Luis Fernandez Molina

luisfer@ufm.edu

Estudios Arquitectura, Universidad de San Carlos. 1971 a 1973. Egresado Universidad Francisco Marroquín, como Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales (1979). Estudios de Maestría de Derecho Constitucional, Universidad Francisco Marroquín. Bufete Profesional Particular 1980 a la fecha. Magistrado Corte Suprema de Justicia 2004 a 2009, presidente de la Cámara de Amparos. Autor de Manual del Pequeño Contribuyente (1994), y Guía Legal del Empresario (2012) y, entre otros. Columnista del Diario La Hora, de 2001 a la fecha.

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Luis Fernández Molina

1. FUTBOL. El entrenador de la selección de Nicaragua, Juan Vita, fue jugador profesional en equipos menores de Argentina, pero se jubiló a los 22. ¡22 años! Con buen criterio priorizó sus habilidades como motivador, psicólogo, que de posible crack, y ha hecho muy buen papel en el “lavado de coco” de varios equipos en su Argentina natal. Y es que el aspecto mental es acaso tan importante como la técnica y la contextura física. Fue entrenador de varios equipos argentinos, se fue al Costa del Este en Panamá y luego lo contrataron para dirigir la selección de Nicaragua que ha venido haciendo un destacado papel y, sobre todo, promete mucho para el futuro en un país beisbolero, pero que ya se pone a la altura de Haití (que lo acaba de eliminar por un gol), Dominicana, Panamá y hasta Guatemala. Es que en nuestro país no superamos algunos complejos; es traba mental: “a ver si superamos en gol average a Curazao”…. ¡Por favor! Tenemos buenos jugadores pero el sistema no permite que destaquen. El formato de la Liga Mayor no promueve nuevos talentos, prefiere contratar extranjeros reciclados que, salvo excepciones, poco aportan para mejorar nuestro nivel. A ello se suma la danza de millones que se despachan en sueldos (más de Q100,000 mensuales para el entrenador) y cifras parecidas para los asistentes. Dichos dineros los deberían invertir en promover las ligas inferiores, capacitar técnicos, crear campos donde puedan chamusquear los patojos, etc.

2. NICARAGUA. Hablando de Nicaragua preocupa la detención de varios líderes opositores, casualmente precandidatos presidenciales y, casualmente son señalados por cometer una serie de delitos a la carta, “nuevos”, que emanan de leyes emitidas, casualmente, hace pocos meses. Muchas casualidades en una burda pantomima. En efecto, no le señalan los delitos “clásicos”: corrupción, falsedades o delitos con fondos patrimoniales como estafa, apropiación indebida, o del orden de lavado y narcotráfico. Cualquier comentario en contra del régimen se entiende contrario a los intereses nacionales –sedición– y cualquier solicitud de cooperación internacional se convierte en alta traición a la patria. ¿Dónde quedan las cartas democráticas que conllevan vigilancia externa que regularmente se suscriben? Papel mojado. Ojo con Nicaragua y veámonos en ese espejo: un gobierno que domina al parlamento tiene medio camino recorrido, pero si además controla las cortes entonces cierra el círculo.

3. CORTES SOMETIDAS. Hablando de Cortes, que grandes capitales vengan a Guatemala va a depender únicamente dos factores: garantía de la inversión y la proyección de utilidades (superiores a otras posibilidades). Los directores deben obtener el mayor aprovechamiento de los recursos que tienen a su cargo. La iniciativa de Mrs. Kamala o las invitaciones, foros, iniciativas de ley, ferias, estadísticas parcializadas, etc. etc. poco van a permear en los Board of Directors de Manhattan, Chicago, Londres o Madrid, si no existen garantías de un sistema legal eficiente. Tienen claro que un sistema corrupto podría “voltearse” en contra de los mismos intereses empresariales y, en un marco jurídico contaminado la producción se resiente.

Guatemala tiene mucho para promover gran inversión (no solo la vegetativa); la mano de obra es buena y comparativamente no es “cara” (a pesar de recientes criterios tribunalicios). Lamentablemente nuestra oferta mayoritaria es de nivel básico (que el sistema educativo debe ir elevando). Pero son buenos trabajadores y allí están, esperando. Por ello necesitamos capitales que vigoricen, oxigenen, dinamicen el sistema productivo. En este sentido las meras noticias de los medios hablan por sí solos ¿Para qué pedir informes a tal o cual empresa calificadora? Basta leer: “10 magistrados de las cortes superiores están siendo señalados por el MP”. ¿Para qué más? “Invirtamos en otro lado.”

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