Para este año se ha promovido el 15 de septiembre como una fecha histórica para Guatemala, pues se conmemorarán los 200 años de independencia de la corona española. Sin embargo, miembros de la ciudadanía suscribieron un comunicado planteando la impertinencia de celebrar esto en un contexto de crisis sanitaria, social y política, donde se violan los derechos y se margina a las poblaciones más vulnerables. También proponen la conformación de un Estado incluyente.
El documento, según consignaron, va dirigido a los cuatro pueblos de Guatemala, a las mayorías excluidas, a las mujeres y a los hombres de buena voluntad, y quienes se han visto obligados a vivir en otros territorios para subsistir. “A todas y todos les llamamos a unir fuerzas y articular juntos los cambios necesarios que permitan florecer la primavera que Guatemala merece”, declararon.
NO SE DEBE CELEBRAR, HACE FALTA REFLEXIÓN
El sentimiento colectivo de quienes firmaron el comunicado expresa que en vez de celebrar el Bicentenario de independencia hace falta reflexionar, actuar y articular hacia un futuro distinto.
Según los ciudadanos, en estos 200 años se ha tratado de ocultar que la independencia se declaró “para prevenir las consecuencias, que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”. Refirieron que en esta expresión del acta de independencia del 15 de septiembre de 1821 “se condensa una de las causas fundamentales del fracaso, de ese y otros muchos actos políticos constitutivos realizados en Guatemala”.
Asimismo, indicaron que lo establecido en el acta de independencia tuvo la finalidad evitar un rol activo de la ciudadanía en las decisiones para la sociedad guatemalteca. “Actas, normas constituyentes, estatutos de gobierno o constituciones de la República, casi sin excepción, han sido excluyentes; se idearon principalmente para evitar la participación popular y no para construir el bienestar, la justicia y la equidad para todos los habitantes”, señalaron.
INCLUSO EN LA ACTUALIDAD LA PATRIA ES EXCLUYENTE
Los suscriptores del pronunciamiento indicaron que “el rumbo” de Guatemala pudo corregirse entre 1944 y 1954, “la primavera democrática”; o bien, con los acuerdos de paz firmados el 29 de diciembre de 1996. “Sin embargo, los herederos económicos, sociales y políticos de las elites que firmaron la independencia hace 200 años, impidieron la realización de ambos procesos”, mencionaron.
Incluso describieron que en la actualidad la República todavía es excluyente, partiendo desde su Constitución Política. “El régimen constitucional vigente desde 1986 está agotado, ha sido insuficiente para otorgar satisfactores de bienestar a la población del país”.
Puntualizaron que la promesa del bien común ha sido incumplida, sometiendo al país a un régimen “capturado, funcional para élites políticas, económicas y militares, indiferente al sentir y a las necesidades de los pueblos indígenas, de la población trabajadora empobrecida y de otros sectores sociales mayoritarios”.
En esa misma línea indicaron que el Estado ha sido instrumentalizado en favor de grupos de poder, lo cual ha influenciado una estructura económica injusta, racista, expoliadora y depredadora. A su vez se ha consolidado un Estado carente de vida digna para hombres, mujeres, personas indígenas, mestizas, quienes muchas veces se han visto obligadas a migrar.
EL RUMBO AL FUTURO ES LA INCLUSIÓN
Luego de exponer lo anterior, el grupo sentenció: “es necesario un nuevo Estado”. Para lograr lo planteado sugirieron promover un ejercicio constituyente con la participación de los pueblos indígenas, las mujeres, sector trabajador y las juventudes, es decir, “las mayorías que durante 200 años han sido excluidas por la persistencia del lastre colonial”.
Bajo este enfoque proponen consensuar un nuevo pacto social donde la ciudadanía sea soberana y protagonista. “Un pacto constitucional incluyente para construir un Estado de todas y todos, distinto a la fracasada patria del criollo. Una sociedad libre de racismo, discriminación y explotación humanas, respetuosa de la madre tierra y propicia para el buen vivir, sin violencia, con prosperidad, en la convivencia solidaria y pacífica de una verdadera democracia, como la perfilaron los Acuerdos de Paz”, agregaron.
“La conciencia de esa necesidad está cada vez más extendida y es el momento de emprender el camino hacia una Guatemala distinta y posible”, aseguraron.