Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Es ésta, sin duda, la más especial época del año por su carácter festivo del que participan y gozan no sólo los creyentes que celebran el nacimiento del Niño Jesús, sino todas las personas que al aproximarse el fin de otro año no sólo rememoran lo acontecido en los últimos doce meses sino que hacen votos, siempre, para que los que vienen ahora sean de prosperidad y felicidad. Abundan, en consecuencia, no sólo las fiestas y convivios sino cualquier manera que haya para departir con los semejantes y estrechar lazos de cariño y de amistad. Familias se reúnen y amigos hacen fiesta para verse y luego de tantos meses aislados por la prudencia impuesta por la pandemia, es natural que haya mayor deseo de concretar esos encuentros.

El país está, oficialmente, prácticamente en color amarillo y los aforos se amplían mientras todos sentimos cierto cansancio por tantos meses, poco más de 22, de encierros, distancia y poca interactuación física con nuestros semejantes, por lo que el reporte oficial que indica pocos casos positivos detectados diariamente, aunque poco fiable, alienta a ser mas laxos y pensar un poco en la vuelta a la normalidad.

En el mundo, sin embargo, se vienen repitiendo advertencias que invitan a tomar precauciones no sólo porque la variante Delta sigue activa sino que ahora también está la Ómicron que parece ser aún más contagiosa, aunque no hay reportes de que sea más grave o mortífera que la anterior. En Europa se están nuevamente cerrando fronteras para contener las olas de contagios, y eso que tienen a la mayor proporción de sus habitantes ya protegidos no sólo con dosis completas de vacunas sino con los refuerzos correspondientes, pero aún así se han visto ya algunos lugares que empiezan a sufrir saturación hospitalaria.

No se trata de ser aguafiestas y ciertamente que las fechas invitan a departir, pero en medio de las condiciones nuestras deben mantenerse los cuidados para no incurrir en errores que puedan ser lamentables. Hay abundantes núcleos de familias, especialmente en la ciudad capital, que todos se han vacunado y tienen, al menos, sus dos dosis, lo cual ya ayuda en mucho para prevenir complicaciones y hasta muertes. Pero aún así vale la pena tener precauciones simples y sencillas para mutua protección.

En los lugares donde no se ha vacunado a tanta gente, o en comunidades y familias que son o tienen miembros anti vacunas, los cuidados se tienen que incrementar porque no hay forma de que nos podamos librar de esas variantes más contagiosas. Por supuesto que si a estas alturas no sabemos oficialmente si la Delta llegó al país, lo mismo pasará con la Ómicron porque nuestros laboratorios son de pacotilla y hay que mandar las pruebas al extranjero, a Costa Rica, y luego las autoridades nunca reportan si encontraron algo o no, así de descuidados son los señores.

Gocemos las fiestas, pero eso no quita tener mínimos de cuidado y precaución para asegurar que nosotros y nuestros familiares no seamos de las víctimas de esas olas que están prediciendo los expertos.

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