Por: Lic. Luis Fernando Bermejo Quiñónez
@BermejoGt
Es usual que al iniciar cada año las personas se fijen objetivos y el deseo de alcanzar ciertas metas que durante el año anterior no se pudieron alcanzar o bien porque son producto de la reflexión que todo fin de año trae. En esta columna, quisiera plasmar mis deseos para este año 2022 luego de reflexionar de muchas cosas que he ido observando a lo largo del año.
En lo personal, este año quisiera dedicarle más tiempo a mi familia y llegar a ese balance de tiempo familia y trabajo que por años me ha sido elusivo. Quisiera viajar al interior del país con mi familia para conocer más las bellezas de este país y, luego de dos años donde ha sido difícil, poder hacerlo con más frecuencia al exterior. Quisiera que llegue el fin de esta pandemia que tanta muerte, dolor y frustración ha traído. Quisiera poder dedicarle más tiempo a la lectura porque ya la “pila” de libros acumulados a medio leer en mi mesa de noche ya me causan reclamos de mi esposa. Quisiera tener más tiempo para investigar temas de mi interés académico. Quisiera este año poder regresar a la docencia ya que me hace falta. En el año 2021 modifiqué mis rutinas para bien en muchos ámbitos pero quisiera poder dedicarle más tiempo a mi vida espiritual y ayudarme a formar más empatía que tanto nos hace falta en este mundo.
En lo profesional, en el 2022 será de cambios. Entre ellos, nos cambiaremos de oficina. Deseo poder gozarme esa próxima adecuación de nuestro lugar de trabajo. Espero poder este año tener la oportunidad de asesorar a clientes en materias interesantes y que me permitan “construir” y generar “valor” más que únicamente generar réditos financieros. En el 2022 espero poder poner mis capacidades para ayudar al bien colectivo, no sé cómo aún, pero espero poder hallar la forma. En fin, espero que el 2022 sea un año de prosperidad profesional, en todo sentido, no solo el material.
En el 2022 quisiera ver un cambio de rumbo en la dirección del país. En particular, en la forma de pensar de los guatemaltecos. Quisiera que nos dejáramos de poner etiquetas de “chairos” y “fachos” y nos escuchemos más. Que dejemos los “tribalismos”. Quisiera que los guatemaltecos desarrollemos mejores capacidades de análisis crítico de la realidad nacional. Deseo que en este año el guatemalteco se dé cuenta que las etiquetas, descalificaciones y las mentiras vertidas en medios de comunicación con agendas o en los netcenter esconden los intereses más oscuros de aquellos que, tras bambalinas, medran del Estado de Guatemala y tienen aherrojado este país desde hace décadas. Quisiera que este año sea el año de la “Revolución de la Decencia” en la política del país. Quisiera que la población se dé cuenta que el testimonio a lo largo de la vida de una persona dice mucho más que las “nuevas apariencias” que tratan de presentar ciertos líderes políticos y de otra índole que se autocalifican de “protectores de la vida y la familia”, “conservadores”, “protectores de los valores familiares tradicionales”, “religiosos”, “liberales”, la “nueva oposición” o que son “anticorrupción”. El cinismo y la manipulación de esos adjetivos ha llegado a niveles ridículos. Ninguna etiqueta autoimpuesta no puede cambiar el pasado de una persona, tengámoslo claro. La Biblia dice en Mateo 7:16-20 “Por sus frutos los conoceréis…”. Convencido estoy de eso.
Deseo que este año 2022 se consoliden movimientos de renovación política del país. Guatemala contrario a lo que podrán afirmar algunos, tiene un grado de descomposición institucional pública grave por intereses mezquinos de políticos sin escrúpulos, el crimen organizado y la alianza ocasional (intencional o no) de sectores en el que prima lo que llamo un “pragmatismo sin principios” para proteger sus agendas o evitar el cumplimiento de la ley. En estos tiempos, donde ciertas afinidades políticas, empresariales o de amistad hacen permanecer “neutral” a muchos que miran con desconcierto el desmantelamiento de la institucionalidad del país es importante tener la frase atribuida a Desmond Tutu: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”. Deseo que este año se levante más la voz con valentía por los que creen que el país debe cambiar de rumbo. Deseo que este año unamos esfuerzos y nos demos cuenta que el cambio del país no podrá realizarse por grupúsculos y por protagonismos sino en “tiendas grandes” donde podamos concertar acuerdos y alianzas.
Cierro esta columna agradeciendo a Dios por la vida de mis papás y porque mi papá está en recuperación de una crisis reciente con el virus que tanto nos ha cambiado la vida en estos dos años previos. Cuídense del COVID, por sus papás, por sus seres queridos y por amor a terceros que pueden ser impactados fuertemente por esta terrible enfermedad. Más que disquisiciones filosófico-políticas sobre este tema sobre la libertad, pensemos en los demás. Deseo que este 2022 sea de muchas bendiciones para todos mis lectores.