre de 1821 sucedió un hecho olvidado, otro bicentenario que se quedó en el tintero.  Un grupo de republicanos salió a manifestar por la noche, habían salido del Salón General Mayor de la Universidad de San Carlos de Guatemala.  Tuvieron un encontronazo con los guardias anexionistas y el alcalde Mariano de Larrave, signatario de la Independencia de España, ordenó los atacaran.  Allí fallecieron Remigio Maida y Mariano Bedoya, hermano menor de doña Dolores Bedoya de Molina.  Las Juntas Patrióticas fueron prohibidas.  El 5 de enero de 1822, las provincias, de la mano de la Junta Provisional Legislativa, había acordado anexarse a México.

Agustín de Iturbide había amenazado con un ejército fuerte para reprimir cualquier oposición de Guatemala y demás provincias.  Cumplió con ello.  Las elites guatemaltecas pretendían anexarse porque según ellas, iban a ser nobles en el imperio e iban a mantener el poder que desde tiempos coloniales habían ejercido en las elites provinciales.  Mientras tanto, Quetzaltenango, Sololá, Comayagua y Nicaragua ya se habían anexado a México, antes que las provincias lo hicieran en conjunto.  El caos cundía en el ambiente pero la anexión se consumó.

San Salvador se opuso y fue derrotada por el ejército de Vicente Filísola.  Esta provincia no deseaba la anexión a México, sino a los Estados Unidos de América.  Los 18 meses de pertenecer a México mostraron varios aspectos, las provincias divididas, con deseos de obtener su cuota de poder, querían encontrar un lugar y se refugiaron en un imperio que no les dio más que algunos puestos de trabajo.  De acuerdo al abogado e historiador don Alejandro Marure, haber formado parte de México solo trajo una ruina económica y afirmó que se sufrió más con México que durante la época colonial con España.  A lo mejor su opinión fue un tanto parcial, pues quienes siempre sufrieron fueron los indígenas y demás castas, las elites no habían sufrido, pero, al someterse a México, pagaron la traición a ser independientes.  En cuanto a la ruina económica, fue terrible, les costaba a las provincias sostener al ejército mexicano en tierras guatemaltecas.

Algunos de los signatarios de la Independencia del 15 de septiembre también firmaron la anexión a México.  La Junta Provisional Legislativa envió una misiva a todos los ayuntamientos de la que fuera la Audiencia de Guatemala.  Solo dos ayuntamientos de El Salvador se opusieron, por lo demás, no todos tuvieron el tiempo de responder; un grupo de 104 ayuntamientos votaron por la anexión y, aunado con los 32 ayuntamientos que respondieron que acuerparían lo que la Junta Provisional decidiera, todo fue una, la unión a México.  Los acontecimientos se habían llevado a cabo de manera rápida.  El 19 de octubre había llegado la correspondencia de Iturbide para “invitar” con un ejército invasor, a unirse al imperio.  Por su parte, el 30 de noviembre la Junta Provisional había enviado la consulta a cada ayuntamiento.  El resultado fue la anexión.

¿Quiénes firmaron el acta de unión a México?  Varios de los signatarios habían firmado también el acta de la Independencia de España.  Otros se movían en el mundo universitario, entre rectores,  profesores y egresados.  Sus nombres son los siguientes:  Gabino Gaínza, El Marqués de Aycinena (Mariano), Miguel de Larreinaga, José del Valle, Mariano de Beltranena, Manuel Antonio Molina, Antonio Rivera, José Marino Calderón; José Antonio Alvarado, Ángel María Candina, Eusebio Castillo; José Valdés, José Domingo Diéguez, Secretario y Mariano Gálvez, Secretario. (Ver Acta de Unión, 5/1/1822)

Mientras llegaba el día de fundación de las Provincias Unidas del Centro de América y la República Federal de Centro América, tendrían que transcurrir 18 meses. ¿Por qué mantener en silencio esta efeméride? ¿Acaso no es mejor conocer el pasado para crear un mejor futuro?  Y el bicentenario va a transcurrir casi en el olvido y fuera de la conciencia de las generaciones más jóvenes.  Por ello, hagamos referencia a los bicentenarios, los que van más allá de la primera independencia del 15 de septiembre de 1821.  Conocer nuestra historia no nos hará menos patriota por dar a conocer que fuimos parte de México durante 18 meses.  La historia fue nos guste o no.  Lo que se evidenció, entre otros aspectos es que, Centro América se iba a dividir cual espejo roto.  De hecho, había varias provincias que hubiesen deseado ser repúblicas independientes, cinco de ellas lo lograron,  ya no se contó con Chiapas y Soconusco, Belice ya se había perdido. Aun divididos y nacionalistas, los países centroamericanos no aprovecharon su condición de libertad y se encerraron en guerras externas, guerras internas y los políticos no sirvieron a los gobernados.  A 200 años no alzamos vuelo pero viendo los ojos del pasado, 18 meses acordamos ser parte del imperio mexicano.  En 1836 ellos perderían Texas, entre otros territorios y la rapiña de quien tiene más continuaría.  Más que olvidar, otro bicentenario nos hace reflexionar.

PRESENTACIÓN

Es monumental la tarea que tienen los estudiosos de la historia para un trabajo de comprensión del desenvolvimiento de los eventos acaecidos en Centroamérica y México durante el período independentista.  La investigación, alejada de las tentaciones ideológicas, debe interpretar los hechos, según el testimonio de sus protagonistas, desde una visión holística.

El reto consiste en la realización de una síntesis que dé cuenta del espíritu que animaron los hechos.  Reflejar la personalidad de cada una de las naciones y los contextos que gestaron, con sus sinuosidades, las circunstancias históricas.  Para ello, los estudiosos de la historia cuentan con los métodos que, aplicados con rigor, pueden contribuir a una exégesis explicativa oportuna.

En esa dirección ofrecemos el trabajo titulado, “Bicentenario de la anexión a México”, donde Mynor Carrera Mejía explora el significado y las consecuencias de ese acontecimiento interpretado como hito en nuestra historia guatemalteca.  El autor insiste, no solo en su importancia, sino en la necesidad de no invisibilizar el ánimo libertario aderezado por la avaricia de sus personajes.

Acompañamos el texto anterior con las contribuciones de Carlos Butavand, Adolfo Mazariegos y Bárbara Calderón.  Esperamos que nuestra selección coincida con sus intereses, queremos formar una comunidad del saber por el que peregrinemos hacia la verdad.  Desde esa utopía nos congratula llegar hasta usted y compartir el saber aportado en cada una de nuestras ediciones.  Hasta la próxima.

 

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