Mientras Estados Unidos afirma que el combate a la corrupción es asunto esencial de su política exterior, es evidente que en Centroamérica la actitud es de abierto desafío, puesto que mientras en Guatemala avanza el plan para liquidar a la Fiscalía Especial Contra la Impunidad, en El Salvador de un plumazo se vuelan la Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador, CICIES, lo que se veía venir desde que fue nombrado un nuevo Fiscal General en ese país.
Ayer el Secretario de Estado norteamericano expresó de manera directa y concreta su preocupación por la situación de la FECI y lo que significaría su supresión luego de una acción de inconstitucionalidad tan poco fundamentada que la misma Corte tuvo que emitir un previo para pedir a los interponentes que argumenten de mejor manera su caso. En condiciones normales un caso mal presentado simplemente se rechaza sin siquiera entrar a conocer su fondo, pero ahora la CC pidió que elaboren más y mejor los fundamentos.
Es sabido que toda acción provoca reacción y la postura de Washington respecto a la corrupción como causa de migración ha generado una agresiva reacción en países del Triángulo Norte que pretenden hacer ver a la Casa Blanca que no están dispuestos a ceder ante presiones. En el pulso cuenta mucho la actitud pasiva de la población en estos países que parecieran haberse acostumbrado a vivir en medio de la corrupción y la asumen como parte de la vida cotidiana, sobre todo porque, aunque el efecto sea menores oportunidades para la gente y mayor migración, al fin y al cabo son las remesas lo que mantiene a flote la economía y la prosperidad de muchos negocios.
En ese clima de desafío llegará mañana Kamala Harris, quien recibirá oficialmente no solo una calurosa bienvenida sino palabras de compromiso en la lucha contra la corrupción, aunque los hechos y la realidad muestren lo contrario.