Antonio Paz
Hijo de Guillermo Paz Cárcamo
Sus escritos sobre personajes latinoamericanos sumergen al lector en las historias personales y humanas de quienes describe. Hasta La Negrita, la Virgen de Costa Rica, un ser que ya no es de este mundo terrenal, participa y se pone de parte de la justicia en una actitud sospechosamente cercana a la humanidad. Frida Khalo, Chavela Vargas, Galeano, Vargas Llosa y otros personajes son abordados de este modo andariego. Y digo andariego porque uno camina velozmente por estas historias, devorando la verdad que Guillermo Paz quiso transmitir con palabras sencillas y artísticamente hilvanadas.
Decir que se enfocó en un tema sería faltar a la verdad. Y paradójicamente, siempre sus escritos se amarraban sobre el mismo eje: darle espacio a la verdad en la Historia. Dedicaba su tiempo a la búsqueda de la verdad, toda vez que la Historia se veía amenazada por interpretaciones fantásticas, por hechos manipulados o por intervenciones perversamente falsas. Era indispensable, para asegurar la existencia de uno de sus idearios: la Historia es la madre de todas las ciencias.
Nadie se salvó de ese tratamiento: ni Tecum Umam, ni Mixco Viejo, ni Miguel Angel Asturias, ni la forma como algunos historiadores enfocaron lo que fue la reforma agraria. Ni siquiera él mismo se salvó. En el libro donde describe su participación en algunos eventos históricos, Guillermo Paz es un personaje más, y el relator es un ser omnipresente que detalla la realidad y los hechos. Los hechos «reales» como dirían algunos. Evidentemente el relato discurre cercano a su personaje, pero es sólo porque el libro es su testimonio de lo ocurrido. No puede ser otro testimonio más que el propio. Es la realidad que vivió, pero descrita sin sesgos ni falsos protagonismos.
La pluma literaria se le empezó a desarrollar poco a poco. Ya para sus años de profesor universitario desarrolló varios libros con enfoque socioeconómico. Resalta un libro que versa sobre economía, quizá el más conocido y buscado a nivel internacional, donde estableció la necesidad de desarrollar estructuras capitalistas en un país con un esquema feudal. Pero el torrente literario se da posteriormente. Casi por accidente.
Todo empezó por querer desarrollar un compendio sobre las puertas de Antigua Guatemala. Saltándonos los intermezzos, luego empezó a tomar fotografías de sitios arqueológicos. Y por una serie de eventos se encontró una gran injusticia histórica: se describían los hechos de un sitios arqueológico omitiendo la verdad sobre el proceso de conquista. Había que rectificar, porque las falsas historias perpetúan las injusticias en este mundo.
Lúcido hasta el final, siguió dispuesto a ofrecernos su obra. Aún el 5 marzo de 2021, tres días después de su natalicio número ochenta y tres, publicó un escrito con un análisis histórico que le requirió trabajo y concentración durante semanas, donde incluye a Vargas Llosa, a José Figueres Ferrer, y a la derrota napeolónica en Rusia, todo en el camino de su crónica sobre el compositor ruso Tchaikovsky.
Su legado es mucho más que literario, tal como lo muestra su autorelato histórico, su trayectoria universitaria, su participación en el Gobierno de Costa Rica, su coautoría de leyes, y un largo etc. Además de su propia producción literaria, participó en círculos de escritores donde apoyó a nacientes escritores, donó su obra para asegurar la diseminación de la verdad, y por supuesto fue un padre que apoyó el desarrollo de sus hijos, parejas y exparejas, a sus amigos y sus allegados.
Con las compañeras con quienes compartió, siempre generó un grupo creciente de amigos y conocidos que se acercaban a conversar de cualquier tema imaginable. A los hijos se les permitía e incluso se les animaba a participar. Algunos temas eran demasiado escabrosos, pero a sus descendientes siempre les quedaba la idea principal: hay que conversar e incluso discutir si uno quiere llegar a la verdad.
De sus compañeras de camino, cada una fue de gran importancia para él, aún cuando con el tiempo se hubieran dado cambios por desavenencias, por situaciones que requerían tanto de la verdad como de otros componentes para lograr soluciones. Este último año, nuestra «normalidad» pandémica lo afecto enormemente. Extrañaba la compañía de sus amigos y conocidos con los cuales conversaba y con quienes mutuamente se enriquecían.
Aún cuesta creer que ya haya partido de nuestro mundo. Dicen que los seres amados dejan de existir cuando se les olvida. Puede parecer difícil que pase esto con Guillermo Paz Cárcamo, considerando el legado escrito que nos deja. Sin embargo, sólo continuará existiendo mientras los que lo aman, anímica o intelectualmente, lo mantengan presente, tanto a él como a ese ideario de la verdad con el cuál vivió.
Sólo un libro nombraremos, Kaji’ Imox, tanto porque es un ejemplo paradigmático de la búsqueda de la verdad en razón de solucionar injusticias históricas, como porque ahí escribió: «Para un pueblo que considera el tiempo cíclico, el acto de irse presupone un regreso eventual. Los acontecimientos son simplemente puntos en un ciclo gigantesco de tiempo cósmico.»