Álvaro Pop
Sa’ komonil jo’ tenamit tooruuq chi xchaq’b’enkil jun ak’ yoob’aank.*
Analizábamos las capacidades ciudadanas de varios países del mundo y nos sorprendíamos de lo planteado en la Constitución alemana en su Artículo 20: Fundamentos del orden estatal, derecho de resistencia; (1) La Republica Federal de Alemania es un Estado federal democrático y social. (2) Todo poder del Estado emana del pueblo. Este poder es ejercido por el pueblo mediante elecciones y votaciones y por intermedio de órganos especiales de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial. (3) El poder Legislativo esta? sometido al orden constitucional; los poderes Ejecutivo y Judicial, a la ley y al Derecho. (4) Contra cualquiera que intente eliminar este orden todos los alemanes tienen el derecho de resistencia cuando no fuere posible otro recurso.
Luego vemos con tristeza y preocupación cómo en Guatemala nos olvidamos de nuestra calidad colectiva y aceptamos que se ejecuten acciones muy probablemente alejadas de los mandatos constitucionales. Digo muy probablemente, porque dadas nuestros analfabetismos constitucionales y ciudadanos históricos probablemente estamos siendo testigos mudos y con parálisis, de hechos que atentan contra el bienestar colectivo y la justicia pronta, cumplida y eficiente en nuestro país.
Veamos algunos casos que demuestran la falta de esfuerzos institucionales, sociales y ciudadanos para cambiar esta realidad. La muerte de niños y niñas por la violencia armada. Las estadísticas son abrumadoras. La muestra más clara de la barbarie urbana es el video que circula con el asesinato de dos adolecentes a mano armada en Villa Nueva. Además, los fuertes rumores de tráfico de infantes y adolecentes que desaparecen en todo el país. Alba Kenneth tiene las pruebas.
La otra tragedia anunciada es la muerte de infancia por desnutrición crónica. ¡Somos el cuarto país el mundo! El crimen perfecto. Millones de dólares, euros y quetzales se han malgastado en ineficientes, absurdas e irreales campañas, proyectos y programas para combatirla y cada año aumenta. Un fracaso total de las acciones de varios gobiernos que anuncian con grandes fiestas el lanzamiento de sus programas en alianza con las grandes empresas nacionales. ¿Por qué no nos da vergüenza?
Asesinadas murieron 41 niñas que la sociedad hacía un tiempo ya había condenado a morir en un albergue. Estaban bajo la responsabilidad del Estado. Lo permitimos. No lo condenamos ni como Sistema de Justicia ni como sociedad. No hemos exigido una adecuada persecución penal. Se rumora que servía de comercio sexual. ¿Cuanto de esto sigue pasando en otros albergues?
Decenas de desalojos ordenan los jueces. Cumplen con la ley y con eso provocan una injusticia. Desde la perspectiva del humanismo los jueces tienen que rescatar con sus resoluciones la armonía social, evitar la violación de derechos, especialmente cuando no hay delito que condenar. Enviar 2,000 policías, cientos de soldados, helicópteros y vehículos terrestres para desalojar familias desnutridas, que sobreviven con menos de un dólar; desamparadas por dos siglos por el Estado, viviendo en chozas cuya construcción no ha cambiado en trescientos años es violar la constitución de la república.
¿Nuevo contrato social? Juntos podemos pactar un nuevo comienzo*.